MCCXI.- Eclipsepelio

Atrás se van los bellos
instantes de la vida.
De nuevo fueron ellos.
Molestan todo el día.

Le dicen lo que piensa,
critican sus comidas
y tal como comienza
el día, se termina.

Peores que esos cerdos
que nadie más oía,
son todos los recuerdos
de cuando era una niña.

Fue crudo el abandono.
Su madre no la amó:
la envidia vuelta encono
hirió su corazón.

Juré que yo estaría
con ella eternamente
y la amo todavía,
lo sabe bien la gente.  

Mas hay un desamor
que esparce en la agonía
su fuego y es dolor
que en el alma se cría.

La pena me supera,
su fuerza era la mía:
no es una calavera.
Mañana es otro día.
 

MCCX.- La Este

Se asía de una estrella, brillante compañera,
que a veces la seguía camino a la matriz.
Se armaba de un bosque tupido que impedía
cual muro de tinieblas oler su corazón.

Cabía dentro de ella una piara de ancianos
que hablando y riendo la dejaban no vivir.
Dormía despierta y en vela caía
tras nidos sopores y flores sin fin.

Unía los cabos de un cuento sin alma
y juraba que había una estela de dolor.
Yo a veces iba a verla y su brillo en mi color,
se hacía carcajada y pirueta frente al mar.

Tenía una cruz en la línea del mente
y siete asteriscos amputados en el pie,
pero era una clara presencia de rezos
y bezos cerezos en el hueso del amor.

Plagada de rumores, ardiente mente piel,
bailaba con los brazos pidiendo al cielo Dios.
Yo quise el infinito bonito y febril,
que siempre está con ella, mas todo acabó.

MCCIX.- Simplegaria

 

Búscote quiérote
encuéntrote,
que mi voz
permanece en ti.

Cántame
míra levántate
dime otra vez
Cuculí.

Siéntelo, pálpalo,
dímelo,
el viejo consuelo
gorrión.

Sólo velo
tras el velo místico:
vives en mí
corazón.

MCCVIII.- Mascarona

 

A la mar tormenta
de un valiente corazón
se enfrenta,
y en la popa voy yo.

Con una espada
entre la espuma:
su hoja plateada
disipa la bruma.

De mi golondrina,
beso alma coraje,
que es la serpentina
y yo sólo su paje.

MCCVII.- Látexuberante

 

Extenso guijarro
de alas completas,
febril cual dedal
sometido al sol.

Recia maniobra
del gato destino,
fiel de mi libra
calibra pincel.

Fuegolondrina
que dio su verano,
riélalma lluvia,
cometa y laurel.

Naranja, silueta,
marina anacoreta,
alma de mis palmas,
dedo en el ojal.

MCCVI.- No te prives de mí

 

Vértigo en intensamente
luz del sol,
cual farol
que perfuma mis ojos.

Celebro tu llegada
a mi vida y a mi rol
de anteojos verdes,
ordenados y flojos.

Quédate conmigo
que me has hecho tan bien,
busca mi oído
y canta.

Testigos de un planeta
con mareas de miel:
yo no tengo a quien amar,
si me faltas.

MCCV.- Calma de Pantera

Una de las tantas cosas
que aprendí de usted:
se puede oír la voz
de los que no vemos.

Y yo escucho todo el día,
y hasta de noche oigo
el color de sus ojos
con mis manos.
 
Con mi corazón, incluso
cuando estamos juntos
y, cuando lo toco, todavía
cuido el suyo.

MCCIV.- Alma de Diamante

 

Puedes escalar cien veces
la subida principal
o ver cómo el viento crece,
proa al cañaveral.

Noches en fatiga falsa,
exangües de risa
o buscando una mirada descalza,
parpadeando de prisa.

Te espero en el Almendral
detrás de la cortina.
Todo comienza al final
y desde el comienzo termina.

MCCIII.- Carruselfie

 

Hubo un episodio
de completamente luz,
cual águila,
y la cruz del sur
nos fue llevando
a bordo y de prisa
en su oscura carabela blanca,
y leven anclas,
que ya me voy.  

Me perdí entre sargazos de besos,
nubes de espuma,
lunas de queso,
mas ileso todavía un cuculí.  

