28 de diciembre de 2007

CCLXXI.- Bolero Tango



Ya no cuentes más conmigo
como el agrio buen amigo
que mató su caro tiempo en ti,
ni busques otra vez tampoco
nada en mí que te sostenga,
que te consuele
o que te llene de eso tenue
que solía yo entregar por complacerte.

Que no viene el aire claro que te llena
sin la fétida tormenta nauseabunda,
ni se acerca el gato niño
que se arrulla entre tus piernas
sin querer que por tu parte
lo atesores y lo quieras,
que hasta el hijo más amado
te traiciona un día
y esa piedra en que tu vida construías
una noche te negó y vendió,
se cansó y se marchitó dormida
como el mágico y rosado carmín.

Porque tu media naranja enamorada
es precisamente y sólo la mitad,
y el amoroso cuando duerme no ama,
ni se levanta en la mañana a trabajar:
yo estoy seguro que algún día
cuando ya no esté
pedirás una migaja al menos,
un beso tibio en la mejilla y una taza de te,
pero la vida ya se te ha ido lejos
y los amigos no te quieren ver.

27 de diciembre de 2007

CCLXX.- Son pajaritos


Se bañan amplios, sacuden sus alas,
ríen y gritan o se cuelgan de un panal,
en que el gorjeo de camisas amarillas
les hincha el miedo cosquilloso y pueril.

Corren el velo de un altar los viejos,
los tristes viejos olvidados del hogar
que ven volar siete gorriones a los lejos:
son siete niños de la mano, y a cantar...

Que cuando venga la alegría amarilla,
la clara y fácil vegetal infinidad,
será en honor de diminutos caballeros
que buscan ángeles en medio del mar.

26 de diciembre de 2007

CCLXIX.- Libra T


Tengo que viajar urgentemente.
Tengo que irme y no volver jamás.
Dar una vuelta por el amplio contorno
que me separa de la fiebre en soledad.

Dormía inhábil, esperando su llegada:
y las palomas me cantaron no vendrá.
Yo, melodías habituales, un tomate
y una apacible casa blanca, dejo atrás.

Todo ha quedado tan inmensamente lejos
que, por lo mismo, debo viajar:
hacer que pronto, plenamente y sin retorno,
se libre amable y por completo de mí.

24 de diciembre de 2007

CCLXVIII.- Templeman



Llegué temprano. Me puse lindo.
Salí descalzo. Reflexioné.
Abrí los ojos. Miré a la calle.
Venía un perro. Me fui con él.

Lamió mis dedos. Le sonreí.
Bajaba a prisa, cuando la vi.
Dolita, triste, cansada y sola.
Sin una risa. La saludé.

No pudo hablarme. Se quiso ir.
Entró a la iglesia, sin decisión.
Tomé a mi perro. Me despedí.
Estuve afuera. Miré el reloj.

La lluvia todo lo humedeció,
mojó mi capa, mi pantalón.
Cuando salía, me dijo ya.
Me fui corriendo por Dimalow.

Tomé el paraguas. Me devolví.
Había un charco. Estaba gris.
Paró la lluvia. Quemaba el sol.
No estaba el perro. Me dijo adiós.

CCLXVII.- Déjala Crecer


Hay un noble cántico perdido en una roca,
una magistral necesidad,
una flor que me fascina y provoca,
y que tiene de la luz la libertad,
la confianza satisfecha que buscándome descubre
el regalo que esperábamos dorado justo ahí.

Pero me voy, después de fáciles y luces,
porque he notado que no siento ya,
que aquel infausto abandonar que a mí me cubre
es demasiado parecido a su inefable no amar.

No me conformo sin llorar: no doy con esto.
No entiendo nada. ¡Yo no quiero ya más!

Si fue posible que una Babilonia luna
se haya venido abajo en gloria y majestad,
¿cómo es que me ha dejado vivo y caminando,

si yo era todo el cielomar de esa ciudad?

¡Que siga siendo! ¡Que se acurruque!
Que todo un íntimo destello le sorprenda desnuda,
arrebatándole, perteneciéndole
y equiparando al animal arrinconado que lucha
con el áspero dolor que eso le causa.

Por desplegar así el instinto de rendirse,
por conocer, por perdonar,
por despertar de noche en medio del silencio,
creciendo siempre, sin pavor y esperanzada.

Por ese fuego sin control, por el placer,
por el terrible y quemante placer
que el aciago descontrol provoca en mí.

21 de diciembre de 2007

CCLXVI.- Siempre



Yo había visto siempre
un faro inmenso alimentado
de frecuente luz perpetua,
con un alrededor de caracol
en que habitaba su magnífica
luciérnaga precisa de calor.

¡Mira, luminosa campana!
Mira el fuego intenso claro y venturoso:
es la miel que nos abriga diariamente
y nos hace su colmena a la vez.

20 de diciembre de 2007

CCLXV.- Anestesis


¿Y cuál es el alivio que sin duda merezco
o el arco más eterno que tendré que atravesar?

No quiero esta fecunda tempestad ni privaciones:
pasar de la dichosa niebla un día a aquel horror
de ver que no hay pirámide ni eterna tumba nunca
y solo espirituales desventuras que se van.

Se olvidan pero toma todo demasiado tiempo,
milenios y periodos glaciales sin edad
que duran lo que tarda la certeza en deglutirse
o el sol de la mañana en alejarse y dar al mar.

