26 de junio de 2010

DCLIX.- Amiga Fábula


Vivo vil navego entre tinieblas,
pero nadie puede amarte como yo,
porque saco de mi bolso solo piedras
y entre piedras amanezco para ti.

Hago fértil un almácigo en mi terca prisión,
lo decoro con su flor de mediodía.
No merezco ser llamado lo perfecto venir,
pero digo lo que siento, yo pariendo.

De mi niña cautivante,
mi delicia calamar,
mi genuina redención,
mi fantasía.

Mi primera ensoñación,
mi alegoría mayor
y mi hermoso tricolor: si digo amar,
navega toda la pulsión de mi alma.

Giro concierto trepidar
de niño y pájaro cabal.

Soy melodía.

DCLVIII.- Concierto Febril



Daría lo que fuese por estar un día allí
atento a cada pausa que me dé tu vuelo,
naciendo nuevamente para ser de ti,
instando alegremente por sentir el fuego:
torrente subyugante y niño colibrí
-zig zag de melodioso trepidar aventurero-
abriendo el aire trino como un Cuculí.

Mitad sueño de locos y mitad de cuerdos:
adentro de las almas todo es frenesí,
camino inexorable para un cielo abierto,
amigo de la fértil realidad pueril
rayana en la locura del amor que siento
en este instante lúdico. Un ferrocarril,
no sé donde me lleva, pero estoy contento:
allí donde nos deje empezaré a vivir.

16 de junio de 2010

DCLVII.- Frenética Absorción Irremisible


Esa fábula me impulsa hacia otro fuego
cual imán alimentando una viruta,
o los pétalos traídos por el largo viento
a la espiral desesperada y desnuda.

Todo lo que existe me succiona,
me arrebata bruscamente del entorno:
su alevosa propulsión que abraza,
me abandona en el capullo de sus manos.

¿Cómo he de evitar esta fluencia?
¿Es que dónde moran brazos aleteando al escapar,
si no existe la energía suficiente
ni deseo retenerme a su canícula pulsar?

¡No me estreches aterido en este mundo!
Ni permitas que mi terco paso pierda su huracán,
porque ya no quiero estar entre su vulgo.
Sólo suéltame y despídeme que ya no volveré.

6 de junio de 2010

DCLVI.- Cientos de palomas en la boca


Allí donde me vaya vive Lágrimanuel:
su rosa ponzoñosa que, adherida a la roca,
camina entre la frágil fina umbría celeste,
delicia que amanece y que perfora sin hablar.

Carezco de sutiles aparatos para ver:
elevo yo las manos aguerrido contra el viento.
Mi mundo se ha poblado de canciones que no oigo,
y todo lo que toco se deshace en el papel.

Podría dedicarme, cancerbero de la noche,
a enviar endecasílabos febriles por el mar,
millones de botellas arrojadas a la playa,
argollas de cuestiones que jamás responderás.

Prefiero contenerme en un océano tributo,
amando y recogiendo, cual pelícano gigante
terrones de calipso prohibido, para darte
la fábula soñada, que no quiero despertar.

2 de junio de 2010

DCLV.- La Novena


Soy el que sigo a cada instante contigo:
lo digo -incluso- cuando ya no estas,
porque yo sé que nuevamente volverás
para saber de aquellas cosas hermosas;
lo que nos gusta compartir unidos.

¿Y qué será de mí y de ti después,
en lo que quede de nosotros entonces?
¿Cómo podré yo arrebatarle a la dicha
tan sólo un poco de lo mágico y sublime?

Me he dado cuenta que en silencio te despides,
que ya te vas porque no hay nada que hacer.
por el camino que prefiero lentamente,
para que el fuego de la furia no se encienda
ningún papel ni se levante el mar,
para que todo nos parezca obvio,
porque no tiene ya sentido tocarnos,
ni la mirada que hace meses reía,
ni los febriles vericuetos de la angustia:
todo ha quedado amordazado y se acaba.

El más genial de los maestros era sordo,
la caminata inolvidable del horror,
la vida misma lleva muertos en el vientre,
y se consume y se consuma sin sentido del humor.

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