Cientos de miles de niñas y mujeres
llevan en sus manos un halcón benigno,
el ave de las íntimas pasiones en el alma
por algo más de luz que respirar.
O por gritar, por abrazar unidas
el tiempo que nos hizo amar la tarde:
su música aliviana vuestras vidas
y vuelca nuestros sueños a la calle.
Y en la tarde habré salido a caminar
por el candil de la esperanza más pueril
y al abrigarla en el calor del corazón
se vio brillar el oro canto de los pueblos.
Y abriéndose paso entre flores marchitas,
responden para siempre a la misma pregunta:
¿Qué cosa exactamente seremos esta vez?
¿Iremos a marchar indefinidamente juntas?
Se disfrazan de palomas aguerridas,
se desnudan y son cientos de miles.
Yo he venido a celebrar la vida
y a cantar la primavera de Chile.