Y lo siento dentro de mí,
porque brillaba ante mis ojos,
aún lo siento,
porque abrigaba una esperanza,
lo siento aquí,
porque no creo que haya muerto.

Cómo lo siento.

MCCII.- Musical Árido Místico

Un nido en la mirada,
cual pulpa de los siglos
y el torrente infinito
de su recio corazón.

Yo vengo a cantar
el brote de su ser
que ruge fecundo
en el alma del tiempo.

Son manos que tejen
la vida cada día
y el abanicolor
luminoso del mundo.

MCCI.- Ni la balada de yo, ni Jeca

 

Caminar bajo el sol inclemente,
con maletas y mochilas,
hasta dar con quien alquila
en San Felipe, casualmente.

Por una noche enamorada
que se yergue,
la almohada, la suave frazada,
y un albergue,
Rendidos por Valparaíso,
en Cumming, subiendo y sudando.
 

Un Cuculí reserva el piso
y la Pantera todo el día pintando.
 

En mi casa o en la casa de la Yeye,
y en San Vicente los zapatos rotos,
nadie vio la mar dormida desde el muelle,
sólo la vieron Dios, y una foto.

MCC.- ¿Quien se aburre de un alma infinita?

 

Es aquí,

donde todo

comienza a terminar,

y a alejarse

junto a mi:

el espectáculo

risible del mundo

y en lo profundo

estás tú.

Telar fecundo

dónde se mece

un latido del tiempo,

que viene a ser

al paso de la noche,

su avance impreso

en la rueda

de un coche,

cual rotundo

transcurrir

apacible.

Piélago azul,

arcoiris de fieltro,

pestaña

que hipnotiza

al divagar

tan de prisa,

y al caminar

contra el sentido

de la brisa.

MCXCIX.- Petulanteojos cerrados

Somos invisibles
ni queremos ver
el mundo alrededor,
ni a la gente que anda cerca,
porque caen hojas secas,
porque canta un ruiseñor,
porque a veces nos besamos,
nos miramos siempre,
porque todo se hace aire
cuando estamos juntos,
porque nada es en vano,
y en la noche somos blanco punto
y a los otros de la mano
le hacemos un desaire.

MCXCVIII.- Celebral

Hay siempre algo de magia
en la mente diferente,
mas el contorno impaciente
de nuestro deber nos ciega
nos calla a veces,
y nos ata de manos,
nos enceguece.

En seguida miramos
distraídos al abismo
subyugante del ajeno
pensamiento y el color,
maravilla que perfuma
sus ojos, y al dilema
misterioso de quedarse allí.

Y vivir una alegría constante,
un eterno temporal sin memoria
y la gloria de resucitar.

Somos el mar,
que alarga su brazo hasta tocar
la arena tibia y se va,
pensando en volver y recuperar,
en tragarse al mundo
y alejarse solo,
alimentando a los peces
por un segundo.

MCXCVII.- Karmatemática

Todo se parece un poco:
curiosamente
hay algo en todo igual,
en lo existente.

Vivir candorosamente y sentir
de pronto el alivio
de toda vida que volvió
del dilubio.

Evidentemente es difícil
decir quién se lo merece,
si la alegría, si los jueces,
si la agonía o si creces.

Hay que salir a flote
sobre el hombro más seguro
no sólo existe el azote
y el cogote, también el futuro.

MCXCVI.- Ciclopedro Ángel

 

El Nono me habita.
Ocupa mi lugar
y en mi alma palpita:
lo siento al caminar.

Es como el mar,
que anaranjado vomita
lo que necesita
recuperar.

El Nono deposita
eso que tanto extraño,
tranferencia bendita
todos los años.

Sentirlo en mi piel
todos los días
cura la melancolía,
y hablo con él.

MCXCV.- Existen

 

En el fondo de mis ojos
hay un guiño que calla,
viven ángeles vestidos
con palabras de mujer.

Los he visto tan celestes,
desde niño allí en la niña
que naufraga adolorida,
en mi canción de ser.

Ahora sé que me conocen
hasta el quicio del alma
y sólo miran cuando pongo
concentrada atención.

No me dicen absolutamente
nada, pero están.
Y los veo algunas veces
en el ser de los demás.

