29 de mayo de 2006

XLI.- Mirazul


Hoy he vuelto de la niña muerte.
Se distrajo de pronto y huí.
Yo arropé mi verdeveras y vine:
en el agua salada nací.

Ahora quiero vivir en el mar
y criar a mis hijos allí,
desnudo y bendito ser agua,
fluir hasta siempre y morir.

Que había sido de mí hasta esa noche?
Nunca supe ni nada sabré.
Y ha venido a instalarse en mis ojos
marimar en el aire, nadar.

Mi cabeza da vueltas un ancla,
mis dos manos se ponen de pie,
todo es agua burbujas y muda,
aunque gime sumida y le soy.

Pero siempre me miran tus ojos,
me acompañan palabras de ti
y tu brillo que no deja nunca
me ilumina y me ve Cuculí.

28 de mayo de 2006

XL.- Misericordial


Ojo pintado el desierto rumor
de breves curiosos inquietos retratos,
arena serpiente que canta y presume,
secos y mudos, al viento del hombre.

Justo es allí donde cuelga siniestro
mi náufrago siglo perdido dolor,
telar que fatiga, vestida perfecta
y me ignora sufriendo, pero no soy yo.

Sonríe divina prematura la muerte
pequeña, su rústica boca jugar
allí donde cada bandera se inmóvil,
qué sordo es el eco vacío soñar!

Si alguien, entonces, alegre se nutre
de dulce palabra y veneno juglar,
es porque ahora juntos vinimos a hacernos
unidos por siempre feliz el Amor.

7 de mayo de 2006

XXXVIII.- Pacto con ella


Ella me ilumina fuertemente,
considerando cada lámina de mí,
fértil y grácil y rara deliciente,
semejante a la completa periferia del dolor.

Y poniendo minuciosas finas águilas
que parecen artificios de rubí,
que se ajustan como escuálida que goza,
a tan siniestra delicada y tan opaca miraflor.

Nunca se lo he dicho y lo sabe.
Lo he preferido a lo que ha sido mi patíbulo lunar.
Perecer junto a su fuerza de linfática lumbre
y ha llegado a comprenderlo lentamente y dudar.

Voy a curar como latido y artimaña
lo que sordo ha padecido desde niña en soledad.
Es un ojo miserable y extraviado que duerme
en su perfecta gusanía de piraña o vendaval.

6 de mayo de 2006

XXXVII.- Amorí


Llevo dentro muy sentida una litúrgica pena,
serena de batido todo cuanto ha sido en mí.
Y tú que me preguntas y no puedo hacerlo todo,
porque quiero yo alejarme sin dejarte partir.

El can que no vivió y que ha conocido ya tarde,
poblada de aspaviento y receptáculo cariz,
esa lenta primavera de mujeres y niños,
por algo que hay en él que no ha sabido mentir.

Mentir, mujer, porque jamás te fui!
Porque la noche que habitaste era tu sueño.
Porque nunca procreamos a nadie!
Yo soy el hijo de nadie, porque no te conocí!

Olvidémonos de todo cual si fuera fácil
y lo dejamos como está, tú sin hacerlo, mamá.
Abandona esas idiotas ignorantes fantasías
y quitémonos de todo, todo un día sin hablar.

Nos ha llevado por fin la caravana caduca.
La negaba como terco que te quiere, pero no,
que con ella se ha venido la mañana y no deseo
ver la mesa abandonada a la que no volveré.

5 de mayo de 2006

XXXVI.- Serenata solo



He salido del planeta al fin,
y vago ahora por un orbe de penumbras.
La soledad que camina con turbantes,
a horcajadas sobre el alma ungulada.

Cuando viene aquella lengua que maldice,
y que quiere devolverme al océano,
sigo aquí en la multitud ardiente
oscura milagrosa de la noche.

Pero gritan desde lejos, como hienas,
los viejos, los tristes viejos
que han parido entre sus lágrimas la dicha
y ahora nadie, nunca, nada.