19 de diciembre de 2007

CCLXIV.- Todo a precio de huevo


Ella misma ha dicho siempre que consigue
todo lo que se propone sin dudarlo mucho
y la he visto llena de eso que frecuentemente
llevan en el alma las ardillas simples.

El encanto del amor y la felicidad.
La primera vez de cada nuevo día.
Un efluvio de instantánea vanidad
que es eterna libertad ganada en la lotería.

¡Pamplinas! ¡Patrañas!

Tu librito con dibujos me abomina
aunque está lleno de bonitos consejos:
su impaciencia es mala ciencia que fascina
pero te engaña.

Atrapó a la vieja abeja en una turbia telaraña
y un horrible lodazal de espejos
donde espera su llegada la raquítica vieja
vestida como extraña moraleja, sin guadañas.

18 de diciembre de 2007

CCLXIII.- Mágica Epopeya Tritón


Camino en medio de seres extraños,
de cejas que todo lo preguntan
entre cientos de miles y millones

de zapatos y ajetreo solitario.

A eso se reduce mi sensato deambular
por lo que nunca dejará de existir,
lo que porfiadamente dura y se estremece
en un mundo poblado de vigor testarudo.

Me duermo lentamente y ya no voy
a acontecerme como trago hecho batalla
porque el viento reproduce su presencia en mí.

Químico y alado, fatídico y feroz,
amplísimo designio lento y descascarándose
por sobre el animado roedor anfibio de las cosas.

17 de diciembre de 2007

CCLXII.- Cuculábil



Montones de hojas secas
golpean a su puerta
y cierta gata tonta
se resiste a perecer.

Temibles por la noche
le vuelan diez zancudos
que quieren de su sangre
lo rojo, ya sin fe.

El cielo le entristece,
que hay sombra oscuridad:
su vida huele a muerte,
mas todo va a pasar.

Lo malo es que demora
pues viene un día más
de pérdida y ahora
los niños son su paz.

La calle le da pena,
la taza de café
y cada noche buena
lo llama su mujer.

15 de diciembre de 2007

CCLXI.- Obvio


He sido totalmente un alcornoque llorón:
tenía entre mis manos la semilla intacta,
la luz encandilante que llamaba y yo,
cegado por la furia, no la quise hallar.

Venían los gorriones a nacer conmigo
y toda un agua nueva flor delante de mí:
vergel apasionado que inyectando gaviotas,
tocaba mi cabello, más no quise ir.

Y sin embargo quedan en la orilla marcas
de alguna que otra línea que la mar borró:
escrito en el vestigio de la arena blanca
al menos para mí se lee clarito amor.

13 de diciembre de 2007

CCLX.- Ama Luz Ser



Asido a la romántica esperanza
de un cirio amigo pródigo, perdí.
Me resucita limpio lo que cansa.
No hay fuego dentro: todo te lo di.

Y así me fui quemando en oro vivo,
detrás de cada lástima con él:
la cruz y el uso lastre positivo
del ánimo dormido se me fue.

Tú me has quedado atrás: te llevo lejos
y cada noche más pequeña vas
perdida a la distancia y un espejo
te cuida, pero nunca escaparás.

CCLIX.- Ángela Campana Umbilical



Yo viví en un prado rubicundo
espléndido y dorado, sin dolor
de lágrimas inmóviles, el mundo
ficticio que nadie lloró.

Rocío le llamaba a la mañana;
llovizna a cada tarde y por la noche, flor.
Así nos alegrábamos, creyentes,
desnudos en el agua y levitando al sol.

Hicimos de la lluvia un dibujo
de solo copos ángeles y nieve placer:
le dimos vacaciones a las nubes
y al cielo sueño basto otro nombre mejor.

Pero una noche el mar cambió de prisa:
su cántico plateado fue sombra y sudor
sigiloso, que me sigue cual ceniza.
Nací, sencillamente, y nunca más volvió.

10 de diciembre de 2007

CCLVIII.- El Niño



¡Ánimo, Pedrito, que nos quedan cuatro siglos!
Estaré contigo siempre y nos vendrán a visitar
con su espada los piratas de ese largo cuento amigo
que leímos cierta noche y nuestra cala crecerá.

Prodigiosa cantará a ese brillamás de fuego
y en el ancho cielo mar hará de nubes su tonal
para darle aquella pausa necesaria a nuestro juego,
maravillas, correremos y desnudo dormirás.

Por las buenas almas hubo cierto día mil colores
y en las tímidas y cándidas canciones del jardín
latirá una multitud en tu corazón de rosas flores
que es rincón de caracoles para la posteridad.

CCLVII.- Espejo Papel Diamante Cupido



La estrella delicada que bonita buscaba
para el ánimo destino otro ferviente mejor
era alegre fruta mugre que se hacía vinagre,
eyaculando como sangre por la boca su dolor.

La sombra de la dura rima fría y pacata
que la virgen infeliz en una arcada vulgata
dio al oprobio de su madre una María meretriz
y la extensa cicatriz que le ardía en la guata.

De la fiesta inevitable por los besos niños
no quedaba otro vestigio que mi vértigo clamor:
positiva influencia como anhídrido cariño
pero dulce en la solapa el distintivo del horror.

Se la lleva maricona de la mano la muerte
y el mejor de los amigos que no quiero conocer:
caprichosa, quieta, mínima y doliente,
cual delírica impaciente y penitente mujer.

8 de diciembre de 2007

CCLVI.- Cuculírico Valiente Tenaz


Yo soy un holgazán de fieltro,
un raro cormorán dormido,
un signo alado de pudor violín
y voy solemnemente por el viento.

