31 de marzo de 2006

XXVIII.- Terrapink


Aquel que me ha hecho ciego y por la tarde ver
marioneta de señuelo y turbaciones, ya no es,
porque artero me separa un siglo entero ya
de su cruel y tan valiente, tambaleante humanidad.

Y se las daba cabeceando el pobre idiota colibrí,
tortuga vil incauto y semejante a mí.
Que la luna le dolía de pronto,

pincel y cariñoso feliz.

Púrpura y harapo nuestro,
cual doméstico perdido que voló.
Y aquello que en la sien le hiere
que le ha callado y le ha privado de luz,
lo tengo yo.

Así que un día cuervo y liberando sus pies,
cual macabro prodigioso jardinero sin fin,
con su andar solemnemente evitabundo y loco,
por nacer, no tuvo miedo y se fue.

Dedicado a Roger Keith Barrett (1946 - 2006)




XXVII.- Doméstico Metódico Trabajo


La determinación que cada noche se adopta,
esa que puede hacer llorar o reír
lento, en soledad y con angustia,
como aquella que me trajo hasta aquí,
la que es dueña del innato corazón como una turba
amoratada sin consuelo y, a veces,
en algo se parece a mí.

Y se reúnen en mitad de la memoria
cientos de batallas y colmillos,
la bulliciosa caravana de cosas
que uno deja atrás por no cambiar.

El camino, pero son decisiones
que uno está llamado a no ignorar,
y se toman como al hijo más querido,
incierto de futuro y volveré,
lleno de la dulce esperanza y de la espuma
que necesito para sonreír.

Y se abandonan esas nuevas ideas
como meros caprichos pero son
más que pasiones y propósitos
una vida entera que nace

y nos recibe como siempre, amigo perro.
El futuro nos recibe, así será.

Porque siempre te ha dado la espalda.
Siempre te la ha dado y vivirás.

Pero nunca muere nada al fin jamás enteramente
y cuando llega aquí la hora del final
lo que a cada corazón alborozado le toca,
como un pétalo que viaja, volará
a posar toda la sangre nuestra
en la memoria.

Porque siempre te la ha dado y vivirás.

27 de marzo de 2006

XXVI.- Libre Sueño Tren


Que pasen entonces por fin
esos raros amores escondidos
a ocupar el nuevo palco reservado
desde siempre para ella y para ti.

Ya están aquí, caminando conmigo,
que la función está por comenzar:
todo el largo aliento contenido
en nuestro pecho para verlos ya.

Ellos son, están llorando de alegría,
y con las manos que se cubren, no se ven,
porque una vieja larga pena les dolía
y ahora van juntos en el libre sueño tren

¿Qué flor divina les cubrió los ojos?
¿Dónde hallarían esa dulce canción?
Y se la llevan en silencio, son locos
que se han dormido hasta caer el telón.

Que pasen entonces nuevamente
por el pasillo hasta la puerta los dos
desde ese palco han despreciado a la gente
y extraño oculto su exquisito calor.

XXIII.- Serpiente Amar


Un solo invierno basta para nosotros,
los archiduques del frío y la oscuridad:
padres de un ángel desconocido,
que acaso alguna noche temeroso
y elegante, pero sombrío nazca, brioso.


Nadie podrá vernos porque nunca
estaremos juntos los dos;
ni jamás nos besaremos encerrados,
que por siempre cada uno será fiel
a su tristeza y a su pasado.


Y mañana será siempre el mismo día
que nos confunda, solemne y terco,
de alegría.


Todas las lunas y los cielos,
de nuevo y como siempre se irán:
Volverán la Mariposa y el Jilguero
enamorado, juntos, a bailar
con el paso equivocado y, quién lo sabe,
si alguna luz para cantar?


Seguiremos así hasta roer la muralla
y su funesto son, en una playa:
El torrente nos reclamará,
cargando con alguno de nosotros
y sumergidos llegaremos hasta el otro delta,
donde aquél que nos ha unido nos llamó
y nos verá, como niños entumidos,
y abrazados, al final.


