DCCLXXXIII.- ¡Abre bien tus ojos querida!

Sólo lee pornografía 
en la casa de su tía.
Si la ve durante el día
se le acaba la batería.

Baja pornografía
y duerme en la sacristía.
Vende pornografía.
El padre se lo comía.

Compra pornografía
tras la misa al mediodía.
Sube pornografía
cuando trabaja en la vicaría

¡El mundo dice No
a la pornografía!
Alabado sea el Señor
y a la Penitenciaría..

Ya va a llegar el día
Sin pecado concebía.
A mí me avergonzaría.
Dios te Salve María.

DCCLXXXII.- Orilla

La vida que viene debiera 
ser al fin y al cabo eterna 
porque si así no fuera, 
tendríamos una pierna 
metida en el ancho mar 
(siempre con miedo a morir)
y la otra en la tierra igual:
una muerta y otra aquí,
unidas por un cordón
umbilical impermeable
a la memoria, y con un sable
que las corta sin solución.

DCCLXXXI.- Nueve

Cinco años más 
que setenta:
viernes nueve, 
el mismo día.. 


Cumple Sean 
Taro cuarenta, 
que su padre 
al morir tenía..

DCCLXXX.- Destino era el nombre del perro

Dentro de ese container, 
el mismo trabajador encuentra 
por fin al perro que lleva 
en su hocico el craneo reseco 
de un recién nacido 
en cuya boca había un huevo 
de tortuga relleno con queso fundido. 

La fotografía muestra al perro 
en una jaula de circo, 
dando vueltas sin detenerse 
alrededor de nueve sacos blancos 
de harina de pescado, 
apilados uno sobre otro 
por miserables soldados desconocidos. 

Nadie supo entonces cómo 
se llamaba la madre del niño muerto. 
Todas las tortugas del puerto 
vararon esa noche en la Isla Serrano. 

Presumo que ese era el aroma del olvido.

DCCLXXIX.- Tapia Ronda

Hay una tapia 
de rencor tan delirante, 
que se levanta 
en el oscuro lagar 
donde se pudre 
lo peor de Talagante:
vinagre estiércol
imposible de tragar.

DCCLXXVIII.- El dinero lo complica

Esa gente no practica:
pero predica y le critica 
el peinado a la perica, 
cortado con bacinica.

Su pareja la hizo rica.
La decé le tiene pica.
Su cabeza es algo chica.
(Su mamá tenía el zikka).

DCCLXXVII.- Pélate una papita

Nos vende un collar 
de finas perlas
y pide prestado 
algo de plata 
para ir en seguida 
seguro a ponerla
en las manos 
de Don Sata.

Miserable que sólo
por amargas migajas
dice haber sido 
pobrecito engañado
y defrauda a aquél 
que tan duro trabaja
como todos los pobres 
y honrados.

DCCLXXVI.- Camila 109

Todos los que vienen
tienen que arreglárselas,
porque ya no tienen
por dónde sacárselas.

La casa de la Pichona
es el descueve
y ella lo pregona
cada vez que puede.

Como peo caldúo
que no tiene tasación
ni menos avalúo:
no está en computación.

DCCLXXV.- Cuculibra

Me ciega el espanto.

Laberinto de Minos,
sumido en la oscura

penumbra al dudar.

Fue amargo su llanto

que rompe caminos
y no esta segura

en ningún lugar.

Qué helado preferir.

Que la cama me levante.
Qué avión a Medellín

ha cantado Gardel.

Qué voy a decidir

en la punta de diamante
y un beso conjugar,

sea tuyo, mío o hiel.

Lanzarme Quijote.

Dormir Sancho Panza.
Mi abrigo te cubre

mendigo, al viajar.

Me dejo el bigote.

Me subo a la balanza.
Dieciocho de octubre
bailando en el mar.