Le fascina hacer el canto liberal
de la amante besadora enamorada,
cenicienta caperuza caprichosa
de sabor encantador fundamental.
Y me dice que no puede estar un día
sin el hombre que ella sólo quiere más
en divina fina hermosa y perezosa melodía,
“porque somos alma de algo espiritual”.
¡Qué bonito suena aquello en realidad!
Como plácido domingo por el campo,
margaritas luminosas atractivas
de robusta algarabía, de cariño bienestar.
Que si de algo hay que morir en esta vida
por lo menos que sea lindo y por amar,
aunque claro, puede que hayan otras cosas,
pero no hay que preocuparse, y sólo dar.
Yo pensaba utilizar un vale vista, entonces,
de bursátil milagrosa y novedosa virtud,
que me sirva como canje en mis romances,
y me lleve al paraíso en el que vives tú.
Pero tengo diecisiete acusaciones que hacer
y mañana tengo sala y por la tarde reunión,
por la noche tengo turno y no descanso bien,
pero son estupideces, ya que todo es puro amor.