MCXCIV.- Almagemelización

 

En el corazón todo cabe,
frutas, anémonas y seres.
Existes desde que lo sabes
y por eso mismo lo eres.

Somos tal para cual de tí,
y quien lo sabe a miel:
miel sobre hojuelas y
siempre seré fiel.

El fiel de la balanza,
en un raro secreto:
yo te cuido con mi panza
y mi respeto.

Tú con el claro sosiego,
de ir leyendo y pintando,
como si fuera un juego
o casi como jugando.

Todo está en la mente:
la música y el pasado,
lo que nos será presente,
diferente y enamorados.

MCXCIII.- Rafaela Bauri

Respiras la disonancia
y la haces volar a colores,
llena del sabor de las flores,
y petulante vegetal arrogancia.

Larga vida a tu fragancia
y a su alrededor de burbujas:
lo que no hueles lo estrujas
en el diapasón de la infancia.

Nadie ha caminado lo que tú,
ni tú misma recuerdas los caminos
sino ese paso a paso y la luz
quemando de blanco la copa de vino.

Rafaela Bauri, aventurera del ser
dilapidando el sobrevivir de las horas,
bailarina y flora, artesana, profesora
y todos los sinónimos de la palabra mujer.

MCXCII.- Ardeseo

Vientocarte
y mirartefacto
cuando sigo
el ombligo de tu sombra.

Alcoholerte
y saborearte
por el arte
cuando huelo tus ojos.

Palmirarte
y tocarterial
cuando vivo
el color de tu sangre.

Piensaborearte
y respirartesana
cuando me alimento
de ti.

MCXCI.- Ay, laiquit

 

Me gustan tus ojos,
porque tienen adentro una hojita de canela.
Tus labios,
porque por ahí vuela tu voz de miel.

Tu nariz,
que se parece a la mía.
y tu cuello,
que se acostumbró a mi boca.

Me gusta el color de tu piel
porque huele al tacto suave de la luna creciente
Me gustan tus pies, porque son
los más lindos de este lado de la galaxia.

Tu forma de leer,
porque es como la fantasía multitudinaria
de nuestros ancestros
que pensaron el mundo.

Me gusta tu forma de caminar,
porque puedo seguirte a donde vayas
Tu ombligo porque dentro de él
viven caracoles invisibles.

Tus hombros porque allí brotan
los ciruelos de noviembre
Tu lengua, que me clava
la boca del corazón.

Me gusta tu corazón,
porque parece detenerse.
Me gusta todo, absolutamente todo
lo que tiene que ver contigo.

Me gusta la tibia flor de otoño
que duerme en la comba de tu vientre.
Y tu vientre, que estuvo esperando
miles de siglos porque volver a verlo.

Amo tu frente de mercurio,
que recibe los besos con una sonrisa.
Amo tus brazos que me cubren
el pecho como una lenta frazada de lana.

Y amo definitivamente tus manos
porque pintan el anhelo
irrepetible de cosmos
y el venerable sendero del mundo.

MCXC.- Homenajeca

 

A la ternura infinita,
y al llano afecto brioso,
al deseo imperioso
y al amor que agita,
se ha unido la fascinación.-

Fascinación por tu piel de anacoreta,
que al mirarte entre los ojos y sentir,
se gravita sin caer, cayendo
hacia una ígnea estrella de neutrones.

Fascinación por el engranaje
místico y tortuoso de un reloj sin tiempo,
que es tu mente en cuanto Ente:
almaventurera y fecunda,
rotunda, viajera, diferente.

Y la fascinación por tu corazón
de niña que late en tu espíritu
de chocolate y jaque mate a la vida,
y por tu ser, tu amable y sencillo ser,
en todo el amplio sentido
de la palabra amable,
y en todas las acepciones
de la palabra mujer.

MCLXXXIX.- Not have been here

Yo debí haber estado justo allí,

en el sopor de tu silencio cósmico,

ser precipicio y tenebrosa rosa pincha,

beber aciago cada trago de congoja junto a ti,

y no encontrarnos una noche por albur casualidad,

ni ser extraños tantos años sin amor.

