8 de noviembre de 2014

DCCLV.- Epitafio



Mejicomienza, 
otra vezcondido, 
de nuevaporando 

su muertenebrosa. 


Recita el dolorripilante 
y las cruces, 
lunánime oprobiología 

cardinal.

23 de octubre de 2014

DCCLIII.- Viajeno



El niño que sabía de memoria todas las capitales del mundo ha desaparecido. 

El ajedrecista Mettifogo lo vio en una playa buscabando caracolas azules. Recogía cientos en cacharritos oxidados que ahora guarda como tesoros del mar. 

En su declaración se lee: "Quería ir a Nairobi y participar en el Congreso Internacional de Memorizadores de Capitales del Mundo, cuyo premio mayor era un viaje a Valparaíso, capital mundial de las caracolas". 

Fuentes extraoficiales indican, sin embargo, que no desapareció, que viene navegando y que su arribo se espera para las cinco en punto de la tarde, en el Muelle Barón.

DCCLII.- Gato de Campo

El celular es mío. 

Yo lo había dejado en la calle, justo detrás de la carreta con repollos. 

Esa señora miente. ¡Nunca lo tuvo en sus manos! 

Llamen al teléfono registrado en él como “Mamá”, y va a contestar mi madre. Vive en Montedónico. Se llama Luisa. Ella misma me dio el celular. Lo sacó en Ripley. 

¿Qué, no contesta? Debe estar en el Cardonal vendiendo los repollos. Ella me cuida los celulares. 

¿Qué, contestó otra señora? Alguien debe haber cambiado los números. 

Siempre me están cargando por celulares que no he robado y por mi madre que no murió.

18 de octubre de 2014

DCCLI.- Tele Olvidó



Molinos de viento y luchadores de sumo
distraen la atención con voladores de luces.
El ladrón detrás del juez y las cortinas de humo
siguen los coletazos del diablo vendiendo cruces.

Una pausa. Ya volvemos con los dimes y diretes: 
estamos casi ad portas de dar por fin el vamos 
al tan emblemático Gran Show Domingo Siete,
que se había filtrado y que ahora adelantamos.

Desmiente y no descarta que surja un nuevo caso
marcando la agenda con un antes y un después:
connotados personeros que salen al paso
de oscuros trascendidos, con escándalo y traspié.

Modelos súper bellas de tanto ver estrellas
que luchan por un cupo en la Copa Mundial:
inútil subversivo reflotando esas querellas
que dividen y confunden al alma nacional.

13 de octubre de 2014

DCCL.- ¡Sorpresa!



Una mujer quedó embarazada
de un vedetto enano cualquiera
con el que tuvo sexo -no casada-
en su despedida de soltera.

El hecho ocurrió en Valencia,
y se supo cuando los matasanos
que la atendieron de urgencia
le dijeron que el bebé era enano.

Todo ocurrió a principios de año,
en un hotel del Barrio Sueco.
Mas tuvo que confesar el engaño
cuando llegó a casa con el ekeko.


6 de octubre de 2014

DCCXLIX.- Ex



En realidad,
Paul Mac Cartney
nunca murió
en un accidente
ni fue reemplazado
en secreto
por un doble
llamado Campbell.

En rigor, murieron
los otros tres.
George, primero,
tocando la sitar.
Ringo, después,
borracho empedernido.
Y, finalmente John
con su Heroína.

Todos murieron,
excepto Paul,
sin que nadie lo supiera,
desaparecieron
irremediablemente,
como las flores
y los años sesenta,
dejaron de existir.

Sólo Sir James Paul
sobrevivió.
De hecho, sigue
siendo el mismo.
Aun cree que es
un Fabuloso Beatle.
Aun sigue creyendo
en el ayer.

6 de agosto de 2014

DCCXLVIII.- Mescondí


Al final uno se queda solo:
detrimento paulatino de la lluvia color,
y recoge caracolas carcajadas
para estar junto a la cama de los viejos al morir.

Nunca voy a abandonarte, canto:
caminando se hace vértigo, ventana y ventarrón.
De la mano permanezco siempre
y bailando la que dice más o menos así.

Mi niño me busca mirándome
y yo le sonrío pa darle valor.
Mi niña dibuja una pérgola
y va Luis Emilio llevando una luz.

Que tiene pistilos de música
y estambres de cachorros,
caramelos que escondí
en mi terrome, terrome, tesic, tesac.


¡Terrome, terrome tepún!

21 de julio de 2014

DCCXLVII.- La Canción de los amigos de lo ajeno cidio


Yo, viajando de turista por el parque Conguillío, 
por la tierra sólo nuestra, por mi Chile que es tan mío.
Y llegaron en cuadrilla con antorchas y peñascos,
unos veinte disfrazados de Lautaro y Galvarín.

