Me río yo ante el mundo
de tu labio leporino,
de la tonta de tu hermana
y de su mala educación.
Me burlo de tu clase,
de tu raza y de tus cejas,
me cago de la risa
y otra vez lo vuelvo a hacer.
Me aplaude el planeta
por mis bromas y me importa
un bledo que te ofendas
o que llore tu mamá.
Que soy el comediante
de los grandes escenarios:
me pagan por hacerlo
y no me voy a disculpar.
De niño me encantaba
ser el centro de la mesa,
abrir las ceremonias
con un chiste singular.
En el patio del colegio
atormentaba al niño chico,
lo encerraba allí en el baño
y nadie nunca me pilló.
Escondía los cuadernos
de los torpes retrasados
y lograba que mis panas
me dijeran ¡Si Señor!
Y en todos los cumpleaños
apagaba yo las velas,
y nadie se libraba
de mi fino buen humor.
Es triste que recurras
tan machista a la violencia,
controla tus impulsos,
que el show debe continuar.
Te busco, te cago,
te humillo, terrible,
y nadie me responde
aquí empinado en el altar.
¡Así que no fastidies!
Esta noche te provoco,
la gente necesita
relajarse y el placer
que siente si te duele
cuando lloras de vergüenza,
me llena el amor propio
y que se olvide tu mujer.