Esa es la historia de mi vida:
Paciente riachuelo que todo lo zozobra
y que inquiere como experto curioso.
Llevo lentos coágulos en mí.

Soy un alce al que todo lo alerta,
sin sobresaltos, atinado y solo,
pero infame, recubierto de ladridos
que nunca nadie oyó.

XXXV.- Modelo de Gestión


Hoy he llegado con la intención de provocar un cambio en la idea que de mí se tiene. Saludar en sus oficinas a todos y desearles un buen día o, al menos, una buena mañana.

Pero me siento frente a la pantalla y veo que soy el mismo oscuro funcionario y olvidado de siempre. Así parece que termina siendo todo cuando unes a más de cinco abogados en el mismo edificio: Lo que pudo haber sido un instante fecundo en el Historia de las Ideas, termina convertido en miserable madriguera llena de topos encerrados y ensimismados, contando cuentos y haciendo de la gente el Sujeto Indeseable de la Modernidad: con domicilio, nombre y patrimonio, con algún sentimiento profundo, indigno de mucha consideración y carente por completo de alguna idea original.

Y día tras día, elevamos a la mampostería infame de la posteridad una sartén llena de cuentos oscuros, vacíos, inocuos. Como el viejo cuento del Mar de Ilicitudes, salpicado como una Polinesia, de islas que son los delitos:
“Señora, su televisor podrá recuperarlo si demanda a la persona que lo tiene, pero ante un Tribunal Civil. Imagínese que los delitos son como islas en el Mar de la Maldad; pues bien, las deudas no están en tierra firme, sino que flotan sobre el océano infinito. ¿Usted le prestó su televisor a Juan? Entonces, Juan está en deuda con usted. Pero esa deuda no nos compete, porque no es delito. ¿Me entiende?”.

“Señora, el acoso sexual no es delito en nuestro país. Sería delito si se tratara de actos sistemáticos de abuso de poder, cualquiera que sea la forma de que tales abusos estén revestidos”.

Claro. Todo ha quedado todo muy claro. Y ella pasa frente a mí como pidiendo auxilio, como llamando al mozo luego de ver su cuenta mal calculada, como pidiendo explicaciones ante lo que no tiene que ser explicado sino con el cuento de las manzanas o del Mar de Ilicitudes, que son los delitos.

Pero ocurre que no soy más que un oscuro y olvidado funcionario al que le interesa sólo su vulgar y mal oliente catacumba de topo ciego.

“Hasta luego, señora”.

4 de mayo de 2006

XXXIV.- Hurí


Mujer,
que tienes en el alma una luz
y eres como un avestruz
que baila y que viene a dar
benditas estrellas sobre mí

Y así,
en una botella que tiene
una jaula y más adentro una cruz,
cariñosa matutina sin fe,

me hablas.

Tú.

3 de mayo de 2006

XXXIII.- Bastar Dios


Hay vulgaridad allá afuera:
obscenas vulgaridades.

Vulgar lo que la gente hace,
los que gritan, los que corren
todas las tardes, van detrás

de vulgares bastardos ladrones.

Aquellos que todos los días
escriben su rara manera
de decir el santo nombre
que les dieron en la pila.

Allí donde la gente pone
nombres a sus hijos,
para que sigan haciendo todos

sus obscenas vulgaridades.

Acaso pareció que estoy triste?
Pero no. Sólo lloraba.
Eran sólo palabrotas
que suelo decir a veces,

pero nunca he estado triste.

Grita mi corazón palabras de alegría!

Las disfrazo de gruesas
sílabas de carne
vulgar y de vulgares
pelos, pero voy
como nunca estoy alegre
y soy como así siempre

eternamente vivo.

Es que no se nota?


Si ahora pareció

que acaso andaba triste,
les ruego me perdonen.
No quise importunarlos.

Ya me voy

con mis palabrotas,
con mi llanto de felicidad,
con mi libro y con mis notas.

Con mi vulgaridad.

Soy un d
ios.

Soy eterno.

Soy fugaz.

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