Este es el país de los seres sin alma
haciendo una hilera que no va a terminar,
van uno tras otro esperando en la calma
siniestra y desnuda del banco mundial.
Los niños son tiranos de los curas desnudos,
y padecen de extrañas locuras y demencias:
no cantan el Himno ni tienen Escudo
y nunca celebran el Día de la Independencia.
No visten de blanco, pero miran hacia arriba
y cuelgan de su cuello una cruz sin valor:
no abrigan esperanzas, sino sólo expectativas.
No cuidan de los viejos ni hacen el amor.
Son puro pellejo camino a un funeral,
tan lindo, sin embargo, pues no todo está perdido:
aun quedan hombres y mujeres decididos
que son buena parte del Alma Nacional.