Se metieron en el fundo de un tío de mi tío
por los cuatro costados, por el borde del río,
y encendieron una hoguera, lo quemaron sin asco
y, entre medio de la gente, un policía de civil.

Ahora le juro que no soy mapuche.
Yo le prometo que he venido a pasear.
Y ocurre que ahora sin desearlo resulta
que soy un indio de la Comunidad.

Yo iba pasando distraído por el curso de la vida.
Era visita de un amigo que vivía en Tel Aviv.
Y estaba al medio de una guerra que no es mía.
Murió una niña, cayó un misil.

Pero le juro que no tuve la culpa.
Yo le prometo que no quiero pelear.
Y ocurre que ahora sin desearlo resulta
que ellos me llevan porque soy de Hamás.

30 de abril de 2014

DCCXLVI.- Sosiego Céntrico


Me pican las orejas desde que despierto.

No sirve de nada rascarse, porque no se quita, sino que vuelve una y otra vez, más intensa la picazón. El basurero del baño está lleno de cotonitos usados para rascarme. Mientras el algodón está dentro del oído, se siente una pausa refrescante, como un orgasmo auditivo, que me hace cerrar un poco los ojos y mirar todo desde una pequeña rendija de parpados extasiados, un breve instante. Pero ahora todo eso terminó para siempre, porque vuelve a picarme cruel la oreja desesperadamente y sin pausa, hasta que ya no queda más remedio.

Desde hace días, ya nada tiene sentido. Miro la calle desde la azotea y logro divisar gente caminando hacia sus casas. Nadie se rasca. Nadie lleva bolsas. Nadie va la farmacia. Todos parecen tranquilos.

Cae la noche y aun me pica. Desde las dos de la tarde hasta el anochecer es la izquierda la que pica más. En la oscuridad, el picor de la derecha se vuelve insoportable, hasta que logro conciliar el sueño, exhausto, adolorido y nervioso, cerca de las cuatro de la mañana. Al despertar, antes incluso de poder evocar la desesperación de la noche anterior, desde que comprendo que ya no estoy durmiendo, comienza de nuevo la comezón inaudita, como si treinta hormigas infatigables hubiesen instalado un tabernáculo ruidoso al interior de mi cabeza e iniciaran sin misericordia la penosa faena que consiste en descomponer mi felicidad merced a aquel hurgueteo incesante que me oprime la voluntad, y vuelvo nuevamente a transitar por la existencia cada día, cada noche, y otra vez me pican las orejas sin poder eliminar la pesadilla desoladora que perdura tenaz detrás de mis ojos. Por eso he decidido ponerle término a esto, acabar con todo y echarme a la muerte y al silencio. Ya no más cotonitos, ya no más hormigas abnegadas, ya no mas zumbidos de insomnio. Todo habrá terminado.

A veces sueño que voy descalzo por la orilla de una playa lejana, y no me pica nada. Es como un paraíso donde no existe el dolor, ni ese tacto barroso que me llena la conciencia de no saber qué hacer ni hacia dónde huir, porque mis orejas, mis oídos y el ruido completo del mundo me acompañan eternamente, siempre, todo el día y la noche, sin desaparecer. Y con los sonidos viene el traqueteo interminable de las hormigas en mi interior picando, rasgando, doliendo sin compasión.

Hasta hace una semana, iba todos los días a la farmacia y llegaba a la casa con cinco bolsas llenas de cajas, cada una con 100 cotonitos que guardaba en un viejo tarro de galletas, desde donde iba sacando dos a la vez cada tres minutos, mojaba sus algodones con agua fría y los introducía en la oreja correspondiente, la izquierda al atardecer, la derecha en la madrugada y ambas al despertar.

Pero no. Ya no puedo más. Acabo de arrojar al vacío el tarro y los cotonitos que compre ayer en la farmacia de la esquina. No soporto esta pesadilla.

Le escribí a mi madre recién. Espero que alcance a leer el mensaje antes que comience esa gente a preguntar por mi cadáver tendido en plena calle, aquí en el centro de la ciudad. De todos modos, ya no me importa nada. Los cotonitos no sirven. Ya no hay orgasmos de algodón. Ya no puedo oír nada ni siento la música. Solo el retumbar perseverante del más horroroso prurito que haya sentido nadie jamás. Lo sé porque investigué sobre este caso en la biblioteca municipal. Se cuenta la historia de un profesor que vivía en Budapest y, desesperado, dolido y cansado, en un rapto de enervación semejante a la neurosis, se había arrojado a la vía férrea de su ciudad natal, sita en las orillas del Rezovo, a comienzos del siglo pasado, luego de haber estado tres años buscando una cura para esta extraña dolencia, que el doctor Friedrich Vulgo llamó: “Mal de Berbatov”.

Yo llevo una década.

