Siempre es mejor la mirada.
Vértigo, ruego, látigo o sosiego,
la sonrisa directamente perfumada:
lo que digo y callo, lo que canto y niego.
La ruda muda frente va anunciando
otras grandes maravillas luminosas,
y el mentón y las mejillas abriendo
una página perpetua que nadie conoce.
Y las sienes en su lugar
apuntando hacia triángulos perfectos:
la mujer de un sueño singular
del cual no quisiera despertar.
La dulce vida cruz perpetua
La que no nos pertenece
y el alma sumida por un ancla más profunda
que todos los abismos donde yace el amor.
que todos los abismos donde yace el amor.