31 de diciembre de 2009

DCXXXIV.- El mágico tesoro del adiós


La misma rara danza
pudimos haber sido
de amores repentinos,
con éxito entre tantos:
la flor de la esperanza,
palomas en el nido
y un nuevo claro trino
sumar a nuestro canto.

¿Acaso en otra vida?
La única que queda..
El ángel que nos cuida,
el mismo que se lleva
amores tan fecundos,
suspiros que agonizan,
acaso en otro mundo
su muerte va deprisa

Del viejo derrotero
creía ser el hijo:
de fábulas aladas,
yo nunca estuve lleno.
Oímos su llamada
que pisa nuestro freno
de tiempo carroñero
y péndulo acertijo.

27 de noviembre de 2009

DCXXXIII.- Octópodo Recóndito en Azul


Yo estaba allí,
marina mía,
estaba allí,
y en cada uno
de mis ocho brazos
hubo
dos mil ventosas
como besos en ti.

Mi boca suave,
mi locura perfecta:
millón de voces
adheridas a tu piel,
nadaban cientos
de medusas venenosas,
y en himno vuelo
me dejé caer.

26 de noviembre de 2009

DCXXXII.- Ella es


Era necesario seguirla,
mas no cejar en el afán,
y descubrirla
por alcanzar un alma fábula de albur perfecto,
y con su efecto,
su prodigiosamente cúmulo de luz alimentar
mi pan abierto,
con agua viva la primera canción,
la del solemne compromiso manifiesto.

¡Que no haya cirros en el alto del cielo!
¡Que no levante todavía ella su vuelo!

Porque sereno, yo camino, yo tan bueno,
que fui el amor y el más extraño desvelo,
fui el inexperto cariñoso desconsuelo,
y ahora he nacido para verla nacer:
quiero tomarla de sus alas y ser
lo que he esperado para mí toda la vida.

Es mi deber.

23 de noviembre de 2009

DCXXXI.- Finopia


De dónde es que proviene aquella vida marrana
de paños blancos fétidos y mugre en cada cama,
la tina convertida en catacumba de féretros
y espesa callampa de sabores que manan.

Yo duermo rodeado de parlantes en desuso,
y viudas con las manos manchadas de vino,
de niños alejados de su padre, reclusos
que no llevan bien las cuentas y repletan los casinos.

Se siente brotar desde las bocas hedores
y tienen los tobillos de la gente durezas,
canastillos de mosquitos sobre los televisores
y dolor de bacinicas y pantuflas viejas.

Cuando busco la certeza de los años mejores,
tejidos mordiendo vestidos falaces
y polvo de canícula con malos olores,
que toda miserable cocedura estaba allí.

Preciso la limpieza de las almas simples,
que se lavan las manos antes de comer,
que recogen la vajilla, sacuden los manteles
y prefieren la costumbre de la antigua mujer.

22 de noviembre de 2009

DCXXX.- Algún día


Por haber hollado dedos sin anillos,
porque siempre fue la vida irregular
en la noche de las pulgas y los grillos:
la esperanza nos irá a escuchar.

Porque guardo aquí en el cofre de mis palmas
una clara primavera que me va a perdonar:
milagrosamente todo se convierte en almas
que caminan en rescate sobre el mar.

Tránsito consuelo del divino diseño
que me esperentorio, busco poco yo:
mi cadalso de pañales para el sueño
de la muerte, del pecado y del amor.

21 de noviembre de 2009

DCXXIX.- El Refugio


Me gustaría vivir en Cucao
y ser pescador artesanal,
tener un chancho engordado
y veinte pollos en un corral.

Tortillas de rescoldo calientes
pan amasado en cocina a leña,
y la tarde abrigado con un poncho
leyendo a Tolstoi y la "Biblia Enseña".

Tomando mate con malicia,
mojando los pies hasta las rodillas,
y amarnos cada noche contándonos
la breve historia de nuestras vidas.

10 de noviembre de 2009

DCXXVIII.- Besortilegio


Beso que soportas la distancia,
y que viajas por encima
de la tierra hacia mi:
de su boca hasta mi boca
y de la mía otra vez.

Niño volando,
migrante beso,
anhelo canto que me embriaga
hasta volver a salir
desde mi ser y de mis ojos
y mi Dios perfecto,
como pompa de frenético calor resucitado,
y que ha volado nuevamente hacia ti.