Por el buen sagrado tránsito bonito,
la sonrisa se dibuja en el camino,
como un ángel que aparece y su mensaje
no me asombra porque soy de canto.

Y es la noche mi pacífica indolora,
mi sudor atacameño, mi pequeña más feliz,
de mi dolor cada vez menos y mi cantimplora.
Yo soy todo lo que siempre fui.

CCLV.- Job



Dios me da en el fondo de una cuasimal
sincera indignidad fluctuante:
indiferente se ha posado una alondra
sobre el tímido tejado de mi libro tejido.

Fui arrojado crudo anclado a la vida,
a la baldosa de mi concepción,
por el placer que le provoca la burla
tempestiva que acomoda y casanova, me empujó.

El mocoso un día, a la mañana siguiente,
se durmió en la casa descuidadamente
y absolutamente sin pensar en nada:
por él sería lo que siempre quisiese.

Lo que el destino deparara me vino
y sin aviso de acusete me apuntó,
sin precaver ni la misión ni la duda:
así de extraño es el humor de Dios.

6 de diciembre de 2007

CCLIV.- El Aguilán




Último recodo que cansado no vi,
ciego por la noche de mi fe que latía:
gárgola podrida en la que tanto creí,
vestida de oro puerco con olor a vida.

Porque nada bastará para sanarle,
sólo lástima, desidia y tempestad,
no merece lunas nuevas en el orbe
ni entrar así en mi vida nunca más.

4 de diciembre de 2007

CCLIII.- Hasta Pronto Infinito Fugaz


De pronto había una lumbre que llenaba todo.
La playa en que dormía se pobló de sol
y vi que no era el hombre poderoso y firme
ni el bien amado dulce que merece tu lugar.

La inmensa levedad nos sorprendió desnudos,
cual vértigo de culpa y se desmoronó,
pues nada que yo hiciese me la devolvía,
ni mi beso tierno claro en soledad, el calor.

Y así me acontecía con horror ingente:
la piel de la resaca ya no volvió más.
Se fue hasta lo profundo de la mar muriendo
y me ha arrojado náufrago su desesperación.

Permite que se bañen mis tobillos firmes,
amiga, no te ocultes para siempre de mí,
que arena en donde hallaba caracolas blancas
lleva el mar consigo libre hacia la eternidad.


3 de diciembre de 2007

CCLII.- Que se triste venir




El fuego siento digno de horas llenas
después de cultivar la irrealidad,
seguimos caminantes de la mano:
la duda fuerza inmensa del hogar.

Ayer de ver pasar la risa quieres,
dormida como zángano, te vas:
que siempre estuvo tímido a tu lado.
Vomita come culpa mama ron.

Se ha dicho toda ruda mal palabra.
Debimos olvidándonos al mar.
Seiscientos habitantes no son nada.
La vida que te llena terminar.

El hombre afortunado que descansa.
Pacífica risueña prieto pan.
La cumbre inalcanzable de lo propio.
La dicha novedosa matinal.

Asintomática aura perezosa.
No existen dos maneras delirar.
Su clitorídeo oculta nube niega.
Se come se mastica sé normal.


29 de noviembre de 2007

CCLI.- Amortaja Caminando Perpetua


No debiese haber podido nunca yo
pronunciar toda la infamia lluvia rota
cuya insignia estupefacta es ese idioma
por completo incomprensible que no entiende

nada y nadie que haya sido sino insano
todo raro puto vicio enteramente.

Dejando que prosiga su tejido cansado:
vidrio opaco de la intensa noche estéril,
su trepar de sucia cáscara baldía,
de cubierto crudo incienso rodeándonos,
como sexo pronto mío duro raro y tan inútil,
de campanas prodigiosas que no oyes,
de la gente que se duerme dolorosa,
de los tercos veranos que siempre vuelven a venir,
de la música que ha muerto en mi interior,
de rosadas invenciones en calipso,
y de amor amando amantes amarillos.

Y he querido ser capaz de proferir así callado
comediante al mundo un arte insigne y puro,
como avaro nido inquieto en su fingir completamente
la existencia desde el aire por rendir
toda fragua en extinciones de imposible,
en conciertos de cadáveres protestas
y a la Historia divisiones en la frente,
cariñoso niño fijo como fijas
son a veces las miradas en el tren
de mujeres que se asoman simulando,
y el horror de ser el lecho vacío,
ser el cuerpo mastodonte marchito
hecho linfa para el suero de la muerte
y la eterna lucha sangre de mi sangre
que es sueño y resina salada sin movimiento.

23 de noviembre de 2007

CCL.- Océano Tumba


Al viento del bote, guardó su aparejo
mirándome tibio y pidiéndole al mar:
"¿Qué fue de la rosa dormida langosta?"
-Dorado cangrejo, no sé que pensar.

Si vine algún día, no ha sido por ellos
ni fue para darle sentido al inglés
que, loco y desnudo, en la rada sin dueño
le busca insensato un tesoro a su fe.

Tampoco fue para esconderme en la cima,
cansado y dolido, marchitos mis pies,
porque hubo allá lejos un vértigo antiguo
que súbitamente se quiso de mí.

Largo mal soñar que lastimero produce
las brumas, los cirros, la lluvia al venir
y es como ese látigo añejo, filoso,
de tierra, de angustia, y levanta su crin.

Un viejo que adusto guiaba la barca
fue niño, carnero, conejo y mastín
de lava aferrada a la grieta comarca,
mas todo por siempre ha quedádose allí.