Bienvenidos, -nos dirán los demonios-
a cada sueño, pesadilla tocará,
y pedirán cuentas de nosotros,
pero nunca nos separarán.

CDXC.- Metafóricalipso



Cofrenesí que me cala los huesos,
almaravilla que viene hacia mí,
magiconsuelo flechado de besos,
lámparadoja que me hace vivir.

Truenormidad que cambió mi destino,
lágrimagina que estás en mi piel.
uvastedad que prefiere ser vino,
ímpetulante calor y placer,

Trinofensiva dorada en la leña,
liebrevedad infinita del mar,
ánforastera paciente que sueña
dulcelebrando la noche al mirar.

XXXIX.- Alma de Pantera




Cuando escucho la voz
de la esbelta que amo,
como si fuere una gran pantera,
cuando viene a cantar,
ella inunda la felicidad de mi cuerpo.

Ella sabe amar.

Yo la quiero oír, hablándome
por todos los oídos de mi cuerpo,
feliz hasta desnudarme
a golpe de murmullos.

¿Qué otra forma de vestir mi desnudez?
Qué otra forma de amar..

Ella siempre brilla
y me habla de cosas simples,
del olor de su camisa y de la ceniza,
o del corazón de niña
que arde en su alma de pantera.

De una fuerza en alegría gigante
o un pájaro nocturno en mitad de la luna,
y una gran manzana muerdo en su boca!

Cuando escucho la voz
de la esbelta que amo,
como si fuere una gran pantera,
cuando viene a cantar,
ella inunda la felicidad de mi cuerpo.

Ella inunda mi felicidad.

21 de marzo de 2006

XXV.- Himno Campanario Demente


Inexorable me he quedado mortalmente ciego,
que no veo ni la cara de mi propia tumba.
Ahora que cierro los dos ojos invisiblemente solo,
ante ocho hambrientos animales, no te vi.

No hay otro lunes más extenso ni sombrío
que la mañana donde pasa la gente
y su garganta toda llena con desconocidos:
son infieles peregrinos que no creen en mí.

Indecente sombraluz que locamente escribo
nuevas locas amistosas y palabras que caen:
indolente la embriaguez que imaginé hace días,
en oroviento, porque no me pertenezco ya.

Ahora no sigo
tu voz ni volantina dadá,
que hace unos días lo cantaba por algo,
que si ahora tocan la campana de la costra salgo
hacia el recreo luminoso en el arroz de tu mamá.

Pero yo guardo plena luz en el bolsillo del aire
y voy tomando de la mano sus caballos hombres.
Si una mañana tropezando que en el patio lloré,
me fui desnudo figurino y ya me puse de pie!

Serpiente cobardía sapo ruin habitabundo
irascible, sentado y problemático servil.
Y huyen los necios, porque soy, de mí,

el mimo enamorado cartulino cañón.

14 de marzo de 2006

XXIV.- Estrecho Corredor Violento

Cerca -donde vivo- está la Piúrita Flor.
La que no encuentra ni en el mapa su peñasco atolón.

Un rocoso y fulgurante prematuro desierto,
donde a veces se ha lanzado la plomada y el arpón,
la carnada o el cebo, y no pudo nadie nunca jamás,
ninguno ni atrapar lo que no puya nada,
porque el necio vino tuerto no ha querido atender
la caricia nutritiva del mar.

Argentino profundo y rutilante corredor resplandeciente,
acantilado impenetrable y precoz,
anticipado, peligroso y radiante,
tan callado bajo un halito constante y cegador:
lleno del rumor persistente
del mar recóndito de rocas y mareas.

Deslumbrante y luminoso,
como un sirte encariñado demasiado a la calle,
ya no pudo frenar ni nuestro paso rumor
y era inútil no animarnos a su grito obedecer,
porque mirarnos a los ojos y en seguida arrojarnos
sobre aquello que la orilla ha separado del mar
fresco titilante y lozano,
para ser por una hora los mismos
que nunca fuimos:
el torrente nos llamaba otra vez.

