Me encierro en el baño y despliego las hojas
del libro más bello que nunca leí.
Figura en la tapa una selva extraviada
en que pardos reptiles disfrutan y ven
inscrita una clave en el denso follaje,
que niega existencia al misterio mayor.
La historia transcurre en el patio olvidado
de un viejo colegio de Tarapacá.
Mocoso pecoso al que elevan los brazos
y riendo señalan su indigno rubor:
remiendos gastados, calcetas mohosas
y dos agujeros debajo del pie.
Sonó la campana y se van en tropel;
del patio al solano en que el niño quedó,
llorando en el centro de su avergonzada
carente pobreza y tibieza sin fe.
No quiere ir a clase, no tiene valor,
prefiere arrancarse y vagar sin saber.
Camina en el centro buscando una sombra,
Curioso, dolido y solito la halló.
¡Qué extraña carioca desnuda provoca
en los ojos de todos un raro fulgor!
Mulata que vende su oscuro portento
pidiendo en la calle cariño y pastel.
Pero ella se emboba con ese gorrión,
luciendo en la palma la cruz de su amor.
Le toma la mano y lo atrae hacia sí,
lo mete en el fondo de su camarín.
Rendido se duerme y soñando alcanzó
la selva extraviada cual pardo reptil.
La puta se queda mirándolo fiel,
le cubre la espalda y se acuesta con él.
No existe el colegio. No existe el burdel.
Sus sueños se cruzan: le tocan la piel.
y el niño despierta en el patio, después,
llevando en la mano una flor de papel.
del libro más bello que nunca leí.
Figura en la tapa una selva extraviada
en que pardos reptiles disfrutan y ven
inscrita una clave en el denso follaje,
que niega existencia al misterio mayor.
La historia transcurre en el patio olvidado
de un viejo colegio de Tarapacá.
Mocoso pecoso al que elevan los brazos
y riendo señalan su indigno rubor:
remiendos gastados, calcetas mohosas
y dos agujeros debajo del pie.
Sonó la campana y se van en tropel;
del patio al solano en que el niño quedó,
llorando en el centro de su avergonzada
carente pobreza y tibieza sin fe.
No quiere ir a clase, no tiene valor,
prefiere arrancarse y vagar sin saber.
Camina en el centro buscando una sombra,
Curioso, dolido y solito la halló.
¡Qué extraña carioca desnuda provoca
en los ojos de todos un raro fulgor!
Mulata que vende su oscuro portento
pidiendo en la calle cariño y pastel.
Pero ella se emboba con ese gorrión,
luciendo en la palma la cruz de su amor.
Le toma la mano y lo atrae hacia sí,
lo mete en el fondo de su camarín.
Rendido se duerme y soñando alcanzó
la selva extraviada cual pardo reptil.
La puta se queda mirándolo fiel,
le cubre la espalda y se acuesta con él.
No existe el colegio. No existe el burdel.
Sus sueños se cruzan: le tocan la piel.
y el niño despierta en el patio, después,
llevando en la mano una flor de papel.