30 de enero de 2006
XVIII.- Morbosamentermita Rosa
Cual gusano que se arrastra
toda una vida,
reptil y perezosa siempre serás
la mosca y la arrogante
garrapata asquerosa:
la mandrágora procaz.
Oh, babosa,
que tienes en el pelo esa cosa
hedionda, maloliente y te vas,
maldita sea, te vas!
No te quiero ver nunca más!
Porque siempre cada día serás
piojosa insana y garapata falaz,
horrorosa moscardón y penitente,
mitad asquerosa y mitad doliente,
la mosca y la arrogante
garrapata dolosa:
Morbosamentermita rosa.
Morbosamentermita rosa.
12 de enero de 2006
XVII.- Plegaria Imperfeccionista
Se une a mi muerte
el llamado glaciar
y le da vida, sin embargo,
a ese intenso ser
que está dentro de mí,
dulcemente.
Paciente riachuelo que todo lo zozobra,
une su perfume a mi recuerdo otra vez:
dentro de la negra noche
oscura, entre tupidas miradas
y abre su paso brillando
en calurosas estrellas, sobre mí.
Amable ser intenso y frío;
témpano inmortal que besándome vive
y reina en mi interior,
por lo ígneo
de los signos.
Ayer.
XVI.- Eterna Senectud Valiente
Acaso sea siempre así,
seguro muy probablemente,
si no el único aspirante a ser,
el viejo que habitando el planeta.
Sintiendo cada día y pendiente,
alerta.
Creyendo ver en todo otra cosa,
desconocida:
hermosa.
Pudiendo de algún modo ser eso,
todo muerte y goterón que mama:
todo perdón en cada hueso
de la cama.
O vivir
y caer todas las noches,
aterido, inerte,
o morir apasionado bebiendo,
sumergido y habitando,
yo.
5 de enero de 2006
XV.- Oculta Melodía Voluntad
Hay una conciencia juguetona,
libre y preguntona,
valiente,
que se vierte en abanicos felices,
cuadernos elegantes
y hojas grises,
o en el viento que cantamos en silencio,
todos divinos, todos buenos,
contentos.
Hay un ángel que me dicta cada surco,
entre las líneas que abandona mi lápiz.
El niño viejo, bueno y malo,
esperando.
Llorando yo, anciano nuevo
y volando.
Lo que en mi alma se ejecuta cantando.
Perverso fiel y bellamente feo.
Atento dulce y diferente:
puro deseo.
Ese loco que obedece a los duendes
y que ignora a aquel que todo lo enciende,
detrás de todas las verdades del tiempo,
vive lleno de palomas de agua,
cuidando a todas sus hermanas de nieve
y brilla como cuervo que se burla
imprudente que comete delicado,
sin embargo, divertidos errores.
Su fiel naturaleza musical
lo hace heredero de otro tuerto viejo,
aquel que ha muerto, el pobre tonto,
el zorro simple,
mi antepasado que ha leído y olvidado
el resultado de bandidos augurios,
y aquellos lentos chirigües presumidos,
como ese largo del pasado que oculta
al quinceañero que quizá -quién sabe-
es el efluvio de una fuerza buscadora
de palabras y caminos nuevos.
La paz divina de la muerte melodía,
que fue mi abuelo y su regreso mentiroso,
o un territorio mariluna luminosa:
la noctiluca del abierto mar,
toda desnuda, mariposa jugar.
¿Cómo puedo saberlo yo?
¿Quién no de niño no ha seguido su instinto?
Yo soy el beso suspendido y la marea!
Yo soy tu viento amanecido y hasta el fin,
hasta que sea!
Yo, feliz.
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