Beso que has vencido a los prejuicios,
y has osado peregrino delirante al fin unir
a una bella mariposa con la noche
y este mínimo naciente Cuculí.

2 de noviembre de 2009

DCXXVII.- Cárcelibato



Lóbulo de fresa para el que no quiere
huir de la carnada por no perecer,
víctima del águila que nunca muere.
Íntimoribundo, me negué al placer.

Ya no puedo ser de la que sólo prefiere
carne amontonada, sin saber de quien.
¡Hembra denegada! ¡Dulcinea hiere!
Vine hasta la tierra para hacerlo bien.

Ultimo torrente donde no hay mujeres,
sigo caminando por un largo Edén,

tímido, y oculto para aquellos seres
que le dan su vida a la genuina miel.

27 de octubre de 2009

DCXXVI.- ¡Mira la flor!


En mitad de la noche
-ya era tarde para llamarla-,
desperté creyendo que todo era un sueño,
que nada había de cierto en nuestro mundo hermoso,
que si hurgaba lo necesario encontraría finalmente
a la noche vacía de luciérnagas
y un amanecer de espanto.

Comencé, de tal modo, a averiguar,
en el camino de mis recuerdos recientes,
qué parte del sublime vértigo que creí ficticio
era indudablemente cierto,
qué fragancia vuela todavía y se siente,
cuál de los suspiros que invisibles me inundaron,
todavía permanece en primordial consumación alegre,
para desde allí, a partir esa chispa,
de la mínima candelilla del amor real salir,
iluminándome orgulloso y con fe,
tan satisfecho de mi tierno hallazgo,
de esa material seguridad que da la ciencia
a los que quieren confiar, amar y creer,
pero no pueden porque un abismo se ha extendido
siniestro frente a todo lo que quieren emprender.

Pero a medio andar ya descubrí que erraba,
que si nada buscaba, nada encontraría,
que era preciso creer para hallar,
pedir para obtener y sentir para ser.

Y entonces se encendieron las luces,
brotaron los capullos verdes
y elevó sinuoso canto el niño solo que dormía:
¡Al mocoso le brillaban los ojos!

¿No le ocurre a veces Palomita lo mismo,
en mitad de la noche -ya tarde-,
que se desvela prematura sin saber,
que el amor ilimitado le parece indigno,
que nada tiene mucho sentido,
y se levanta a meditar desnuda,
a esperar que un nuevo sol de madrugada le aliente?

Yo quiero decirte que creo en ti.

El Diablo mete la cola, pero cada vez que lo hace
tomo el machete de mi vuelo sinforoso
y la cerceno cual si fuese un buey,
y el conjunto de las cosas “reales”,
que han venido hasta mi cama a gritarme
que no crea en lo que no se ve,
y me entregue a la sombría presencia
de la fauna y la certeza y la hiel,
se desvanece y ya no existe más.

Yo creo en ti, Palomita.
Yo simplemente creo en ti.

17 de octubre de 2009

DCXXV.- La Pepita de Oro



Yo digo que podemos pasarnos la vida entera dando razones para demostrar que Dios no existe, y que el amor es sólo un síndrome pasajero, que las ilusiones son pura alucinación, que la realidad nos la hacemos nosotros mismos a partir de prejuicios y que los sueños son cosas del inconsciente y nada mas; que somos este puro pellejo y que es mejor vivir sin preocuparnos.

Pero al final del dia, siempre termino hablando solo y en silencio con ese tonto que se llama Yo, y le digo que antes del último dia, del último suspiro, de la última copa y del último abrazo, miraré hacia atrás, querré volver a esa dicha fecunda de los 20 años, a mi primer amor, al nacimiento de mi hija y a ese inolvidable paseo por la playa, pero que ya será tarde, porque me llevará inexorablemente la parca maldita y todo volverá finalmente a la tierra.

¡Sí, es verdad!

Puede que el amor no exista, que la amistad sea pura fantasía, que las estrellas sólo sean hidrógeno incandescente y que mi madre nunca debía haberse casado hace 40 años con ese Profesor.

Pero no sé por qué me tinca que existe algo detrás de los ruidosos enjambres y los blancos faroles y los viejos payasos; que la muerte no me roba para siempre, y que me tienen preparada una rica paila marina en algún lugar, para cuando mi corazón se haya cansado de bogar y se apague definitivamente.

