Yo quiero ser eso que
tanto persigues:
ser siempre el
siguiente mes del calendario.
Buscar en la vida de
Silvio Rodríguez
el sueño imposible,
cual revolucionario.
Amar en la cumbre del
viento dormido,
de nuevo y despierto a la
vida en tu honor.
Ser una vez más lo que
nunca había sido
y hacer sin saberlo
curioso el amor.
Yo quiero morir
veintisete veces veinte,
atado al eterno,
relativo y especial.
Y quiero ser ese
almanaque final
que lleva en la tapa la
risa de Einstein.
Viajar hasta el hondo
cuasar más brillante,
buscando el origen de
todo lugar
en una carabela camino
al levante
del cielo que brilla de
noche en mi hogar.
Yo quiero volver a
tener una vez más
seis años, dieciocho, no
sé, veintitantos.
De la vida eterna, tan
sólo un adelanto.
Yo quiero ser la calva
de Joan Manuel Serrat.
Flagrante imposible en
la azotea más santa
de todas las ciudades
que no he visitado,
tocar para siempre con
la uñeta que canta
mi guitarra perfecta en
un desnudo enamorado.
Yo quiero ser siempre
el mejor profesor
o ser ese alumno que
fue mi papá.
Ser algo, tan sólo un
poquito más santo
(o al menos inundar al
país con mi candor).
Yo quiero ser siempre y
el mismo que fui,
soñando la noche con
Jesús de Nazaret,
que espera su arresto
en el Gentsemaní.
Yo quiero morir y nacer
otra vez.
Bailar con mi amada
dulcinea mentirosa,
burlar a la muerte y
decir embriagado:
yo siento la pena más
grande y dolorosa
que cantan los tangos
más desafinados..