15 de noviembre de 2007

CCXLIX.- No me explico


Hay una frazada que cubre
esa costra en desarrollo dentro mío:
la consignan en el tétrico bitácora
de doscientos caminantes abrazados,
arrojados al designio del mundo,
bebiendo ríos.

Para que el siglo no se esfume de pronto
y vierta muerta su agua puerca vacía,
he desquiciado el contenido del tiempo,
y el arrabal del criminal desconocido
del viento fétido sentido me libra
arrepentido.

Pero conservo mi destino de pobres,
vivo cansado del amargo marco puerto
y se ha paliado ya considerablemente
todo ese urgente deambular menesteroso:
lo que conservo plenamente de mí,
yo ya lo di.

14 de noviembre de 2007

CCXLVIII.- Aquí estamos los trece de octubre


Mágica inconclusa que nos fue de pronto
ánima de todos los que estamos aquí,
ráfaga impaciente del destino tonto,
ínfima, doliente, delicada y es
águila que siempre nos hará vivir.

Irnos por el agua que tu mano llore,
niña, no queremos olvidarnos de ti:
éramos la tarde de las trece flores,
sangre de la vida que se va feliz.

13 de noviembre de 2007

CCXLVII.- Vértigo Quimérico Caduca


Es tan rara la extrañísima aventura:
riachuelo y primavera cotidiana.
Es venganza de los tiempos habituales
en perpetuo convivir de cancioneros.

Es de andar así sumidos y felices
o de ver cómo se acaba inexorable
con vosotros, delicada, sutilmente,
siempre virgen, sola magia, la belleza.

No podemos conciliar, amiga miel,
tu abundante marinar con las solapas:
él nos sigue y nos consigue hasta morir.

Mas se extingue con los años y callamos
el deseo inabarcable que nos ata
y nos promete vielodicha sin final.

10 de noviembre de 2007

CCXLVI.- Vida Mira Bien


A ver amiga ven que de soñar por mí
es más frecuente que el motor de la alegría
por el encanto que sin aire nos dejaba
vaya a dormir incierto polen cada día.

Y por de pronto me ha llovido la existencia:
soy el contento más agreste y tengo pan,
con aceitunas y me siento yo a la mesa.
Tu canto bueno me convence más.

Ahora elevemos la pasión elemental,
lo que sangre inunda tumbas y revive
de aromática visible y fierecillas.

Miles de manos han compuesto mi mural,
su marca lleva el estertor inconfundible
de toda sombra y su imperfecta maravilla.

7 de noviembre de 2007

CCXLV.- Arremolina Vida Mínima Imposible



¿Dónde estuvo el sueño niño, claro impertinente?
¿Y a dónde fuese el sol felicidad, mi agradecida,
por ancho grillo y luz, su veleidosa mirándome?
¿Se fue por fin del agua y a la vida tan frugal?

Desnuda por el mar en mi presente tan radiante,
la luna que era pan y de Afrodita se vistió
su flor de alegoría, y el rubor de la vertiente
un tibio mirlo día, la hizo mía y se fue.

Azul y enamorado virgo trigo quise ser,
sin dar, sin conocer ni descubrirle siquiera:
mi niña flor de lirio y repentina tan feliz,
su beso paulatino me acercó y lloré.

De cómo el miedo náufrago en extraños enemigos
me va tocando párpado, barriga y peroné:
mi digno cohibido, arrepentido y solitaria,
la púrpura bendita y prodigiosa que soñé.

6 de noviembre de 2007

CCXLIV.- Míntimo



Pedro vive dentro de su hermano Pablo,
concéntrico perfecto sin poderlo ver,
unido a sus entrañas en un hueco incorporado
muy raro, aprisionado y enclaustrándose con él.

Los brazos mueve dentro de la piel del otro.
Su sexo inerte muere y no conoce el placer
que sólo siente cuando el fraternal lo cubre:
su armado brazo fuego no penetra bien.

No siente el corazón que da un talán eterno,
gritando por la noche que no acaba jamás
y mira con los ojos de un excéntrico probeta,
creyendo que la vida es sólo féretro y umbral.

Nunca ha visto nada de lo que hay afuera,
que nadie sabe mucho de su ser siamés,
y Pablo se ha olvidado de su interno Pedro
metido dentro suyo en la penumbra total.

2 de noviembre de 2007

CCXLIII.- Trémolo Vibrato Liberté


Si vas a enamoraros de las niñas feas
de ralo corazón y de sus calles, queda
detrás de una impaciente coincidencia, fama
llorando calcinada y sin ningún valor.

Temblor que le apabulla con gorriones tibios,
azul y disparejo por su sombra palidez.
Canción que ella trinaba y, caminando sola,
trocaba por el alba su bemol a Dios.

La briosa reticente funda música y marea,
bullicio comediante que ha dormido en un lugar
cual fruto inolvidable, embelesado y, de pronto,
su aliento que me inunda. Yo me voy a enamorar.

1 de noviembre de 2007

CCXLII.- La Goga



Hubo un largo día,
cuando todos estaban en el patio:
las buganvilias llenaban el aire
y la vida de púrpura resonancia flor.

Gritaba el entusiasmo
y mordíamos la carne sin ver,
atentos como ciegos al sonido
inmaculable de la dicha celeste.

¡Cómo se vestía la Reina Madre!
Bebiendo y trayendo, en una bandeja,
ladina y graciosa, mi queso y mi pan.

