28 de febrero de 2018

DCCCLXXIII.- Semeván Gelitos

 

Yo necesito urgentemente
volver a disfrutar el amor
de mis hijos adolescentes,
que han roto el cascarón.

Por la noche, el frenesí
de un instante, nada más,
infinito es para mí,
la bendita eternidad..

¡Que vuelvan a mi casa,
disfrazados de bebé,
que mi corta vida pasa
y una tarde ya me iré!

27 de febrero de 2018

DCCCLXXII.- Aprendímelo



Adoptar como propios los problemas de mis padres casi ancianos. Ya que el futuro aún no llega y el presente se esfuma en cada parpadeo, no me queda más que hacer de mi vida lo que ya fui; tengo que sobrevivir y lograr que mis hijos se eduquen y sobrevivan a las enfermedades y a los peligros: eso en Chile hace mucho tiempo que no es gratis. No tengo más opción. Debí renunciar hace tiempo a mis sueños por ellos y no pude elegir un trabajo que me gustase. Simplemente trabajo y debo velar por ellos. No puedo soñar. No puedo evitar sentir miedo cuando me asustan ni guardar rencor un tiempo si me traicionan. La vida es así. Te va enseñando a patadas. No puedo andar por el mundo dejando brotar lo que siento, porque puedo herir a muchos. 
Pero puedo amar. Amar sin discriminar y sin dividir a las personas, llamando a algunas 'correctas' y a otras 'incorrectas'.
Todos somos imperfectos, pero eso no nos vuelve enfermos.

19 de febrero de 2018

DCCCLXXI.- Champito Champeto




Disfruta del Santo Cielo
y escruta la luz mayor:
chumbeque de dulce vuelo 
adentro del corazón.

La Cocha tiene un secreto, 
raspando en el socavón, 
maquilla tus dos mejillas 
y mira la paz del sol. 

Camina más lento, un poco, 
mis pasos no alcanzarán 
tu prisa de tiza y fino, 
alegre conversador.

Esconde mi libro niño,
que fue mi imaginación:
me llamas con un silbido, 
cantando a Gilbert Becaud.

Que mire la Marianela,
que cante tu Campeador:
pregúntale a tus pupilos
y ordena tu velador.

Disfruta del Santo Cielo,
revisa las pruebas hoy
y deja para el domingo
el vino del profesor.

17 de febrero de 2018

DCCCLXX.- Candil



Mi padre se reiría de la muerte.
Andaría por la calle buscando amigos,
gritando bares por la ventana,
con ganas de mear.

Mi padre sabía que el dolor de la muerte
se apaga cuando encienden la luz,
y amando la vida terca
esperaba el amanecer.

Así es la vida llana de mi viejo:
uno justo en la boca de la rana
y perdidos cuatro tejos.

Partir puteando desnudo una noche,
porque amó la vida desnudo
y daba siete besos para siempre.

14 de febrero de 2018

DCCCLXIX.- Oscuridad de la casa




Quiero dar también las gracias
(aunque seguro tenga pa rato)
a la señora Doña Gloria Alicia,
que se puso en sus zapatos.

Chilenitos que nunca quisiste.
Criar a cuatro niños a los veinte.
Frente amplio de mujeres de Iquique.
¡Ahora y Siempre! ¡Ahora y Siempre!

El Nono por dentro nos es diferente
y tú lo viste morir antes de ayer.
Lo viste cuando diote su simiente:
lo viviste y lo sufriste, mujer.

DCCCLXVIII.- Pedro Ángel



Su vertiente inagotable 
de mágica alegría luminosa,
la que nos dio la vida.

Su generosa forma de irradiar
aquella humilde y misteriosa
carcajada de cada día.

Porque era un Ángel incapaz
de decirle que no a nadie nunca,
y siempre cumplió.

Su valentía optimista,
su pedagogía,
su melancolía risueña,
su corazón,
su Cristo en la tierra,
su resurrección.

Su ensalada a la chilena,
su buen humor,
sus porotos con rienda,
su velador.

El amigo inolvidable, 
el gran conversador.
Su desorden entrañable,
el Pedro que nunca negó.

La tabla en la mesa, 
el cuchillo y el licor.
La Laika en su regazo,
sus ojos de Dios.

Su alma infinita,
su cuerpo y su dolor.
Su vaso con agua,
su Nona más bonita,
su teatro en Pisagua,
su fábula exquisita.

Su insoportable partida,
su vida de profesor,
su recuerdo imborrable,
su descanso mejor.


No ha muerto. Esta vivo.
Se fue a buscar a Dios.
Sólo está dormido.
El candil no se apagó.




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