31 de enero de 2011

DCLXXVI.- Control de Impulsos


Dejaría de cantar imaginándote
y sería como todos los demás:
cada noche mis zapatos negros
o la luna comparada con el sol.

Ya verás que nunca fui perfecto,
que soñaba desde niño menojé:
cuando todos se parecen a la nada,
y quería simplemente mi papel.

Reprimir una mirada de contento,
simular que todo sigue tan normal,
por dejar de amar odiar al fuego,
para ser hasta la muerte tu fiscal.

Caminar encasillado a la victoria,
darle forma a la deshonra del arroz
y seguir así la vida de memoria,
sin arrugas ni vesícula biliar.

¡Y ahora piden que acelere mi muerte!
No hay posada sin piñata ni tormenta más feliz.
Yo habría dado lo que fuese por tenerte,
para siempre y como siempre, pero nunca me rendí.

20 de enero de 2011

DCLXXV.- Amanecedad


Amó sin esperar
que nadie más la amara,
jugando en primavera
la baraja perdida.

Creía y la llamó
generación espontánea,
y todo lo que obtuvo
fue su propia vida.

Preñada de esperanza
desplegó las alas.
Oyó de pie su nombre
mas no pudo volar.

Llegó de sopetón
la madurez un día,
en oculta semilla
a su vientre de papel.

De niño me dejé llevar
por esa arpía,
y nada: se cubrió
de marcas toda mi piel.

De amores sin futuro
nunca más -gritó-
vivamos, la Jimena:
tiene toda la razón.

Su luz tocó mi puerta
y la dejé pasar:
se fue como la arena
que se lleva el mar.

11 de enero de 2011

DCLXXIV.- Palomaripozanahoria



Alcanzo ya la cúspidelamor:
me falta oxígeno.

No quiero desplegar así mis alas,
que el viento atrapa náufragas:
mis ganas de sentir.

Vivir.

Yo querría que no hubiese libros.
Porque todo nos viniese
para siempre en instantánea
prontitud eterna.

La risa sin coraza.
Las lágrimas huir.

Y el aire que me abrasa:
retículo inflamable,
luciérnaga bendita.

Amar respiración.

5 de enero de 2011

DCLXXIII.- Menos la distancia



Digo péndulo que buscoleccioné:
en la inquietante vibración
de las dudas palabras,
amígdala profunda,
canción terriblemente.

No puedo dormir.

Me fui de aquí llorando
cuando todo era hacia allá,
tan vasto,
feliz sin embargo donde no volvería:
porque el norte del mundo pudiese vestirme.

'Nadie me encontrará'.

Pero he vuelto tan desnudo como entonces,
abriendo paso al íntimo sermón doloso,
fuera luz que nos separa, y peligroso.

Sencilla y verde voz de vidrio manto,
ariete mal cariño calculé,
perdido en su alegría intermitente,
su vértigo filón descubro y mato.

Una noche desperté.

¡Que nos ampare el anonimato!

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