para comer en ese largo camino.
Mandarina, dos limones y un melocotón
es la energía que por algo necesito.
Mi fino vulnerable sueño y lánguido clamor es
la escarcha mandolina que se burla de mí.
Yo, que voy juntando brillo y canto de gorriones.
Yo, que me regaño por las cosas que no fui.
El zorro cosmonavegante a mil millones.
El ángulo que toca lo que vino y va.
El toro libre amante de sombrías canciones.
El griego indispensable volverá.
Y ocho cándidos peones en un mate pastor
es demasiado para sonreír.
Por un grano de panoja repentino ganó.
Ya no quiero ser el ciego cuculí.