Ha pasado tiempo desde aquella tarde,
y ya no lo recuerdo, pues mi abuela vieja
no me reconoce y si la llamo, se va.

30 de octubre de 2007

CCXLI.- Y comed todas de él


Yo supiera borrar la imprudente manía
de lleváterlo culpable a la boca
de postrarte callada, desnuda ante mí,
cual izcariota arrepentida por la casa.

Pero las ostias son amigas de Dios:
van imposibles, extraviadas en el aire
que te alimenta hermana mía de verdad,
y se lo lleva el huracán en una taza.

Donde nadie lo notaba, sigilosas,
las arañas te llamaron y gritando,
comiendo se llenaban en la mesa de dolor:
tú, de lechugas, sin saciarte jamás.

Es amargo el felón, espejo mudo y borroso,
que de niña tras de ti va corriendo
que te sigue donde quiera que vayas
y tu madre no te ha visto llorar.

29 de octubre de 2007

CCXL.- Que no se me quite nunca


Ya no voy teniendo sin ninguna nada prisa
barba que de estética primero lo mejor.
Siento privilegio coincidencia fui creciendo
y hétenos aquí, tenaz al viento roedor.

Mal hebrón que le ha curado toda su existencia,
rompe en furia noria peligrosa y marcopol.
Quiere que se entienda recomienda y todo casi
viene a la memoria la palabra sin honor.

Yó no quiero que mi niño pálomino pierda
ni que prenda su tortuosa libre capilar,
porque basta con que diga lo que la cabeza
duerme piano cuerpo su cuaderno di mayor.

Ha llegado el día en que política no mansa:
tripa que concita multitudes en el plan,
tal que como cansa ni la danza maraville,
brilla que construye su ingeniosa terminé.

25 de octubre de 2007

CCXXXIX.- Trinolvidable


Una química pasión desobediente,
la de curiosa algarabía ritual,
bruscamente ha pronunciado mi nombre
y desnuda se ha hecho de mí.

Es mi fábula bonita que conviene
como el arte gratamente admirar,
y da al mensaje intempestivo buscando,
que no tiene ni rencor, profundidad.

Primigenia militante de mi boca,
melodía que ganosa y natural
llena parte de mi tonta penita
con canarios que me invitan a vivir.

24 de octubre de 2007

CCXXXVIII.- Ñoño



Porque duermes rendida en el oro
y en la plata que sueñas de mí,
yo me lleno de clavos y lloro
cada noche, desnudo por ti.

Vivo alerta, cautivo y palomo
esperando impaciente mi pan
y hago intensas flexiones amando
pero nada consigo al final

Ya no fui definitivamente tuyo.
Fui taxista vivaracho y fui clavel,
fui tu silla plateada de ruedas
y otras varias tonterías, pero no.

Me quedaba vacío en la pieza
despidiendo ese extraño calor,
tremebundo caballo de fuerza,
de viril huracanado y tú, lirón.

17 de octubre de 2007

CCXXXVII.- No puede haber nadie en este mundo más feliz



Yo tuve cuando niño un perro homosexual. Aunque no sé cómo se llaman los perros que se sienten atraídos por los machos de su especie. Era un kiltro castaño y enano, lleno de furia y muy vividor. El aguatero lo drogó con una albóndiga envenenada a comienzos del 85. Era un perro excelente. Cuando llegó a la casa, yo tenía 11 años y juraba ser el Hombre Increíble. Andaba por las calles escondiéndome del Señor Mac Gee, ocultando mi nombre y buscando la fórmula para controlar al horrible mounstro que llevaba dentro. Yo era el regalón de Eduardo, mi tío, sobre quien quiero contar una breve historia..
Eduardo es el hermano mayor de mi madre y el único varón. A fines de diciembre del 75, se había casado con una hermosa Iquiqueña diez años menor que él, llamada Sonia Ana María. La vida siempre le dio la espalda a mi desafortunado tío. Podría decirse que, aun antes de nacer, hubo fuertes impulsos negativos incitados contra él por su destino. No todo le salía mal, pero nunca a nadie le importó aquello que le resultaba, salvo a su amigo del alma, Jorge Ortiz.
Tenía Eduardo, por ejemplo, un hermoso cuaderno en el que había anotado el resultado de todos los partidos de fútbol profesional jugados durante los últimos 250 fines de semana. Había, además, grabado, registrado, compilado y guardado en rigurosa colección numerada más de tres mil temas de música popular contemporánea, que sólo él oía. Si perdía un juego, reventaba en furiosos trances desesperados y arrojaba el dominó por los suelos, se encerraba en su pieza y nunca más volvía. Para nosotros era lo más normal del mundo.
Hasta que se separó, me quedé en su casa para ver Hulk, todos los martes por la noche, haciéndome el dormido, en plena madrugada, y sentía cómo Eduardo despertaba, a veces, para orinar dentro de una botella de Fanta. La Sonia nos daba la espalda, indiferente. Era cariñosa conmigo, y no le importaba mucho mi presencia en la cama. Pude haberme quedado la semana completa si hubiese querido, pero siempre encontraba algo más divertido o quizá simplemente me aburría de todo. Era lo normal.
Para sus cumpleaños, Eduardo le compraba a su mujer discos nuevos de vinilo que a ella no le interesaban en lo absoluto. Los colocaba luego, inopinadamente, en su discoteca, entre otros supuestos regalos musicales para la Sonia Ana María: Barry White el 78, Earth, Wind and Fire el 79, Village People el 80, Ten Year After el 81. Puras reliquias. Puros clásicos. Para nosotros era lo más normal del mundo.
Eduardo debe haber asistido, sin excepción, a todos los compromisos que, en Cavancha, cumplieron los Dragones Celestes durante la primera mitad de los 80. Siempre refunfuñando como irascible espectador e insultante crítico del desempeño referil, se instalaba en la galería Sur de aquel hermoso hipódromo construido en la época de oro, frente al mar, y convertido después en estadio de fútbol. A varios de esos encuentros lo acompañamos nosotros.
Cierta noche, en su auto nuevo, volviendo acaso de un empate sin goles con Trasandino o de alguna estrepitosa derrota propinada por Everton de Viña del Mar, exactamente en la intersección de Genaro Gallo con Pedro Prado, en Playa Brava, pasadas las once, un motociclista pasó con roja y lo impactó de lleno en la puerta del copiloto, elevose luego sobre la carrocería y concluyó su periplo muriendo más allá de la bocacalle.

