El juicio era a las dos, pero deben
haber hablado con la
Aceituna. Seguramente ella les dijo que salieran temprano;
que fueran a la Notaría
y que firmaran esa declaración jurada diciendo que todo fue un lamentable
error, que fue ella la que se pegó con la puerta del clóset, que él jamás le daría un puñetazo en el ojo izquierdo, ni la amenazaría con quemarle la casa; y que, si
bien estaba en la cocina cuando llegaron los Carabineros, fue simplemente
porque ella lo había estado llamando todo el día, porque tenía el calefón malo
y necesitaba bañar a la guagua.
Entonces, no habría desacato, porque
fue ella la que lo había incitado a desobedecer la resolución, y eso era error
de prohibición. El caso es que llegaron juntos y estaban juntitos los dos, sentados
al final de la sala.
Dicen que la Aceituna es la defensora
más tramposa de la región, y siempre trama la misma asquerosa maquinación. La Jueza tenía cero ganas de
hacer el juicio, así que había estado mandando palos desde tempranito. Cuando
los vio llegar juntos, sonrió como sonríen las juezas.
-¿Y se hace el juicio, señor fiscal?
Yo venía preparado. Traía al cabo
que lo detuvo, al sargento que tomó las declaraciones, al subcomisario de la
orden y a una vecina, la que llamó por teléfono. Había hablado con la víctima
el viernes. Nada hacía pensar que se retractaría. Claro: le preocupaba que
quedara preso, porque así no le servía de mucho. Debía ya tres meses en el
colegio y en la casa no había ni pañales, ni toallitas húmedas, ni cotonitos,
ni hipoglós.
-¿Había visto usted alguna vez –le dije- que el dueño de
casa ande preocupado porque el ladrón que le robó la tele vaya a quedar preso?
En el brillo de sus ojos y en la
mano nerviosa con que firmó su declaración se notaba que la vida, la salud y la
felicidad de sus hijos era lo único que le importaba. No tenía a dónde irse y
la casa la había arrendado él.
-¡Si no fuera por esa maldita condena de junio del 2008!
El caso es que ya antes del control
de detención tenía prohibido él acercarse a ella, pero nunca dejaron de vivir
juntos, ni de dormir juntos, ni de ducharse juntos, ni de emborracharse juntos,
ni de trabarse juntos en amargas discusiones y peleas, de golpearse cada semana
y de amarse cada día. Salían juntos temprano en la mañana, camino al Cesfam y llegaron
juntos al tribunal de la mano, avergonzados, temerosos y callados; así que
adelantaron el juicio para las once y media.
-¿Hay posibilidad de salida alternativa, Señor Fiscal?
No había caso. La idea era siempre
evitar el juicio; o al menos evitar la pena efectiva. La Aceituna me miraba con
cara de no perseverar. Yo la miré con cara de perpetuo calificado. La jueza mi
miró con cara de tengo que ir al Casino.
-¿Sabe Magistrado? Creo que existe una opción. Como la
condena es de junio del 2008, ya estaría prescrita. Entonces, tiene derecho a
remisión condicional. Si reconoce, serían 541, pero firmando.
El caso es que al mediodía ya iban
camino a la plaza: él podía acercarse a ella, podía vivir con ella y dormir con ella en la misma cama, para emborracharse cada tarde y discutir, para terminar
golpeándose otra vez, para que la vecina llamara otra vez al 135, para salir
juntos de la mano, temprano en la mañana, camino al Cesfam, cantando juntos, tercos enamorados y felices para siempre.