16 de octubre de 2009

DCXXIV.- Ya era hora


Si a veces tengo cara de melancolía
debe ser que no me basta únicamente
con vivir de las pequeñas alegrías:
ahora quiero un vendaval más persistente.

Siempre fui el acreedor más perezoso
de las deudas que mantiene conmigo
la viril felicidad, fui tan miedoso,
que no tuve al optimismo como amigo.

Pero llega una mañana hasta mi puerta
ese viejo surtidor de la palabra colibrí
y a la gata que ha parido sólo crías muertas,
yo le digo que se vaya: no la quiero en mi jardín.

6 de octubre de 2009

DCXXIII.- Explicosas


Voy a tentar a la suerte sin pausa,
voy a ser hijo del hijo del sol:
ígneo, pausado sin furia ni raza,
caminando el sendero de su voz.

Ellos ríen y dicen ¿Qué pasa?
No es el mismo gorrión que cantó
que era suya al fin esa fragancia
y en helechos abrió la razón.

Voy a contarles todo lo que me pasa.

Yo era un náufrago que dormía,
sin alma, era pura vaguada,
un espectro de sombras todavía.
Yo era todo cada día y no era nada.

Y el llanto encendió sin hablar,
sin decirme vergonzoso me habló,
y me dijo que era cosa de amar,
porque en eso consiste el amor.

Ahora voy a tentar a la muerte.
Ser el padre que no me abandonó.
El esclavo de la luz y de las causas.
Me ha llevado otro viento mejor.

5 de octubre de 2009

DCXXII.- a.K. o.M.



Te extraño tanto, Sinforosa Kalú,
que he llegado finalmente a comprender
cómo lleva hoy mi vida aquél, tu nombre de mujer,
pues nada me funciona si no estás conmigo tú.

Inmiscuida como un ángel delicado y diferente,
allí hacia mi destino, allí en que soy persona:
metida, entrometida como flor de piel paloma,
sumida en cada pausa, torcida tiernamente.

Instante en que consigo sorprenderme para ti,
invento en solitario un mar de pronto por el aire,
viviendo alegremente como dios todos los días.

Moviendo en ese dulce manto alondra numeroso
la fina juglaría corrosiva que es tu vientre
y el más considerado de los dones que juré.


DCXXI.- El Porfiado



¿Seré otro mapuche, que soy tan porfiado?
Me dicen cuidado y me niego a perder.
Si ponen dos trancas detrás de la puerta,
se quedan abiertas con sólo cantar.

Porque hubo una noche en que supe clarito
que un fuego bendito me haría vivir.
El fuego solemne que vino a mí rumbo
del norte del mundo y se enciende feliz.

Yo voy a luchar, cual macho cabrío,
con voz, apetito y tesón contumaz.
Pues nada ni nadie hará de nosotros
un sino cobarde o nos separará.

Que sepan los grandes testigos del tiempo
y que logre tu madre saber y aceptar:
tú y yo somos eso que tienen los astros:
su luz deja un rastro en la Historia Inmortal.


DCXX.- ¡Pero ya!



He visto de pronto perderse
mi mundo y morir todo aquello
que tuve hace poco la suerte
de ver, en un breve destello.

A veces le digo a la gente
quien eres, les hablo de ti:
lo que era perder, yo sin verte,
mi tiempo y lo tonto que fui.

La vida es amado arrecife:
me dio en un instante valor
y fui, sin dudar, lo que quise.
Te quiero y no hay nada mejor.

Yo quiero ser alma dorada,
serena, yo quiero ser tú,
mi dulce, la amenamorada.
¡Mas sernos de prisa, Kalú!


DCXIX.- La curiosa aparición de la Verdad



Le tuve miedo a la palabra instante,
a la que cumple la función de filigrana,
esa de gruesa unión en cada palabra,
que es verborrea y yo sentí temor.

Y estando juntos encendí la lámpara
que nos llevó hasta aquella playa dorada,
que nos sumerge cual desconocidos:
fui un elemento de la estricta Kalú.

Tu suave amor, la compañía perfecta,
la cualidad de ser amiga y farola
(lo que sin duda fue sin darnos cuenta):
Hasta la muerte yo seré uno de los dos.