Ser y tiempo en tu honor,

espantapájaros de verde tarde amarga,

medicamento que se bebe al soñar,

ser un consuelo en tu desvelo de pavor,

la dicha planta, flor y brote en tu jardín,

ser tu jardín,

cómo debía haber estado justo allí.

Pero ahora vuelo en tu calor

de candoroso rezo mantra,

soy flamante escarapelo de sortijas náufragas,

y he descubierto que tu cause

y que tu fiel balanza en mí,

se fueron dando, regalando y buscando

para el otoño y para sernos por fin.

Yo no debía realmente estar ahí.

 

MCLXXXVIII.- Sexorcismo

 

 

 

 

 

Un abrazo de sonido para ti,
un amigo de color en el recuerdo
de aquella hermosa caminata por la arena
en la caleta El Membrillo.

Nuestra forma de hablar, de ir vinculándose,
y de saber que no existe el silencio,
sino un suave sonido
de ropas entrellándose.

MCLXXXVII.- Contigo

El Universo está pendiente
conmigo de ti,
su flor amalgamada y mi mente,
la tímida pulsión de sentir,
y tu mirada,
la quieta mirada,
tus párpados, tu frente,
tu vientre de rubí.

El Universo está pendiente
conmigo de ti.

MCLXXXVI.- Baboso

 

Me lleno de temor,
a veces tan a menudo:
me abruma una pulsión
de incertidumbre,
que suele dar quejidos
apagados, roncos
en el fondo de mí
tercorazonada pasión.

No sé por qué
de pronto está ocurriendo,
que la dicha innumerable
de tu amor sagrá-
-doliente me parece
tan lejana y se congela,
se esfuma, se consume
y no la puedo retener.

Y yo que me creía
el más seguro de los hombres,
el mástil en que todas
las banderas del honor
se izaban en recuerdo
de mi Fátima certeza,
y veo que no hay más
que de amargura, comezón.

Ay, cómo quisiera
que mis cuitas se quedasen
ocultas en el hondo
laberinto de la voz,
que nada se supiera,
que todo se durmiese,
mas tengo que decirlo
porque duele el corazón.

¡Amiga, no me dejas de amar!
¡Amor, que no se muera tu dulzura!
Mi flor, mi compañera
mi ternura, mi color,
que dulce me ha parido
aquella vida que yo era,
febril me ha dado todo
y por entero, por favor.

MCLXXXV.- La vida es una minga

Salgo de la escuela y te veo entrar,
miro hacia la puerta y tu también.
Voy por calle Freire hasta el Metro Val,
y estás en la fila esperando.

En Francia con Victoria
hay una casa que
arriendan a estudiantes
de obstetricia.

Miro a la ventana
y estás tú también
fumando y oyendo
de la Ausencia y de ti.

Nunca te vas que de mis sueños
mariposa, no te arrancas nunca,
y siempre que me encuentras
te encuentro feliz.

Como debe ser por cierto la felicidad
en los sueños que la vida pinta,
que uno siente la llegada
de un espíritu y el sol
nos recuerda que tenemos que vivir.

MCLXXXIV.- Mira cómo cambian los colores

 

Hay fascinación aún
entre las viejas bicicletas apiladas,
y los ángulos de hierro que, olvidados
y oxidados, se llevan en las manos
el legado abandonado del tiempo,
los hurtos de una fauna
que no quiere averiguarnos,
ni vendran a acompañarnos
una tarde al cementerio,
con el viento empedernido
de otro siglo que se fue
o la humilde rata tuerta
con un queso en la garganta,
y todos los veranos
que nos quedan por vivir.

MCLXXXIII.- Terco

Dicha la rotunda y más fecunda rebelión
que llevo dentro, desde niño
aquí palpable, insatisfecha
flecha, gárgola y bendita:
la que mata y no medita,
y que contiene entre sus bordes
de marina y fina luz,
una pérgola amarilla
que no logro contener,
y se yergue ante el abismo
de la rara vastedad
con que el mundo se arrellana
ante mi terca y puerca luz.

¡Yo digo No!
Que aquí soy flor:
y mariposa cosa rosa
caprichosa, irresponsable,
ponzoñoza pelacable, majestuosa
y rencorosa, venerable y peligrosa,
prodigiosa voluntad.