Ni él, ni el Wolswagen rojo, ni su suerte superaron jamás tamaña colisión.

Para colmo, en septiembre del 83, un incendio destruyó el hogar común y la Sonia tuvo que volver a su casa familiar en la calle Thompson. Nunca supe exactamente qué provocó el siniestro, pero sí aquello que el siniestro provocó. Todo se consumió entre las llamas: los discos de vinilo y el matrimonio infeliz.
Fue entonces, cuando ya vivíamos en El Morro, que la Sonia y el Pancho, varios días a la semana, pasada la hora de las noticias, iban a esconderse a mi casa por las noches. A las 9 en punto, mi papá aparecía desde lejos, por Wilson, llevando un Advance en la mano, el Control de 35 y la Coca-Cola de litro en una bolsa. Pasadas las 10, llegaban ellos, nerviosos, apasionados, y a las 11, el sonido inconfundible del Wolswagen rojo daba comienzo a la separación transitoria de los enamorados: farsa infortunada que duraba dos siglos para ella y dos segundos para mí. Todo se iniciaba y terminaba cuando se abría la puerta. Apenas Eduardo llegaba, el Pancho se metía en nuestra pieza nocturna.
Yo sabía que íbamos a conversar sobre galaxias que parecen estrellas y planetas que parecen soles. Nunca dejé de hacerme el dormido, cuando todos dormían, y mirábamos por la ventana, a media noche, el inefable cielo nocturno de Tarapacá. "Cuando la luz de ese sol en viaje partió hacia nosotros -susurraba-, la tierra aun no existía", y me dejaba pensando.

¡Qué maldito tiempo es aquel que tiene dos lugares! ¡Y qué breve escondite insensato despertó todo aquello que vive en mi mente hoy! Oscuro desplegó sus estrellas a través del ventanal, un vértigo de sombras y la desmesurada alfombra de campanas por donde surcaba felino mi pensamiento infantil, creyendo Eduardo que ella aun lo amaba, que estaba sola y que dormíamos todos en mi pieza. Fue por esa época que mi perro salió del closet y se enamoró del Chascón.
Eduardo permanecía en mi casa un par de horas, alrededor de la mesa, con mis padres y su mujer, que simulaba y reía.. Cuando el Wolswagen desaparecía tras los edificios, la velada cósmica terminaba para mí y comenzaba de verdad para mis padres su cómica labor de alcahuetes.
No sé qué misterioso designio llevó a mis padres a ocultarle como adolescentes aquella misteriosa pasión encandilada y llena de arena, que tanto daño le hizo al final. Yo pensaba que ese amor debía ser de verdad; veía que el humo del cigarro se acercaba y seguía la línea de sus labios, en medio de la noche, y que el hielo del licor, donde quiera que estuviesen, se disipaba y se derretía, cuando él se emborrachaba en soledad.
Ahora quiero encandilarme de nuevo y ser el niño extraviado bajo el dulce rostro quieto y difunto de las estrellas pálidas: esperar el momento en que llegaba Eduardo en su auto rojo y pensar en el Cosmos, durante aquellos días terribles en que su mujer se enamoró del Pancho.
Vivieron juntos dos veranos quizá, los más hermosos de mi niñez, mientras los perros retozaban en el balcón. El año 84 pudo haber sido el más feliz de todos los tiempos, pero una mañana todo terminó.

Era obvio que el Chascón hacía el papel del macho en la pareja y que celaba a mi perro todas las tardes. Entraba a nuestro departamento del cuarto piso y se metía en el balcón del comedor, cruzaba una delgada bloqueta de cemento que lo unía con el otro balcón, el de mis padres, donde lo estaba esperando su amor libre y se dormía junto a él, lleno de paz. Para nosotros siempre fue lo más normal del mundo.
Y en la noche, llegaba Eduardo, ansioso por encontrar su desamor; se iba mi perro para retozar con el suyo y entraba el Pancho sigiloso a mi pieza para hablarme de Neptuno. Despertaba luego el Chascón desesperado, hablábamos del Universo sin parar y el Camilo dormía a mis pies. Cuando Eduardo se iba, entraba el Chascón a la pieza, aullaba triste por el amor de mi perro desde su balcón, y desaparecía de pronto el Pancho, para ir besar a la Sonia Ana María, que estaba embarazada.

