Juntos cabizbajos y entregados al altar,
cantan la romanza de la vida sin ventanas,
dando pasos cortos de domingo en la mañana
y hoy, como si nada, yo los veo caminar.
Viejos locos flojos que, cubiertos de lodo,
vienen desde lejos con la cara de los jueces,
mustia vanidad que niega cuanto le acontece:
llevan dos milenios ignorando casi todo.
Vagan apilados por los campos y las lomas,
ellos, que nos miran cada tarde de reojo:
matan con sus manos de piedad al toro rojo
y dicen ser ingenuos como pobres palomas.
¡Vírgenes incautas en las calles y las plazas:
todo rezo tibio es una dulce cortapisa!
Duden como dudan los felinos de su risa,
y váyanse temprano derechito pa la casa.
cantan la romanza de la vida sin ventanas,
dando pasos cortos de domingo en la mañana
y hoy, como si nada, yo los veo caminar.
Viejos locos flojos que, cubiertos de lodo,
vienen desde lejos con la cara de los jueces,
mustia vanidad que niega cuanto le acontece:
llevan dos milenios ignorando casi todo.
Vagan apilados por los campos y las lomas,
ellos, que nos miran cada tarde de reojo:
matan con sus manos de piedad al toro rojo
y dicen ser ingenuos como pobres palomas.
¡Vírgenes incautas en las calles y las plazas:
todo rezo tibio es una dulce cortapisa!
Duden como dudan los felinos de su risa,
y váyanse temprano derechito pa la casa.