MCLXIV.- Como las caras bajo la luz del fósforo

Tres ramitas Rojas
como de coral
guardan en un cofre
tu forma de soñar.

Bandas de moldura,
fierros hechos sol:
algo que hay adentro
y perdura en lo que sos.

¡Sos tente ligente!
Anillos de saturno,
camapanaranjaula
y pupitre de color.

Eres como un sueño
con ojos de rubí,
fanfarria afantasía:
dueña de mí.

MCLXIII.- Cuculí 9

Que nueve veces lleve
tu rostro en mi plumaje
y, así cuando me eleve,
harías el mismo viaje,
en la misma latitud
mas con otro follaje,
en la callada quietud
de cada mensaje
leído como un leve
rubor de gratitud:
sonrisa hecha de nueve
caritas de coraje.

MCLXII.- Cariñocente

No se olvide del Papá,
que las noches son eternas
y mis piernas aún están
entumidas y enfermas.

Correrían hacia ti,
si pudieran ir a verte,
pero soy un cuculí
y no he tenido la suerte.

Me dedico día y noche,
con ajena vocación
a llenar sin más derroche
mi alcancía y tu perdón.

Pero vivo en una cana
esperando que el sabbad
llegue pronto a la ventana
de mi celda oscuridad.

No se olvide del Papá
que me lloran los sueños,
en que ya no somos dueños
de los niños nunca más.

MCLXI.- Zarpapillón

No ande con pena,
mariposa en el jardín,
de rosa y azucena,
naranja y colibrí.

No llore su pasado,
pegada contra el muro,
y vuele sobre el prado:
perfume del futuro.

Panales diferentes
la quieren conocer,
los niños en la fuente:
no piense en el ayer.

Que nada está perdido,
la vida es tan hermosa
y luzca su vestido
de polen, Mariposa.

MCLX.- Ruborboleta

Tú me gustas mucho.
Y así conviertes
una lupa en flauta
desde que enciendes
repentina la mañana
con seis abejas
comadrejas fluorescentes,
cuando se siente
dentro tuyo un clamor
que es precursor
de nubes nuevas en levante.

Y cada día me gustas más.
Conforme van
despilfarrándose los treiles
allá en un ámbito
horizonte que se tiñe
de mandarinas
totorales y cantan
las serenatas más antiguas
del color naranja,
en una franja
sobre el mar rubor.

Me gustas tanto que me da pudor.
Aunque no tanto,
porque igual escribo
y me dedico
a dibujar microbios,
aliño y láminas
que luego me preguntan
si llevo algo de tu boca
en la barriga:
por qué será que cada día
me gustas.

MCLIX.- Colorescarcha

 

Todas tus penas son mías.

Las guardo en un cofre de nubes.
Arrimo una lámpara tibia en su honor
y elevo cantatas plegarias,
perdones, bemoles y lunas.

Allí donde el alma sencilla remueva
el tiempo carbón de dolores antiguos,
que luego disipan los vientos benditos
en bajorrelieves de amor y fulgor:
se llevan tu nombre de luces inscrito
clamores amigos de mi corazón.

Todas tus penas son mías.

Lo son desde el aura más clara,
en el inicio de todos los siglos,
antes incluso del parto del sol;
pues somos alisios de buenaventura
y niños eternos para la posteridad.

MCLVIII.- Volemosaico Gaviota

Contigo vuelo náufrago,
distante y sencillo.
Me elevo inclaudicable
peregrino con mi voz,
rotunda nuevamente,
yo alcanzo las estrellas
que un día siendo niño
me hicieron brillar.

Contigo me abro fértil
estambre y nutritivo.
Me vuelvo una granada
de ingentes granos rojos,
y viértome sincero,
macetero de guirnaldas,
abierto hacia la mansa
esperanza de brotar.

Me enciendo contigo
en virutas de fuego.
Pistilos elegantes,
que son el alimento
de un ave mensajera:
poliedro en combate,
desnuda nube tibia
y cariño pantagruel.

Contigo amor florezco
montezco enamorado,
potencia de ciruelos
y pomelos fragantes,
rendido y dando sumo:
presumo que lo sabes.
Porque hay una capela
que quiero cantar.

Yo crezco contigo
y contigo amanezco,
ardiendo sumergido
en un cofre celofán.
Afán de ala certera
que espera su turno
y surca el horizonte
en silbido frugal.

Ardo contigo valiente,
frecuentemente guiño
y soy libro plural,
calcado, guardado,
deseado y corpiño
de un ángela impaciente,
de remoras antiguas
y galaxias en azul.

Y ahora, justo ahora
me alegro petulante,
gritando campanario
en las manos de un loco
que quiere ser tu amigo,
bandido confidente,
y su luz de amor un poco
resplandece contigo.

MCLVII.- Bilivinlob

 

El tiempo al amor no suma
y los besos asfixian,
si el placer es adrede
y bien no se siente nunca,
porque se llora un dolor.

Agazapada tras la bruma
conejos el alma cobija,
arrullo de inocencia leve
que uno conoce si lo educan,
cuidando a su propio yo.

Quién no se vuelve pluma
y algodón si lo acarician,
alma cuando le creen
y sol cuando se acurrucan,
manitos en el corazón?

Ya es tiempo que se asuma
que el afecto que se elija
vive allí donde se mueve
un espíritu que no caduca.
Yo soy partidario del amor.

MCLVI.- Mentón Rojo

Usté es un capullito
de sombras dulces,
un rubor de licor bendito
y una barca de plumas.

La hierba preciosa del oriente,
el alga que recogen los pueblos
antiguos, habitantes del mar,
y el mar,
usté es el mar,
todo ese intenso fraseo remoto,
intermitente y salado del mar..

Usté es la prímula y el éxtasis,
la mente de todas las gentes,
el ignoto abanico circular,
y una metáfora viviente.

La pendiente que nos recuerda,
la fragua que nos olvida,
el multitudinario abejorro alrededor
y una flor,
usté es la flor,
algo frío en el estambre tibio
delicado y serpentín de las flores.

Y a lo mejor..

MCLV.- Monarcansado

Tiene el rey acaso
un cansino caminar
apesadumbrando su paso
en el mismo lugar.

No tiene más poder
que el poder que lo atrapa
y arrastra su capa
sin sentir placer.

El ocaso de la libertad
acosa su pescuezo,
y es un cuervo de yeso
en la jaula de su majestad

MCLIV.- Azúcarrusel

Delfínitivamente mar,
espumaravilla fucsia,
mi cantobogando anuncia
tu vida en algún lugar.

Mercuriosamente luna,
volviendo sobre sus pasos
la noche de los sargazos,
nadando sobre tu cuna.

Caleta Tortelevándonos,
perdidos en un baúl,
bailando hacia las estrellas
en una ciudad azul.

Si Juan Salvador, soñando
volviese a emprender el vuelo,
queriendo tocar el cielo,
sería tu Pedro Pablo..