Cientos de mujeres hacen lo que pueden
(pienso por de pronto en mi amiga Den):
Aman con descaro, fingen lo que sienten,
y nunca me cotizan cuando voy en tren.
Les llegó la hora de que lo comprueben,
antes inclusive, antes del andén.
Yo que considero todo lo que lucen:
alma y cicatrices, tetas y sostén.
Si uno las despide, casi nunca vuelven.
Pido explicaciones, pero no soy quién.
Sienten cuando gritan, hacen lo que dicen:
son tan adictivas como el neoprén.
No les recomiendo que esta noche fallen,
porque cuando piden, somos el rehén:
alga en su marea, hijos que le nacen.
¡Hombres que no saben! Lo soñé recién.
Cientos de gestiones para que nos pesquen:
música en el aire, huevo en la sartén.
Si no las deseamos, dicen que no sufren:
luego nos ignoran como vil guarén.
Nunca les preguntes cuantos años cumplen:
nadie las amaba, nadie estaba bien.
Son las que nos mueven ¡Todos somos, men!
Y hasta cuando mienten.. ¡Je ne regrette rien!
Todo lo que piden: justo lo que quieren.
Ellas nos mantienen. Ellas son el yen.
Plata en los bolsillos. Brujas de Salem.
Y en la tentación, nuestra muerte. Amén.