22 de noviembre de 2012

DCCXXII.- Mágico Místico Niño Pincel




Ando soñando primaveras todo el año,
cantando más alto que los pajaritos:
canto en la calle, canto en el baño
y hasta el asfalto me parece bonito.

Me lleva la larga caminata abundante
cual único huésped de un cielo en azul.
No quiero detener mi algarabía itinerante
de flores y césped en campos de luz.

Persigo la misma belleza de siempre,
pero ahora consiste mi vida en vivir.
Amigos que un día se reían de mi suerte,
me envidian e insisten en su herida sin fin.

Pero yo no tengo tiempo para gárgolas de muerte:
soy otro, soy tuyo, son ángel, soy tren
trepando que viene de noche a buscarte
de la cordillera al andén de tus pies.

21 de noviembre de 2012

DCCXXI.- Incluso tú




He venido como el ángel que desnudo diariamente,
dibuja alegremente una figura de placer.
Su luz logra de pronto que toda la gente
dé gracias y se asombre tan sólo de ser.

Y están con nosotros y llegan sin aviso;
te miran a los ojos y cuidan de ti.
Y nos enamoramos, les juramos flor eterna
y decimos al mundo que todo está bien.

Pero un día se alejan pues ya lo han hecho todo:
¡Que se queden un segundo! ¡Que sigan aquí!
Igual nos dan la mano que luego se empuña
y tal como llegaron se van de nuestro amor.

Un ángel vino a verme.Yo fui también un ángel.
Para todos con todos nos fuimos cierta vez.
Amamos y salimos unidos de la cárcel
y dimos un regalo para luego volar.

13 de noviembre de 2012

DCCXX.- Dignidal



Sólo pido la palabra unos breves segundos
porque creo que es preciso finalmente decir
ciertas cosas referidas al destino del mundo
que ha nacido justo el día en que orgulloso la vi.

Hace sólo algunos días frente a sórdida vileza,
no hizo más que un vivo gesto de genuino pundonor.
No conozco otra mujer con parecida fortaleza.
Ni otra semejante a ella en dignidad y valor.

Es la roja caracola de las espirales tristes,
porque nada en esta vida fácilmente le vino:
nunca quiso ir a la grupa y, con la lanza en ristre,
se ha lanzado a la batalla contra todos los molinos.

Yo querría defenderla con un puño en cada mano,
pero no lo necesita, ni le llego a los talones.
¡Que me escuchen al Oriente de la Plaza Baquedano
y que lo sepan los rufianes, testaferros y varones!

Y que nadie se atreva a bloquear sus pasos
de magnífica belleza entre la gente que va
luchando junto a ella con la cruz de los descalzos,
por la hermosa luz que tiñe el alba de la Humanidad.

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