12 de septiembre de 2008

CDXXIV.- Mucho



Hay que crecer y dejarse llevar,
hallar una fábula y una mujer
que obligue y que sueñe,
que atrape y que dé.

Retiro lo dicho: dejo de escribir.
Recurro a las mismas formas de decir.
Manidas esdrújulas, canto sin fin.
No logro convenceros. ¡Qué absurdo viril!

Aplaudo el esfuerzo de ver y entender.
El loco que escribe, se quiere perder.
Dormir por un año, dos años o tres.
Lo mismo que entonces, me callo otra vez.

10 de septiembre de 2008

CDXXIII.- Sevaporando



Yo tengo martes por la noche para todos,
para el que pida, todo un día de calor:
que en el islote Montecristo, el alma cría
lo que se cuece y todo caldo da valor.

O los biscochos que llevamos a la guerra,
lo que me oculta cada párpado no se oye caminar,
pero persiste: considera su silencio
acumulado, de ladrones y mujeres,
que escriben algo, que siempre se quieren:
dicen mi nombre en el idioma de los galgos,
para la puerca rosa clueca más deforme,
para que todo lo que es mundo tenga porte,
y exuberancia,
protuberancia en abundancia y comedores.

Piden favores y motores a carbón,
siglos mejores y calores que vendrán a dar amor:
la pepa chica que evangélica mostaza,
para fundar congregaciones y carnaza,
para enojarse, porque a veces hay que odiar.

En plan de furia la conciencia se parece un poco a mí:
jaula insegura que no cuida ni protege,
castillo pétreo para cuna Rey David,
al que los pájaros acuden a capear la tempestad,
pero se escapan por la puerta de inmediato,
despavoridos.. tan insensatos,
porque no saben lo que quieren, porque nunca,
repito, nunca nos dirán a dónde van.

9 de septiembre de 2008

CDXXII.- Ala Par



Tú por ahora simplemente flor:
y sé mi cura, amor, deséame suerte,
de voluntad y pon el alma, tu pasión
en el destino que levántame inerte.

No confiaría mi talante a la tierra,
ni entregaría vida y fuego sin tener
seguridad de conseguir yo cuanto quiera:
no abrigaría mi esperanza en otro ser.

Y ahora ayúdame a salir de todo esto.
No encuentro el modo de flotar sin ti,
que abandonar esta vorágine no quiero,
volar o dar mi vida, y solo seguir.

Porque fue unidos que llegamos a este mundo
y codo a codo el oro lodo nos tragó:
que se despierte la palabra juntos
y nos encuentre acompañada de los dos.

8 de septiembre de 2008

CDXXI.- Del perineo al apareo sin culpar


Si cuando digo llorando que la fuerza me abandona,
arremolinas el candor de mar adentro al volar,
en elevar y consagrar por mi cabeza coronas:
donde pasas tú, la melodía y su atavío en romería estelar.

Sé mi delirio brotando de acordeones imposibles,
ola nueva que humedece -¿te parece?- y cantaremos
o seremos a su turno dos en uno amaneciendo,
el unocturno sereno y lo que es bueno de amar.

Has sido lo mejor que pudo acontecerle a alguien:
el brillo de esa mística alegría que nos hace todavía vivir,
tras alcanzarla y conseguir que me ilumine elegante:
claramente, lo mejor que acontecerme pudo nunca jamás.

7 de septiembre de 2008

CDXX.- Punto Cruz


Yo me pregunto, cuando miro el andén,
a dónde está lo que se trae la viejita,
que va callada haciendo gestos frente a mí,
acá en el último asiento del primer vagón.

De entre sus dedos, que no dejan de moverse,
se lleva algo que no puedo descubrir
hacia la boca que mastica y no tritura,
en lo más blando de su oscuro paladar.

Y basta dar una mirada de soslayo
a aquel tumulto que de pie nos apretuja,
para de nuevo comprobar que no hay un alma
tan amistosa, blanca y digna de saber.

Que tiene sólo una chalina primorosa
y un canastito que, debajo de los pies,
no lleva mucho más que calzas y botones
o una bolsita con monedas de diez.

Posiblemente no haya mucho esperándola,
acaso en todo el tiempo infame que le quede por vivir,
no encuentre a nadie, ni diga nada,
pero esta noche me encontrado a Beatriz.

Me ha visto un largo rato absorto y pendiente,
de su mirada y quiero ver otra vez
eso que guarda sola en medio de la gente,
un par de guantes mal tejidos a crochet.

4 de septiembre de 2008

CDXIX.- No hay drama


La calma silenciosa del nivel del mar.
El ánimo orgulloso en que las olas se disipan.
Bastones arrojados a la orilla de las playas.
Alcántaras atados al encanto y la labranza.

El límite descalzo para el hombre de la calle.
La trilla bulliciosa que persiguen tantos niños.
La mugre descuidadamente toda amontonada.
Perfumes olvidados en la cruz de las parroquias.

La santa hermana infértil que cobija a los demonios.
El hijo gordo idiota que no escucha ni conversa.
Los viejos consumiendo cada vela lentamente
y todos los veranos que nos quedan por vivir.

3 de septiembre de 2008

CDXVIII.- Tata Dios



En el fondo de mi ser habitan todos:
con ellos soy el indulgente que conmigo nunca fui.
Porque cargo con sus culpas, me perdonan
y los perdono porque viven en mí.

Atrapo valiente con cada latido
la extensa comarca que sueñan los demás.
Y tengo en la mente un callado imperativo:
convivo con la gente y me dejo llevar.

La tristeza de la tierra me envejece
y renazco siendo niño, lleno de felicidad
donde pasan los años y una larga historia
me entristece y se estremece porque soy la Humanidad.

1 de septiembre de 2008

CDXVII.- Sobras Cumbres



Yo habría querido estar ausente para siempre:
vivir aparte con mis hijas y mi cerco y mi fe.
Pero la lluvia es más espesa que la muerte.
Agua de puerco que encandila hasta doler.

Su cruz de furia es gloria y lumbre sabandija:
me arroja náufrago a la plaza en que camina Jesús,
y veo rodeada de mendigos a mi hija:
se la han llevado las alturas, en América del Sur.

Y me pregunto quiénes son los marginales.
Por qué de pronto se halla inmersa entre la gente común.
Y la descubro sin abrigo a la intemperie:
la veo llorar como si fuese el limosnero más vulgar.

Ahora tan frágil a nosotros se nos hace la vida,
que de pasada va sin cofre ni dinero ni red.
Un día de pronto se ha marchado para siempre mi niña.
Y mi consuelo ya no sirve, porque todo se fue.

Nos gusta Cuculí Pop