Obsceno, indecoroso, penetrante y bajamos,
mirando todavía nuestros ojos,
encaramados a la orilla y la costumbre
de nuestras manos,
afirmados al húmedo lienzo
de la escarpa tersa y azul
que se formó hace milenios, el oleaje
y con las piernas arrimadas en la roca,
los dos;
el arrecife sosteniéndonos la cruz,
como ladrones, azarados y suspensos.

Ahora el mar renuncia a su porfía milenaria:
marejada que repliega su voz
y la mudez en la tregua del aire,
diáfano y diverso letargo,
como el fondo del mar ante nosotros;
cristalino, aciago, múltiple y desnudo,
transparente irreductible coral.

Pejesapos que triscan su miseria aplastante,
lengüetazos encendidos e impotentes,
el chillido profundo y callado,
lejano madrugada secreto;
frío, como ruido inexorable,
que sordo indiferente sólo ellos advierten,
sin corrientes, sin fluido, sin agua.
Envenenados, amargados y agrios.

El bargueño que buscamos continúa allí,
semitapado justo verde donde lo planeamos,
bajo un velo de conchuela y arenas.
-¡Hay que abrirlo!

Estamos entregados y bajamos
hasta el hondo aguarrevienta del barranco.

Que descubrir y abrir el cofre no costó,
porque alguien lo ha dejado libre
y, tras la cúpula cubierta de algas,
no había más que hierba horizontal.

Uno tras otro, mil vegueros de oro.
Trozos de blanco pan.
Añicos y bodigo alucinante.
Cielo panecillo y corruscos.
El regojo abandonado por un ángel,
donde trozos de libreta fulgurante
era chusco alucinógeno y nuestro;
hogaza y espejismo brutal,
narcótico aplastante y sombra
de cuscurros imprudentes bajo el agua:
mimoso narcótico marino.

Era el mar.

Cientos de besos nos cubrieron la cara.
Arrumacos entre el agua y el sol.
Gemidos que el viento calló.
Ternura frugal que aquieta y canta.
Somos ángeles y sargazo de coral.

-¡Metamos en la bolsa todo!-

Más dejamos uno solo, por amor.
Cerramos el cofre al futuro,
y justo antes de alcanzar la pared de rocas,
una ola nos cubrió el baúl.

Había que subir en todo caso,
porque alguien nos seguía como nube oscura.
La luz y la sirena nos redujo a la mitad
y oscurecía,
porque nunca hay que confiar en la pasión.

Era un cancerbero que estaba sobre aviso
y nos miraba sonriendo sin mirar.

-¡Que haremos, soledad, qué haremos!
¡Buscaremos la manera de salir!
¡En cada mano, un pejesapo, en cada mano!

Pero saltaban, como larga pesadilla
y el bedel nos tenía a su merced.
Cientos de canijos relucientes
nos saltaban a la cara a cada cual.

Había que agarrarlos por el lomo y subir,
como moscas, perezosos, yo no sé.
Dos mendigos que se iban de la playa y solos,
tienen hechas las dos manos de café
o de copas y ventosas, caminando,
con los brazos, sin saber a donde ir ni parar.

Arrimados, llegamos a la calle.
Escondido, como náufrago, salí.
Era la bolsa o la vida y nadie,
nada nos alcanzó.

Ahora vimos el cielo en las estrellas:
es un beso el que nos vio nacer.
Amargo humo que enrojece los ojos
y cubre de naranja la costumbre de nuestras manos.

2 de marzo de 2006

XXII.- Cerote



Busco la fuerza
de un enérgico gorrión de plata,
su energía,
su libertad,
para no caer
tantas veces y una más
en la estéril dañina
inseguridad de mi corazón.

Llena la garganta de canciones plenas,
doy sin convicción la mano
y me dedican una noche la luna.

Yo soy el gran estúpido del Siglo:
al que han de haber amado tanto
y su mirada se llena de amor,
pero no tiene la certeza de su fuerza
y no se ha dignado casi nunca a vivir
enteramente feliz.

Llevo la mente llena
de amargas dudas de puerco
y tengo miedo de acabar un día
sin el hondo espíritu a mi lado.

Tengo tanto miedo de seguir.

Nos gusta Cuculí Pop