Y vino puerto,
terco acerco
su agua cuerpo
y libertad.

MCLXXXII.- Livianochecer

Traga el veneno,
que ya va a pasar:
la rabia y el trueno
tendrán su lugar.

Pero algo de bueno
devuelve la mar
que guarda en su seno
un amor singular.

Tan puro conservo
mi rostro de fiel
e intrepido acervo,
que endulza la hiel.

Y al áspero cuervo
que roe la piel,
le sigue otro ciervo
que trae la miel.

Ninguna toxina
perdura ya en mí,
ponzoña de inquina,
el sopor va a morir.

Rosal sin espinas,
diamante, rubí
de mi alma genuina
y sabor cuculí.

MCLXXXI.- Contú

 

Juntos le hacemos
al tiempo cosquillas,
bote sin remos,
ardor de costillas.

Almas atadas,
fuego de andén,
pan sin mermelada,
espalda sin sostén.

Yo preferiría no tener
que estar tan lejos,
ni nunca esperarte
ni volverte a extrañar.

Pero así nos ha sido
dado por la dicha,
que es plena y pasajera
o eterna y contumaz.

MCLXXX.- Pétalo

 

Que mi bocaminando
te guardelicada
y la dicha infinita
dibuje en tu piel
palabrazaremos
que juntos iremos
los dos de la mano
en estambre y corola
o pistilo de miel..

MCLXXIX.- Juntos es mejor

 

Cuando parezca que el mundo
se venga abajo,
lo voy a sostener por ti.
Y si acaso alguna noche
sientes una pena escondida,
allí estaré para dibujar
una flor en tu pecho.

Quizá te sientas sola una tarde
o una mañana
podrás despertarme con un beso
y puede que no quieras de pronto
levantarte como todos los días,
pero yo me quedaré contigo.

MCLXXVIII.- Valparamar

 

Juraría que te vi una noche junto al mar,
en la arena de Acapulco y Avenida San Martín,
sólo estábamos tu y yo, en el mismo lugar,
sintiendo que los besos no llegaban a su fin,
iniciando de ese modo nuestra forma de amar:
cumparsita, Independencia, la Ciudad Jardín,
avenida Pedro Montt y Proa al Cañaveral.

Antes de ti nadie jamás en realidad me amó:
repentina y dulcemente, me dejé llevar,
recordando la ceniza, tu camisa y su olor,
anotando en mi bitácora colores de juglar,
teniendo siempre justo sobre mí tu flor
inocentemente, y fuimos el momento estelar
anunciado a todo el mundo con genuino fulgor.

MCLXXVII.- Bergantinieblas

 

Dibuja la rabia
una cara demente,
frecuentemente náuseas
y vidrios en la piel.

Oseznos escondidos
tras el daño incalculable
que algunos causaron,
y cólera otra vez.

El ciclo repite
su tono indiscreto,
se adueña del pulso:
no deja dormir.

Como una marejada
le escribo un arrullo,
y encierro en el trullo
su beso de ayer.

De pronto una tarde
concilio tres sueños,
el miedo se evapora
y me infundo otro té.

Mas siento vergüenza,
que no entiendo bien
y un raro vacío
con sabor a hiel.

Se esfuma la furia,
despierto en soledad
y le abro la jaula
pero ya no está.

MCLXXVI.- Myselfie

 

Parece que esas cosas
no hay que vivirlas,
porque cierta gente
nos mira de reojo.

O cierra la cartera,
pregunta la hora,
se ríen con desprecio
y nos dejan de mirar.

No hay que amar jamás
en desatada ni rebelde
primavera enamorada.

Mejor despacio,
"¡Que el corazón..!
evitándole sufrir mejor",
dice la gente

Porque a veces
hay que vivir 🎶

"Se tiene que tomarse
todos los remedios,
ver al terapeuta
y siempre conversar".

Pero yo no quiero
hablar con nadie más
solo con ellá,
junto al mar.

Es como la Amy
de Villa Bella, un gorrión
quieren a la estrella
de la canción.

Pero yo prefiero
irme a negro
cada tres
o cuatro meses.

Antes que dejar
de sentir el placer
de sentir
y vivir a veces.

