27 de marzo de 2012

DCCVIII.- Semblanza Mudio




Recuerdo su nombre, escrito en un cuaderno
con tapa de arcoiris y barco de papel.
Hay fotos de su padre, de cuando estuvo enfermo.
Cualquiera que lo lea sabrá que era Daniel.

Un día lo encontraron, dormido y doliente,
en un parque con la puerta cerrada.
¡Llevémoslo a su casa!, decía la gente.
Pero nadie sabía dónde estaba.

Las manos abiertas. Las piernas fracturadas.
El alma en un hilo. La cara, no sé.
Marcas en el pecho de una cruz gamada.
¿Hay alguien en el mundo que lo pueda entender?

Con flores llorando de pie junto a la cama,
su madre sin aliento, jamás se rendirá.
Podría haber doscientos electrocardiogramas
diciendo que está muerto, pero él no morirá.

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