No respondo a las llamadas
urgentes de la policía,
y no tengo turnos de día
ni el domingo a la madrugada.
Hay un jefe que no es tal
porque no me pide nada
y accede siempre a cada
petitorio sindical.
Reclamo si me corrigen
y no doy explicaciones
ni por las absoluciones,
porque nunca las exigen.
¡Que importa la luz roja!
Voy despacio, llego tarde
y me largo con alarde
a la hora que se me antoja.