Yo no soy cualquier huevá.
Mamá, lo siento.
En el fondo de mis tripas
digo siempre lo que Soy.
Porque tengo una campana
y cuatromil quinientas
ecuaciones y funciones
en mi forma de querer.
Y a la hora de la cena,
cabisbajo solo rezo.
Si no rezo, le hago gestos
con la amígdala a tus pies.
Ya ves.
Junto al plato voy dejando
cuesco, pepa, cada hollejo:
yo me limpio los bigotes
con la mano y el mantel.
Yo no soy cualquier idiota,
porque pienso.
Y me voy por el camino
de borrachos, al burdel.
Donde nadie me hace caso
y aprovecho,
en la barra, le converso
a la mejor mujer.
¡Mujer!
Considera por al menos
un instante
el papel que en este mundo
me toco desempeñar.
Yo no digo que me mires
a los ojos,
pero exijo que te fijes
en el hijo que hay en mí.
¡Por mí!
Se han abierto los estadios
y las plazas,
han compuesto sinfonías
y mesías para mí.
Yo no soy cualquier idiota.
Insisto.
Por si vas a hacer conmigo
objeto de tu voluntad.
Te recuerdo
que por algo existo.
Allá al fondo de mí mismo
está toda la Humanidad.