Porque a veces
hay que vivir,
y hay que sentir
a veces.

MCLXXV.- Abortormenta

Y me he quedado absorto entre tus manos
hiriéndome el ombligo con los dedos,
imaginando amor pintando lienzos:
tus ojos hipnotizan desde el día que los vi.

Y anoche se ha escapado mi ternura infinita,
errando entre la náufraga y artera comezón,
cual ánimo proclive a la perversa inquina
de la gente que no quiere ni te sabe conocer.

Y así me vi privado de su lágrima alegría,
del alma caprichosa que no quiere ser dolor,
del viento compulsivo que situó su algarabía
en una taza pobre de café y melancolor.

No quiero despedirme sin haber amado más,
ni atar a la congoja una dolida y terca muerte
que tiene la virtud de dar piruetas por el aire
con óleo y acuarela en los retratos de tu fe.

MCLXXIV.- Ambulanteojos

 

Todo es extranjero, socio.
Nadie es quieta planta ni cerro.
Todo es forastero y visitante.
Somos gitanos y viajeros.

No hay que ser tan provinciano,
chovinista y cenicero:
que no somos muertos en la tierra
sino vivos y mundanos.

Pues son distintas las gatas,
aunque parezcan hermanas:
como hay sopaipillas keniatas
y balalaicas jaguayanas.

Las fronteras son de papel
si se derriten los hielos,
y de aquí no se alcanzan a ver
si las miras desde el cielo.

Salude a los pasajeros,
que no queda más que un vuelo
y no haga tanto puchero,
que este mundo es un pañuelo.

MCLXXIII.- Papas Doradas

Salón desconocido
que me mira a los ojos
y irradia una lumbre
de besos eternos.

Mirando la llama
ficticia de una estufa,
que es de repente la luna,
la sangre y el vértigo.

Espuma y color
de calor celeste,
culinario y cielo,
Jessica desvelo.

Eterno consuelo
y lágrimas de analgésica
magia en lento vuelo
de luz.

MCLXXII.- Pencalillado

No doy abasto.
No puedo más.
No tengo gastos.
Solo soñar.

He repactado
en La Polar
y quedan lados
por repactar.

No duermo nada,
ni voy al bar.
Mojo la almohada
mas sin llorar.

No voy de viaje.
Debo la luz.
No tengo trajes.
Sólo una cruz.

La mente en blanco
sin libertad,
y me lo banco
en soledad.

Cómo quisiera
ser quinceañero,
ser primavera
y estar en cero.

Pero he vivido
ya la mitad,
y le pedido
al cielo paz.

Ahora no tengo
cómo pagar
ya con mi sueldo
ni el celular.

MCLXXI.- Metropolitanax

 

¡Reguero de hormigas!
Detesto a la gente
deforme, engreída,
comparsa caliente
clamando justicia,
corriendo apiñada
con esa avaricia
que no sabe a nada.

No dejan bajar
antes de subir
y ocupan tu lugar
en este devenir
de trenes y buses
de mala calidad,
de colas y cruces:
de calle y ciudad.

No dan el asiento
a los viejos cansados
ni dicen lo siento,
que van apurados,
que nadie me ayuda,
que quiero ganar
y seguir, testaruda
a la masa vulgar.

Y lloran los niños,
se llena el andén,
cesante lampiño
que canta en el tren:
"La plata no alcanza,
la culpa no es mía,
la fila no avanza,
que vuelva otro día".

MCLXX.- Forgerit

 

Quisiera ser Plutón
detrás de ese cometa,
que oculto en un rincón
dejó de ser planeta.

Borrar de mi memoria
lo que hemos vivido,
y sólo ser historia,
quisiera ser olvido.

Querer ser Dori, allí
en medio de la gente,
decirles que perdí
la memoria reciente.

Que se coló tu nombre
por entre mis dos manos,
y nunca fui ese hombre,
ni nos reencontramos.

MCLXIX.- Oníricolumpio

 


Mi Jecaracola
habita los sueños
que pueblan la noche
del siglo que viví.

Fecunda farola,
iluminalcanzable
el viento camino
que piso al dormir.

Saltando de la mano
los viejos durmientes
en la extensa mañana
del Puerto mayor.

