Una lágrima
de cera, caracol amarillento
se ha
adueñado de mi vida y catarata en flor.
No puedo ni
siquiera decir lo que siento:
me lo tiene
prohibido el cancerbero pundonor.
Pecador
enamorado con un plato en la cabeza,
que se
lleva las cerezas y las uvas hacia el mar,
con los
ojos cerrados por no ver a la jueza
que le mira
y le confiesa que el amor es un Pilar.
He cambiado
mi astrolabio por una sandía,
que le ha
dado a mi prudencia merecido sobre azul,
porque
nunca fue de sabios encender una lantía
y
esconderla con la urgencia de un poema en un baúl.