Como a la una, mis padres despedían, hasta la noche siguiente, a los amantes que vivían a tres cuadras, y se iban caminando.
A la mañana siguiente, el chascón resbaló desde el balcón y se reventó la cabeza contra el pavimento. Mi perro y yo lo vimos sangrar por los ojos y sufrir la agonía y el desconsuelo de la muerte. El aguatero dijo que había que arrojarlo al mar atado a una piedra, por maricón. Y así lo hice.

Yo vi que logró salir del saco, pero no pudo derrotar a las olas.

10 de octubre de 2007

CCXXXVI.- Persevera


Hija de bandera diminuta y compañera,
mi canción abandonada y desmedida al final
es por todas las mujeres que se unieron a tu fuego
en el mar de las cenizas que de noche te abrigó.

Luna y candelaria que, escondida de pronto,
va llenando mi pasillo en puntitas de pie
y en la sala de las furias nos llamaba llorando
tu destino mar siniestro y su fermento de Mujer.

Y es que nunca eternamente dejaremos que ese sueño
viva sin pertenecernos por entero y sin saber
qué había dentro de la cándida sorpresa luminosa
que guardabas solitaria por tu padre y con él.

Amiga de las aves que reposan calladas,
no te duermas todavía, porque hay mucho que hacer,
porque nadie ni yo mismo sin el agua de tu boca
viviría maldiciendo lo que ha muerto por ti.

5 de octubre de 2007

CCXXXV.- Oda al Jueves


Almizcle furibundo y mal dotado
de las fértiles destrezas matinales
y de todo lo mejor que hay en aquellas
cosas ya perdidas y olvidadas.

Cómo vuela la canción de las personas,
de esas buenas y sencillas que se dan
cuan de pie y a la distancia de sus ojos,
van brillando y son profundamente mar.

Y hasta huelen ese piélago imposible,
pues lo saben de sargazos desnudos,
y el coral acontecido y más profundo
es terrible magisterio y rubicundo pilar.

La noticia cariñosa es que las lilas
ya se han ido de la mano como nubes
a divertir, la bailarina y la blanca,
para alcanzar la luna nueva por fin.

CCXXXIV.- Todo ocurre cuando no me pertenezco



Te pareces a mi fértil candorosa primavera
y a la tímida silente y estimúlica visión:
glamorosa fantasía que fue vino y compañera,
melodía sinfonía y camaleón caparazón.

Permanente pesadilla de rosadas habitudes,
de limones y de sexo que no sangra jamás.
Yo no quiero por ahora mentiroso proscribirte
ni tampoco claramente todavía despertar.

Allá encima de la mesa, en una pieza vacía,
la tortilla y el habano que se apaga pertinaz,
tu poder y las maletas olvidadas en el patio,

y en la extensa carretera del cometa y el placer,
va tu nombre que se esconde, prodigioso minotauro:
yo descubro que no has sido indiferente para mí.

CCXXXIII.- Milka Flánega



Llegan especimenes y moscas o primates
de cada sitio claro en que lamiéndose me van,
violentos, compungidos, escondiéndose de nadie,
ecuánimes avaros son los raros del café.

Palpitan cada mística quimérica ridículo
novena pesadumbre con la cara de mujer
y consiguen que mi espíritu se vaya de tan lejos
o vuelva de improviso con el rostro a calcular.

Todo contenía un orbe inmenso imperturbable
mirando y deseando y pidiéndome tener:
camina todavía sobre el agua de su ropa
la desnuda casi bélgica delante de mí.

Llenándose de insignes ominosos tormentos,
la vida fantasía fue imprudente mal tarot
y amando permanentemente el óxido y la nata
un día simplemente nos ha dicho adiós.

1 de octubre de 2007

CCXXXI.- Pura Boca



El inmenso intestino metrópoli yo,
en el pueblo asesino y minero de mí
se ha instalado en un ámbito negro,
entre diente, saliva, picota y candil.

Habituado a su químico zángano
de polluelos y ciegos y gente comer,
castigándome, cuídome y sangro
en mi modo de ser y placer.

Su herrumbre perpetua me quema,
de pesada a posada y cansado roer:
va marcando en mi boca su emblema

de tiempo, convento y lamento de ayer,
que socava su nido y mi vida de pena
en la boca que canta dormida, mujer.

26 de septiembre de 2007

CCXXX.- El título no puede quedar vacío



Ya se ha dormido enteramente, camarera,
lo que dudar nacido látigo nevó,
porque no quise descubrir detrás de todo
la comisura de tu boca trigal.

Pero no puedo hacer del ánimo raído
mi residencia amiga dentro de ti,
yo que miraba mentiroso a la tierra,
simulo y grito una morada moral.

Tú por mirar el escorbuto de la gente
y enemistarme tanto más, llorabas.
Yo el ademán y la canícula llovía
que desde un alto la marcha, morir.


25 de septiembre de 2007

CCXXIX.- Mecolo Coloco



La dúlcina velera me ilumina nuevamente
pues quería abrir mi sueño de pileta y trinar,
su flor de alma jugosa, acariciándome llovía
la vendimia poderosa de saludo y tambor.

Por abrir la cama cápsula al dormir con ella,
hendido el aro mágico en sudor y su piel,
su festín de cada día era el reverso nebuloso
y convexo que iba amando mi sexo violín.

Orfebre y dama tibia en alcalina costumbre
que busca, viene y va su urbanidad pasajera,
mi lástima ligera al abanico de la noche
y cosas que la tarde tiende siempre a olvidar.

22 de septiembre de 2007

CCXXVIII.- Chicharra Muere Cantando


Muchos de nosotros en cánticos,
en el coro de la escuela dos,
básico, folklórico y mágico.
Me aventuro y quiero ser profesor.

