29 de septiembre de 2011

DCXCVIII.- De un tiempo a esta parte




Si he vivido en la ciudad de las antiguas piedras
por volver acomplejado a la mitad del país,
mi periplo de espirales caminatas negras
fue otro lento aprendizaje de codicia y maíz.

En el trono huracanado que levantan las arenas
mi bandera en lo invisible del pulmón de Dios,
se llevaba en caracolas mis canciones buenas
para el último bastión de una pareja sin arroz.

Vi cayendo en mis dos manos esa voz que abraza.
Pilar que he vuelto a oír como una astilla en mi sien,
porque quise persuadirla pero se ha ido de la casa
para ser completamente mi pasado y mi recién.

27 de septiembre de 2011

DCXCVII.- Nunca me resulta








Vida del ángel al planeta mediocre:
nadie me mira sin el ojo pestañear,
de la que viene mentira patraña delira
y se pasea como Pedro por su lar.

Preferiría mendigar sencillamente,
completamente abandonado a la matanza,
sin olvidar que alguna tarde me quedé esperando,
llamando y llorando, solito cantando.

Una bandera en el umbral de la casa
con la botella de licor de quemar
y la figura dibujada en la tierra:
une la vida con la muerte de Jesús.

No importa nada por salvar de la pereza
a mil millones de personas tristes.
Yo no me cubro de piñones la cabeza:
por una noche fui el invierno de Titán.

25 de septiembre de 2011

DCXCVI.- Pata Pelá








Beso las cosas canjeado por la distancia
en un vuelo cardíaco de gallarda raza,
amoroso sustituir de pueblos y vanidades.
Siempre toco la guitarra.

No es la fuerza generosa que me dio la vida,
sino genuina y liberal fruición domesticándonos,
y es para nosotros grito y miel arrogante:
su música sin lágrima, vértigo y caricia.

Nos iremos otra vez donde la leña crujir,
al abrigo de un bosque lento para calzas húmedas,
mirando el sordo fulgor anaranjado de la noche
y cantaremos para siempre junto a la mesa del mundo.

10 de septiembre de 2011

DCXCV.- Comundo




Ambos tuvimos la cara manchada
y un ártico manto deseo en la voz,
supimos enseguida qué diría el invierno
y quisimos atarnos sin decir adiós.

Los dos recogimos la misma moneda
y en cada bolsillo bordamos la cruz:
crecimos de pronto ante el látigo heridos,
y un canto de silencio dormido nos mudó.

Unidos en íntima alianza genuina,
los dos eslabones de la libertad.
Con ella conmigo: verdad y testigo,
nos fuimos amigos de la eternidad.

1 de septiembre de 2011

DCXCIV.- Filosofía Barata y Balines de Goma




Pasada la media Nietzsche, Ortega fue en bus Kant de su amigo Gasset, pues tenía unas ganas Locke de Tomás una Copérnico.



Juntos partieron al Demócrito, pidieron un Platón de pebre con pan Pitágoras y, para la sed, unos Shoppenhauer. 'Mañana mismo me hago el Anaxímenes a la Proustata', dijo Ortega. 'Mejor, vayamos a otro lado. A mí me molesta el Hume', dijo Gasset. '¡Epicuro manejo mejor!', exclamó Ortega, así que se fueron a otro Baristóteles donde no se podía fumarx.



Haciendo elogio de la locura, se Chantal unos pasamontañas y salieron a causar de Sartre a la calle. Era la rebelión de las masas, pero los Paco de la Mirandola los detuvieron por Descartes. '¡Erasmo nosotros no más!' dijeron, y los fueron a Dejaidegger a la Comisaría.

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