Haremos juntos una nueva mirada,
por celebrar cada cumpleaños que nos quede
y la princesa nacerá: ¡Será tan nuestra!
Seremos hijos en la casa de la luz.


DCXVIII.- ¡Chido!



Quiero ser el afamado tilichero varón
donde guardes para siempre el chingo
de ese cándido tesoro, allí en mitad del Salón.
Quiero ser tu teporocho los domingos.

Vagabundos por el ancho culebrón del mundo
y en eterno cotorreo como cuates, vivir:
quiero ser tu chafirete más ruco,
pa llevarte hasta la casa y desnudarte feliz.


DCXVII.- Vengan esos cinco



Cantaré y pereceré
desesperado en las prisiones,
donde cada cierto tiempo
me trasladen sin razón.

Abriré los corazones
en el aire de la gente
que no sabe ni conoce
lo que siento de verdad.

Seré terco, madrileño,
Farabundo, zapatista,
comediante, chiapaneco,
pestilente y mallorquín.

Seré todo, muchas cosas,
cambiaré profundamente.
Veré días en cien años
y milenios de botón.

Perderé y sucumbiré,
me arrastrarán por el camino,
pero nunca, amiga, nunca
seré extraño para ti.





30 de septiembre de 2009

DCXVI.- La encomienda


Un día conocí a Su Majestad el Color Naranja,
abrí remedos pálidos del aire y vi que Dios
tenía reservadas para mí sus abundancias:
¡Qué rápido se ha vuelto en alegría mi dolor!

Resulta que el cartero desconoce la importancia
de ciertas fabulosas remisiones porque son
en él solo envoltorios y destinos que la agencia
confía a su equipaje sin estima ni valor.

Pero hoy yo recibí la primorosa luz de estampas,
sentí que un halo cándido de miel me subyugó.
Envió mi delicada Sinforosa lo que canta
magnifico allí dentro de su noble corazón.

24 de septiembre de 2009

DCXV.- Migo


Sólo digo que conmigo
vamos juntos de la mano:
toda tímida invisible,
pero yo te puedo ver.

Porque llevas tu bufanda
de camélido naranja,
dos zapatos casi negros
y cambiamos de pie.

Cuando compro dos helados
en 21 de Mayo,
o nos ponen dos cubiertos,
cuando voy a comer.

Y si apago dos cigarros
cuando tengo mucho frío,
tú te duermes a mi lado
con el mismo placer.

Siempre vamos casi juntos,
porque somos dos amigos.
Dicen que ando siempre solo,
pero yo te puedo ver.

22 de septiembre de 2009

DCXIV.- La Tercera Cuerda


Seguramente nos iremos
cada uno acercando,
entregados a la aurora
maravilla inexorable.

Reteniendo la emoción
en nuestros labios,
y esperando que sea el alma
la que hable.

Necesito urgentemente
coincidir contigo,
dedicarme por entero
a tu existencia feliz.

Imitando con mi vida
la del Máximo Amigo,
Poderoso y Amoroso,
para ser tu Cuculí.

Tú conmigo y yo dichoso,
con la Cuerda Mayor.
Yo contigo y tú en el gozo
de la Fuerza de Dios.

14 de septiembre de 2009

DCXIII.- La alegría linda del último vals


¿Cuándo colgaremos
el indio atrapasueños?
¿Y cómo irán mejor
las verdes caracolas?

¿Seguro habrás traído
tu traje de muñeca?
¿O lo he dejado allí
en esa caja vieja?

¿De qué color el cielo?
¿Y cuantas copas rojas?
¿Y todas las macetas
en dónde las pondremos?

La cama irá perfecta
cubierta de algodones,
y al patio los columpios
y al aire nuestras flores..

13 de septiembre de 2009

DCXII.- Desperté


Era yo.

Siempre supe que había sido yo, apenas me llamaron.

Cerca de la playa, en el subterráneo de un hotel junto a la playa, acaso en Viña del Mar o Concepción, habíase reunido un inmenso tropel de gente demasiado curiosa.

