Ahora ya sé por qué esa mierda insana
entre los pelos de mi cara y su piel,
con el cuerpo dolor que inmundo mana
de su puerco sudor y mi entrepierna riel.
Preguntaba cómo fue que nos hallamos dormidos,
nos unimos, queriéndonos callados, mujer
y nos dejamos de amar, como si todo perdido,
porque todo ya nada, y casi nada, se fue.
Porque perdida y sin alma me encontré en un bar
a una hermosa que lloraba tan borracha como yo
y la abracé como creyendo que no la vería más,
pero esa noche, sin querer ella llorando me besó.
Ahora cierra la boca que sus labios no mueven:
el polvo se hizo tierra que la guerra mojó.
Melancólica paciencia que murmura y llueve
como lodo mal consejo que seguimos los dos.
Un oso furioso y una eterna flaca.
El insecto imperfecto, en la selva nos picó.
Distinta es la materia gris del toro y la vaca.
Fastidiosos cariñosos, pero yo soy el gruñón.
La cabeza, caliente y en la sien, dos cachos.
Escondida, la desnuda y muerta circunvolución
hereditaria inevitable de las hembras y los machos:
una puta araña ciega oculta en todo rincón.