Cierta clase de música,
esa que se canta en la O,
tiene de cantantes a afónicos
sin texturas contrapuntísticas.

Furia sándalo sencilla y parlante:
nos amamos en un altillo,
nos reíamos cada uno a su modo.

Rara forma de alegría ignorante
que cantamos siendo niños
y después se ha olvidado todo.

20 de septiembre de 2007

CCXXVII.- Marchaos




Hurguemos en el rancio desamparo
del orgasmo, del hastío y la dicha,
cayendo a media noche calcinados
al cloroformo del infierno glacial.

Sin más palabras que las viejas palabras,
sin otro deudo que la masa banal
de su costosa fuerza gárgola maldita,
su recia casta porquería y morir.

Ahora me marcho con el fuego en la garganta:
canto y planeta que no tiene mar,
un poco vástago y mendigo en silencio,
sin dar aviso a los amigos, me iré.

Al otro muro vertical adyacente,
a aquella fuente que alimenta otro solar:
la que se llena de miradas y camino
echando flores por dolores en un manto colosal.

19 de septiembre de 2007

CCXXVI.- Jolgoria



Todo se cubrió por fin
de un habitual benevolente y parco.

Llovían en el ámbito pieles
y celebránbanse rodeos de antiquísima
dormida vida cruz.

Yo los divisé danzando
en una maravilla prosaica,
determinándose a poner un grito
en que al azar de todo bar solemne
se vaya a dar y zapatear todo de sí.

Salí sonriendo cardinal desenfadado
mi pan igual enamorar tan reluciente:
yo cantaré por fin amar con ellos
la salvífica tonada panal.

Porque torcido y sin pañuelo iré
o mar haré en que se arrojase toda
esa vital generación ala muerte,
que va y convierte laicamente en alma
a la mujer de su señor y Amén.

17 de septiembre de 2007

CCXXV.- Lugar de Gaviotas



Porque hay algo parecido a la libélula curiosa
que se funde contundente y permanentemente flor,
incendiario me aproximo y considero sus palabras,
su distancia, su frecuencia y su magnífica sien.

Quiero dar un pueblo lleno de romero y fluctuaciones
a la calma que impaciente se ha adueñado de mí,
peligrosa y frecuente, comitente peculiar,
cariñosa y novedosa en mi sencilla oración.

Anidarme y desplegar la vida helecho enteramente
por asir mi duda lluvia y recordarla como es,
anillos y vuelos y viejos consuelos,
farrucas y vinos: pomelos amar.

Por crecer y renacer, me he dado un plazo inexorable
que no admita más que huir despavorido hacia el mar:
pulular como son fijas las gaviotas que no vuelven
y sentir enteramente y nuevamente pulular.

15 de septiembre de 2007

CCXXIV.- Camilo


Mi hermano tiene un ámbito desnudo
y es conmigo lo que soy consigo yo:
se parece a la guitarra abandonada
y a la roja cometa pirata mejor.

Él, que puede quedarse en silencio,
sumido largos días en su quieta timidez,
de pronto despierta sincero por dentro
en mis brazos, dormido, querido paté.

Cuando me habla tranquilo de noche
nos hacemos invisibles los dos:
somos almas fragantes y fuertes
de magnífica completa y poderosa tempestad.

CCXXIII.- Etermitente


Cuero límite, morada y feligreses:
ludo breve pestilente y jabalí,
de la mágica soñada nueve meses,
porque todo se ha cubierto de mí.

Lluvia que se cruza entre la gente,
fiero mar intermitente conviví:
digo todo pausa mueve lentamente,
que se duerme caminando hasta aquí.

Larga noche de inconscientes adivinos
que rodeados como ejército sin flores
se lanzaron en batalla a los molinos,

pero han sido tantos años, los mejores.

Vine a ser el cariñoso cohibido
niño químico bandido de cité,
que en su boca viven ostias prohibidas
y sencillamente nunca moriré.

13 de septiembre de 2007

CCXXII.- Con mucho respeto



Con vino gratamente de otro modo
las palabras emborracho con humor:
descubrí que un nuevo idioma imposible
me ha alejado de la plaza universal.

Y me embriago inevitablemente
si respiro, su etilente comatoso
me asegura aquel destino de azúcar:
solitario padre nuestro personal.

Alegre mi voz huele a terca payasada:
lo necesito porque está en mi piel,
y si concurro a la primera llamada
era el circo que de niño abandoné.

Cuando venga la estaré esperando:
yo le ofrezco lo que quiera de mí.
Si despierta a medianoche sentiré
su vergüenza entristecido venir.

10 de septiembre de 2007

CCXXI.- Limpio Columpio Lunar



Recorro las tiendas y leo los diarios:
descubro a la gente mintiéndole al juez
y todas mis pausas llevan tu nombre
que siempre destilo camino hacia ti.

Poema delicado que cierras mis ojos,
no dejes que duerma sin escribir,
pues viene allá lejos la palabra todavía,
la palabra pesebre y la canción más feliz.

Volvamos haciendo la dulce pirueta
del piélago infierno sumido en la miel,
felices, vacíos, alérgicos, quietos
llorando por ese que nunca brilló.

Y echemos al aire mi abaniconcepto,
ingente decidida de la mía creación:
su forma de harapo tan tuyo y tan nuestro,
fue insomne comercio y lamento gorrión.

Nos gusta Cuculí Pop