28 de julio de 2005

III.- Tescucho


Oh, amor, somos tan libérrimos,
asustados en el agua, mira
que hasta las palabras de ánimo
suenan como de mentira.

Histéricos y eufemistas,
que abundan y tal como somos
pesados en el mismo plomo:
Seamos los imperfeccionistas.

Dime lo que pensando
vas queriendo decirme
y pensar todo lo que dime,
por favor, pero dime.

Sin lujo de detalles
ni material sublime:
Hola, qué tal y como somos.
Nunca pares de decime!

Y no te calles,
por favor, pero dime.

Dime.

27 de julio de 2005

II.- Brilla


Sirena de maldita putrefacta
que no quedan en el vértigo reloj.
Dulce primavera que compacta
cada día luce algo mejor.

Eléctrico perfume que plateado pulso,
lo pudren en el ártico calor.
Sangre, vida, nueva, palidece:
casi todos somos lo que todo flor.

Éramos de savia tulipanes,
presenciábamos un álgido, Señor:
Costumbres, gestos, pirámides, pastores,
haremos un mundo mayor.

Que por fin se levantando todos
tan temprano y tanto tiempo, amor.
Éramos tu niño que lloraba
pero dígame por siempre no.

Vida de almanaque antiguamente
pero nunca apareciendo cruel.
Y se cumpla tú felicitándome, volvemos.
Pero dígame por siempre, Adiós.

18 de julio de 2005

I.- Manifiesto Imperfeccionista.


1.- La perfección es imposible.
Aquél que por acto de voluntad se obliga a la perfección, contrae la enfermedad incurable y contagiosa del desaliento. Quedará en deuda con los demás y será ejecutado quizá, mas también esa ejecución será imperfecta.

2.- No debe ni puede pretenderse alcanzar la perfección como virtud ni como afán.
No existen vacas sagradas. La lucha inclaudicable por conseguir el fin que siempre se añoró, está perdida de antemano, porque sólo existen vacas y puercos.

3.- La imperfección no es sólo lo único posible, sino que es, por sobre todo, lo admirable en hombres y mujeres, vivos y muertos.
Ser consecuente con lo que se cree y piensa no lleva a la locura ni implica tampoco un divorcio con el resto de los mortales, porque la consecuencia es imposible. Nadie cumple lo que promete y ningún negocio se perfecciona jamás.

4.- No existe la consecuencia ni el honor.
La fe del bautismo y la sangre de los héroes caen siempre en el olvido. No existe el recuerdo, porque no es posible reconstruir mentalmente nada. Cuanto más deliberado sea un juramento, mayor es la traición, y todo juramento es traición.

5.- La deshonra y las contradicciones son las mayores virtudes.
Nuestra imperfección vierte en cada corazón abandonado y sin valor un sueño fundido que brilla y que es oro: no somos otra cosa que la Suma Contradicción y la más hermosa. Descartada toda posibilidad de excelencia, de triunfo, de becerros dorados, de inocencias consagradas, de buena fe en los negocios y de promesas por cumplir, sólo queda por considerar la ofensa al pundonor que semejante miseria provoca en cada uno de nosotros, una Bienaventuranza. No poder hacer más que desarreglos y extravíos constituye finalmente la sal de toda existencia que, como tal, está condenada esencialmente al bello fracaso.

6.- Somos hombres y mujeres de verdad cuando no somos hermosos.
La armonía es el silencio. La belleza esta sucia. Del sueño imposible no podremos ser despertados. Nunca calza nuestro pie y todo se pudre inevitablemente. Algo siempre se pierde cuando se crea. Y nada se transforma, porque no hay un punto exacto ni hay un modo.

7.- La mejor herencia que pueden recibir nuestros hijos viene de la época en que fuimos pobres, deshonestos, impacientes y mentirosos.
No hay máximas. Todo denodado esfuerzo por educar y formar a hijos y estudiantes en la virtud y la perfección están destinados al dulce fracaso, puesto que ni siquiera en el supuesto de que tales valores cardinales fueren posibles, habrán éstos o aquellos de hacerlos suyos. Incluso el cedazo del aprendizaje tiene grietas y cada medida recibida como tesoro es abandonada o se pudre. Sólo es posible aprender remedos incompletos y la gran sabiduría consiste en descubrir que todo afán es precario y que la vida es una cicatriz.

8.- Siempre tenemos miedo, porque nunca cumplimos lo que prometemos, aunque lo intentemos.
No existe la muerte, porque aun las larvas que habitarán nuestro ataúd estarán hechas precisamente de vida y fuego nuestro, el fuego que no se consume. No existe fidelidad hasta la muerte, porque no hay tampoco medida. Sólo hay dulces fracasos y un largo respiro incompleto. Es sólo el miedo -y no la vida- lo que nos abandona con el último aliento.

9.- Dios es minúsculo, intrascendente, impotente, está durmiendo desde siempre y se pudre con nosotros.
Nadie ha hecho todo lo posible y siempre queda algo por hacer. La fe no se comparte, no brota de nuestros ojos, ni tiene facultad alguna, sino que permanece oculta para siempre, dormida en todas las cavernas con que la muerte nos socava. No existe tristeza ni alegría entre nosotros, porque sabemos que nadie es mejor. Cualquier esmero por alcanzar la santidad es inútil, ya que toda vida es eterna y nada está completamente vacío.

Nos gusta Cuculí Pop