Pero se acabó. Ya no más. Adiós, cotonitos de la basura. Adiós al algodón de mis orgasmos. Adiós al tarro de galletas. Adiós a las hormigas de la locura. Adiós.

11 de abril de 2014

DCCXLV.- La Piara



Este es el abogado estrella,
sumido solo en ese llanto aterrador:
aquella viuda retiró su querella
contra el hijo del magnate Senador.

¡Maldito chancho hablador!
¿Acaso defendía el vejete,
no a cambio del vil billete
a su muerto, por puro amor?

Si pudiese cortar su cuello
que gruñe, mastica y se queja
de miserable repulsivo leguleyo.
¡Si no yo, lo hará la pobre vieja!

Se queja porque ya se va
su preciado y amado caso,
porque perdió la oportunidad
de sacarle a nuestro mundo otro pedazo.

Porque ningún abogado desea
un acuerdo sin que éste pase
por sus sebosas manos de seda
y su afán desmedido de clase.

Aunque la víctima sonría al final,
hoza la mierda el cochino cruel
y por gruñir metido en su corral,
es otro puerco el que se ríe de él.

Y va feliz el fiscal a su juicio.
Ya no tiene que ver marranos
frente al juez o besando su mano,
ni querellantes ni desperdicios.

27 de marzo de 2014

DCCLIV.- Arratia


Por esas casualidades de la vida, tuve que ir a la biblioteca de Medicina, en Uruguay arriba, para hallar el libro mágico donde estaba anotada la receta con que sanaría del Mal por Abandono Incurable que padecía desde que había llegado al Curso Fiscal de Leyes. 

Y allí estaba, como dormida esperando ser descubierta y rodeada de libros de enfermería, boca abajo. 

En su honor, sobre la pared, había puesto una flor hermosa, hoy marchita. 

Aunque nunca hallé la receta, el mal desapareció de inmediato, porque viví con ella hasta que dejó de surtir efecto y se perdió la magia.

24 de marzo de 2014

DCCXLIV.- La Marcha de Todas las Marchas


Selva de cemento.
Lluvia ácida.
Mar humano.
Huella de carbón.

Laguna telúrica.
Enjambre sísmico.
Tren de olas.
Fuego abrazador.

Cortejo fúnebre.
Piedra sobre piedra.
Granito de arena.
Silencio sepulcral.

17 de febrero de 2014

DCCXLIII.- Tangorila


Un gobierno militar 
que se autoproclama
genuinamente puro, 
democrático y mandatado
atenta y llanamente 
por el Pueblo que lo llama
y celebra su llegada, 
con un Golpe de Estado.

Un régimen que ordena 
capturar opositores
acusándolos de terrorismo, 
sedición y golpismo,
organiza un aparato 
paramilitar de delatores
y reprime por la fuerza 
cualquier inconformismo.

Un áparato que rinde 
sólo cuentas al Jefe,
al Líder reelegido 
por la inmensa mayoría
y recibe culto mágico 
tan místico homenaje,
cual herencia del Padre 
de la Patria vacía.

Un órgano que censura 
y culpa a la oposición
de todos los males 
que aquejan a las gentes,
y basa su desarrollo 
en la hiperxplotación
de recursos naturales 
bajo tierra y decrecientes.

El Premier te pide que reces, 
que un complot intencional
orquestado por magnates 
del Imperio Perverso
(a los que abastece 
de ese mismo recurso natural),
quiere sacarlo y de paso 
detener su gran esfuerzo.

Es un mando que ordena 
mantenernos en Acción.
Es un órgano secreto 
que defiende nuestra Tierra,
un Sistema que ha salvado 
lo mejor de mi Nación
y que no se detendrá 
porque “esto es una guerra”.

7 de febrero de 2014

DCCXLII.- Volantímido




Navega mi capitán 
en su laberinto,
siempre callado 

como un establo.

Mi niño delicado 
y tan distinto
que sueña en acuarelas 

cuando le hablo
de toda la primavera, 

cuando lo pinto.

Mi luna verdadera, 
como un silente venablo,
cual muda saeta que fuera

pedaleando en su recinto.

Mi Pedro Pablo.

18 de enero de 2014

DCCXLI.- Mudolor



Una lágrima de cera, caracol amarillento
se ha adueñado de mi vida y catarata en flor.
No puedo ni siquiera decir lo que siento:
me lo tiene prohibido el cancerbero pundonor.

Pecador enamorado con un plato en la cabeza,
que se lleva las cerezas y las uvas hacia el mar,
con los ojos cerrados por no ver a la jueza
que le mira y le confiesa que el amor es un Pilar.

He cambiado mi astrolabio por una sandía,
que le ha dado a mi prudencia merecido sobre azul,
porque nunca fue de sabios encender una lantía

y esconderla con la urgencia de un poema en un baúl.

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