15 de marzo de 2010

DCLIV.- Palo Santo


Peligra el alma y la misión, la descendencia.
Se muere casi como sin pedir al gran orgullo honor,
y no hallo puertas,
ni una razón para querer morir.

Yo necesito un buen amor.
Yo sin escombros,
ni la materia prima culpa
para el arte de la miel.

Yo fui carnada,
fui de la puta, de la madre
y de la gran mujer,
que me embaucó posando lenta su mirada.

Y me entregué creyendo iluso
que era puro placer
o casi nada.

Si usted va a darme por amor su mano,
si va a entregarme el repertorio de sus cuentas,
al pasadizo muy atentas,
y al pasar por caridad nos perdonamos:
en la señal de la melantropía.

Si usted va a ser de mí por largos días,
yo le encarezco que se cuide de mí,
que no me prive del cariño que merezco,
y que se ocupe de larvar su dicha
sin otra esquela que la música cubierta,
con el valor de las ventanas abiertas.

Y ya no quiero un buen amor que me convierta,
pues necesito que me quiera sólo yo,
para que no haya desamor, y ya no duela
la repentina migración de nuestro adiós.

13 de marzo de 2010

DCLIII.- Navegabundo



No tengo lar ni sitio alguno en este mundo:
voy destinado para siempre a vagar,
huyendo cáustico de aquello que busco,
de lo que encuentro extraño en cada lugar.

Con unos ganchos me sacaron del útero
y una mañana de mi nido me fugué hacia el mar,
donde no tuve casa, cama ni refugio
y sigo entonces dando vueltas sin parar.

Una alambrada me separa de tu playa
y su contorno me seduce por su forma peculiar,
que me tapa la boca, pero no me calla
y cada grillo en un tobillo que me obliga a nadar.

Si te encontré fue por algún motivo.
Si te perdí fue un par de meses, nada más.
Ya me verás, te seguiré conforme siga vivo.
No nací para quedarme a ver la vida pasar.

DCLII.- Psicodelicolor





Yo venía caminando un día
y descubrí el extraño estruendo de las cosas:
el arrebato, la micción, la guía,
la primordial satisfacción de los conflictos.

Es algo raro. Lo pensé y lo quise,
lo desplegué sobre la mesa y lo observé.
Había grandes espectáculos de furia,
y los quinientos cigarrillos que jamás fumé.

Es la primera algarabía que olvidamos:
porque nacimos y perdimos el sopor,
que nos hicimos levemente humanos:
sólo la muerte nos acerca su comedia de pavor.

Yo me alejé. Sí, me alejé. Es terrible.
Me voy diciendo que no quiero navegar en soledad.
Y necesito tu preciosa compañía.
Estoy muriendo lentamente sin hallar la paz.

Pero me alegran los enjambres y las sillas,
le añaden cierta tempestad de buen humor
a la presencia irreverente del vacío.
Me gusta todo lo que tiene calor.

10 de marzo de 2010

DCLI.- El Prohibido


Quería darme por entero y sin apuro.
Debió saberlo porque soy jilguero:
"Tú te pareces un poquito a mi papá,
a un arrebato para lágrima y conjuro",
pero se acaba la belleza y en enero
tenía tiempo de volar una vez más.

Al niño vértigo desnudo vil agreste,
un atractivo revulsivo para diosas,
la primavera lo vistió de bailarín.
La residencia de una mágica celeste
que navegaba en la comarca luminosa,
lo bautizó para la historia Cuculí.

Yo sólo fui la travesura del verano
o alguna amarga golosina impertinente:
lo que la gente no merece conocer.
Aquel anónimo amoroso tan lejano,
que se prestó sincero loco y diferente
para otro sueño peregrino de mujer.

7 de marzo de 2010

DCL.- La Cantinela




Es el arcón de tu penar cansino
lo que va a hacer de mi existencia fieltro,
algo que fuera de tu ser, o adentro
ve la primera explicación de lo pavor.

Lo ruiseñor, la melodía mayor:
misericorde tabernáculo primera,
fue la agridulce temeraria placentera
y, no mejor que la figura, fue pincel.

Seré el primero en descubrir su playa,
la maravilla caminándome, la piel:
un alcornoque delirante vi cayendo.
Para ser alma, clavo, palma: reprimí.

Si no te dije la verdad, lo siento.
Y nunca creas lo que leas: te mentí.
No existe nadie que nos sea honesto.
La verdadera vida queda más allá.

4 de marzo de 2010

DCXLIX.- Lonely Pop


Son pequeñas las fortunas de los diez sobrevivientes
y tan frágil la certeza de la diosa del amor.
Era el último verano que estuvimos juntos
en el alma desbordada de la mínima flor.

La canica azul, a más de treinta mil por hora,
da sus pasos despiadados, dando vueltas
bajo el manto de la mar, por un segundo,
y para siempre en un temblor sobre la tierra.

Me reparte entre la pampa y el candil,
mucho dinero con un ojo de papel,
al que yo puedo renunciar si quiero
por no vivir en soledad, sin rumbo.

Y saco todas las corbatas de la casa,
y las arrojo indiferente sobre el incinerador:
y doy a cambio este vivir lo que me pasa
para volver a desplegarme en otro mundo mejor.

Nos gusta Cuculí Pop