Persigo su luna
cubriendo mi boca
del frio dormido
por verla vivir.

Y vive este juego
que sólo consiste
en unir el sendero
de su aparición.

Me gusta ser dueño
del plan prodigioso
que lleva su nombre
y su prisa feliz.

MCLXVIII.- Explico algunas cosas

 

Yo no puedo de otro modo
y a mis años
evitar querer así cuando la quiero.

Cual apostol paulino
del siglo primero,
navego el mar Egeo de mi Fe,
y publico parábolas
y escribo cartas nobles,
me yergo orgulloso y peregrino
en el ágora gentil del mundo,
al pie de aquel ambón divino,
para hablar de su vida
y su pasión,
y alabar enamorado
su canción genuina,
y anunciar a todo el orbe
su febril Resurrección.

No puedo de otro modo
a los cincuenta
evitar amar así como la amo.

Como un niño adolescente Marco Polo,
atravieso el medio oriente por amor,
y la busco en Cipango
y la encuentro en Catay,
me sumerjo en su Corte de princesa,
tomo nota de esa forma de vivir
en la ruta de la seda del tiempo,
por hablar de su fuego
y su existencia,
para abrir el delicado velo negro
de su loto y de su karma y su brahmán,
y cantar a todo el orbe cuando vuelva
su nirvana de miel
y su cruz reencarnación.

Ya no puedo de otro modo
ser el mismo
pues al fin nos reencontramos de verdad.

No me pidan por favor
que contenga la luz:
ya no puedo sin la vida vivir.

MCLXVII.- Piñén

 


Desnudo voy contigo,
cubriéndome el ardor,
sentado en un bolsillo
de luz multicolor.

Prendido en la solapa,
mirándote el rubor
y el pálpito de guapa
marea que es tu flor.

Yo voy como el arriero
montado en un pollino,
siguiendo aquel sendero
que fue nuestro destino.

No quiero estar ya lejos
del viaje y de la voz,
del mapa, el catalejo,
del poncho, el albornoz.

Sería como un traje
el que te da calor,
tu chuño y tu tatuaje,
tu sombra y tu fulgor.

MCLXVI.- Tuturno

Soy yo mirando inexorable
las estrellas cuando estoy contigo
pero llevo en mi pecho un amigo
son los días en que no estás

Y escondida la mano derecha
busca tu presente sencillo,
el ahora dentro del bolsillo
un hoy que no tiene final.

MCLXV.- Romanza Nacoreta

Yo soy el duende
conejillo marrón
que vive náufrago
en tu ombligo catalejo
y doy piruetas de Colón
sobre una gárgola,
para alcanzar tu cuello
místico y soñar.

Que solo a veces
me habrás visto riendo
en el espejo y por las noches
me sumerjo vial,
que llevo siglos esperando
mingo para dormir
cada día y todo el día
más cerca de ti.

MCLXIV.- Como las caras bajo la luz del fósforo

Tres ramitas Rojas
como de coral
guardan en un cofre
tu forma de soñar.

Bandas de moldura,
fierros hechos sol:
algo que hay adentro
y perdura en lo que sos.

¡Sos tente ligente!
Anillos de saturno,
camapanaranjaula
y pupitre de color.

Eres como un sueño
con ojos de rubí,
fanfarria afantasía:
dueña de mí.

MCLXIII.- Cuculí 9

Que nueve veces lleve
tu rostro en mi plumaje
y, así cuando me eleve,
harías el mismo viaje,
en la misma latitud
mas con otro follaje,
en la callada quietud
de cada mensaje
leído como un leve
rubor de gratitud:
sonrisa hecha de nueve
caritas de coraje.

MCLXII.- Cariñocente

No se olvide del Papá,
que las noches son eternas
y mis piernas aún están
entumidas y enfermas.

Correrían hacia ti,
si pudieran ir a verte,
pero soy un cuculí
y no he tenido la suerte.

Me dedico día y noche,
con ajena vocación
a llenar sin más derroche
mi alcancía y tu perdón.

Pero vivo en una cana
esperando que el sabbad
llegue pronto a la ventana
de mi celda oscuridad.

No se olvide del Papá
que me lloran los sueños,
en que ya no somos dueños
de los niños nunca más.