24 de julio de 2017

DCCCXVI.- El Esplendor de la Verdad


Siempre es mejor la mirada.
Vértigo, ruego, látigo o sosiego,
la sonrisa directamente perfumada:
lo que digo y callo, lo que canto y niego.

La ruda muda frente va anunciando
otras grandes maravillas luminosas,
y el mentón y las mejillas abriendo
una página perpetua que nadie conoce.

Y las sienes en su lugar
apuntando hacia triángulos perfectos:
la mujer de un sueño singular
del cual no quisiera despertar.

La dulce vida cruz perpetua
La que no nos pertenece
y el alma sumida por un ancla más profunda
que todos los abismos donde yace el amor.

DCCCXV.- El Jilguero


Se mueren las últimas flores,
pasa el tiempo perseverante,
y la misma música no suena 
al bailar tan buena como antes.

Y busco nuevas vibraciones,
pero el que ha cambiado soy yo
el que no siente ni logra ver
las cotidianas resurrecciones.
¡Voy a ponerme a cantar,
como antes, más que antes,
más que ayer!
Amar es querer, y querer, poder.

DCCCXIV.- Jovencieron



Se van los viejos. Llegó la edad,
por un instante, que fue su huella
y su mirada, que ya no está
desde sus ojos, ni reflejad.

Se escondieron o se van.
Si no se han ido: ya están
por irse lejos esos viajeros,
hacia un misterio, será un lugar.

Dicen que todos vamos
en hilera ineluctable hacia allá,
si no la luna o la esperma
la luz eterna y un fuerte sismo
que ha fijado nuestras piernas
y vestido de lana nuestra vana vejez.


Cerrados al viento los múltiples ojos,
unidos y tiesos al hueso los pies,
cruzamos callados en la panza nuestros dedos
y nos vamos camino del parque otra vez..

19 de julio de 2017

DCCCXIII.- Sermón Tecristo




Hay un navegante elegante, muy afortunado que va mirando su fino bigote por la noche, de Hidalgo Don Quijote, viejo y fantoche, o su nariz de vanidoso, o su amor en el espejo. ¡Que se alimenten de una vida cualquiera, y la usen, debe haber varios locos, manteniendo un poco la palmera, hasta dejarla caer como los cocos!

Ahora tocan y dejando huella en mi latido corazón que duele, los amigos que parecen fieles y son el frío zumbido de una larga estela que va deján dolorosa pestilencia, una tórula de hedor sanguinolento, un raro tono de arrepentimiento, que se rotula y sella, como evidencia.

No merezco el desprecio que sufrí, ni la fría indiferencia de la burla, mas gusanos fríos de tu cabeza vacía pus harán y de tus piernas, felonía. Nada garantiza que uno gane o pierda y a mí esta vez me tocó perder. Finalmente, uno siempre piensa y escucha lo que dice su mujer.

Lo que a mí me daba vergüenza a Silva le dio resultado.

Pero tengo el derecho sagrado de mandarte a la misma mierda. El derecho de perdonarte como idiota, y de volver a creerte confiado y tierno, pero no estoy obligado a ser el mismo pelotas, siempre el mismo candoroso y eterno.



8 de julio de 2017

DCCCXII.- Nunca perdígno



Nadie podrá nunca hacerme nada,
porque soy un caracol invulnerable:
mi corazón que ríe a carcajadas
y mi mente luminosa abraza al mundo.

El cielo incandescente ahora me llama,
la voz que hay en el sol dice mi nombre:
el alma del pasado vive en mi interior,
y soy gigante.

No existe la persona que me dañe,
ni la sombra que pretenda utilizarme,
porque tengo la certeza del Cosmos
y voy cantando amigo fértil para siempre.

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