30 de abril de 2020

ML.- Dormitorio



Cómo he podido padecer el ostracismo
si, rodeado de retratos que no son,
en ingenuo cruel sopor de astigmatismo,
soy el amargo criador del corazón?

Dónde se ha ido el diapazón del mundo,
la primavera que soñamos un día,
su fiel armónico atonal y profundo,
que se ha cubierto de sudor melancolía?

Su melodía nos incita bailando
el pulso terco de un timón de hueso,
sobre un velero sin caña ni mando
hasta la playa en que ese día fuimos beso.

Aquí en mi casa sólo habita un ronroneo,
el aire espeso que perfuma mi nariz,
colillas tibias, los cien libros que no leo
y la piñata caída de un cumpleaños feliz.

23 de abril de 2020

MXLVIII.- Descendió a los infiernos



Purgó la mora desertora de los tiempos,
haciendo lentas caminatas descalzo
por no pisar nuestro lugar en falso,
ni en iracundo tropezar sufriendo.

Abrió siniestra la compuerta del dolor
y fue un clamor ventilador desesperado,
porque hubo un angel desnutrido, cansado,
muriendo y siendo por nosotros lo peor.

Miles de ostias reciben desde lejos
los vanidosos que recorren los mercados,
para limpiar su avaricia condenados
y presumir su santidad frente al espejo.

No podré vivir la paz si no distingo
el horror fundamental de los leprosos:
no llega el viernes sin el sábado al domingo,
ni sumergida el alma muerta en ese pozo.

22 de abril de 2020

MXLIX.- Trébol Veremos



Niños, cuando todo esto termine,
para dejar atrás un mundo muerto
iremos juntos a pasear al puerto,
por unas blancas palomitas en el cine.

Dibujaremos en la orilla del mar
un pez alado que la espuma se lleve,
y dejará junto a mis pies tan leve
la cruz violeta del verano en su lugar.

Terribles águilas me alejan tan triste
de su sonrisa, tras barrotes de hierro.
Son eternos los dias del encierro,
no quiero más ese dolor, pero él insiste.

No hay otra luz más delicada que un beso:
diez manos fértiles un día se unirán
en un almácigo de leche y dulce pan
para cantarle serenatas a la luna de queso.

7 de abril de 2020

MXLVII.- Mis amantes






Compañeras peregrinas
de mi noche en soledad.
Ángelas furtivas
con el hambre irrefutable.

Mis leonas preguntonas
no hacen ruido al caminar,
ni agradecen, ni me piden
que algún día les hable.

Nunca me obedecen,
ni me piden perdón,
hasta que amanece
y me despiertan jugando.

Haciendo cicatrices
de fulgor en el colchón,
seducen y murmuran
con ternura Pedro Armando.

MXLVI.- Maricón Finamiento



Cierra la puerta por dentro y escucha:
deja tus zapatos en ese rincón
donde nadie se atreva a tocarlos,
y busca una toalla en el balcón,
porque estás con la piel muy sucia
y no quiero que se enferme el viejo Carlos.

Arroja esa mugre que llamas mascarilla
y métete a la ducha. No quiero pelear.
Se muere mucha gente en Roma y Sevilla.
Y tienes el descaro de venir a este lugar?

No estás obligado a llegar al trabajo,
ni tiene sentido que recorras la ciudad.
Hoy día te acuestas y duermes allá abajo.
Yo lavo mis manos de tanta suciedad.

Maldigo estas noches eternas de encierro,
de gente tan enferma que no tiene qué comer
y se ocultan de la peste tras barrotes de fierro
los niños, los viejos, el perro y la mujer.

Cuando esto termine me iré por el mar
contento y desnudo ante tanta belleza.
La tierra ha traído la cuenta a la mesa
y todos se han ido riendo sin pagar.

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