No sé por qué razón me necesitaban para el rescate de unos pescadores que habían sido arrojados durante la noche entre los roqueríos. Como investigador de turno, debía ir hasta allá para cubrir el operativo.
Pero tenía un drama: hacía varios años había dado muerte a un hombre y una mujer en ese mismo lugar. Como un psicópata, los había descuartizado y cubierto con papel celofán, y hecho marcas y dejado huellas en la piel de cada uno. Los había dejado enterrados allí y nadie nunca lo supo. La mujer había sido mi cómplice en una clase de estafa, una rara estafa. Habíamos, entre los dos, engañado al registro civil y dádola por muerta para cobrar no sé qué seguro o pensión o herencia.

El otro tipo era simplemente un transeúnte, un pobre imbécil que quiso defender a la mujer. El caso es que los maté a los dos y los dejé enterrados en sórdidas condiciones.

Yo sabía que si la policía o los bomberos se ponían a buscar allí, hallarían seguramente los cadáveres. Estaba nervioso; con una paranoia horrible, porque siempre supe que había sido yo, apenas me llamaron.

Y era yo ahora el que debía dirigir las investigaciones. Había prensa, mucha gente, amigos, colegas, todo un espectáculo junto a la playa, bajo ese hermoso hotel.

Finalmente encontraron los dos cadáveres y, en la espalda de cada uno, pliegues de celofán con huellas dactilares.

“Don Pedro”, dijo el capitán de la policía. “Tenemos 76% de posibilidades de descifrar estas huellas”.

Yo sudaba mirando la pantalla, donde aparecían millones de rostros por segundo que gritaban en silencio su nombre de sorda pesadilla, durante la búsqueda del perfil que coincidiera con la huellas.

Estaba desesperado porque debía aparecer mi cara en cualquier momento, así que tomé mi abrigo, encendí el último Nanotek que me quedaba y me fui, en silencio, a caminar por la playa. "¡Don Pedro! ¡Don Pedro! ¡Aquí aparece un rostro!"

Pero desperté.

23 de agosto de 2009

DCXI.- Adiós


El ritmo rimado se me ha hecho deporte
y la pereza de mi ser con la nobleza
o la distancia que separa de mi pieza
al dormitorio que arrendé en el norte.

Ya no quiero que me rime nunca más
que no haya modo ni casual de coincidencia
entre la muerte, mi penita o la impaciencia.
Yo decidí dejar al mundo y mi vergüenza atrás.

Y ahora me voy.

Pues eso que escribo, no lo digo nunca yo.
Las consonantes me parecen muros,
porque separan tu valor de mi futuro.
Ni dolor con amor ni pilar con amar: se acabó.

13 de agosto de 2009

DCX.- Lluvia Arícaro Cayendo Cuervos


Hoy la grieta corrosiva tres veces
lleva meses en reseco esperar
que el monzón amargo sudamericano
llore música altiplánica y plural.

Yo camino en el vacío lecho inerte
que ha tejido su alma vieja con él.
Ataúd que pone nombres a la muerte:
le llama Lluta, Lauca, Azapa y San José.

¿Dónde fue que se llevaron el agua?
¿Cómo pudo haber habido solamente soledad?
Hay un piélago de seca tierra mustia y telaraña
que suplica una respuesta a la humedad.

Debe ser hace cuarenta años
que los ríos recogieron su caudal:
marchitáronse en un hilo fantasma
que va muriendo de espaldas al mar.

12 de agosto de 2009

DCIX.- Cuculículum



Nadie lo soporta.
Ella se lo dijo.
Pero no le importa.
Muere por sus hijos.

Loco y descuidado.
Compras compulsivas.
Híper endeudado.
No es lo que quería.

Paga demasiado.
Sueña todavía.
Nunca ha abandonado
mucho la bebida.

Pero en el conflicto
no se desanima
y es todo un adicto
a la nicotina.

Algo sedentario.
Mala poesía.
De su diccionario
saca la energía.

Todas las semanas
frente al monitor,
tiene muchas ganas
de ser escritor.

Música por dentro.
Pésimo al volante.
Quiere ser maestro.
Lo lleva en la sangre.

Llora sin consuelo.
Canta todo el día.
Búscalo en el cielo
o en la librería.

Goza desde niño
con la astronomía.
Pasa del cariño
a la melancolía.

Buen comportamiento.
Mala dentadura.
Siempre está dispuesto.
Ama con ternura.

Vive ilusionado
cada cierto tiempo.
Nadie lo ha atrapado.
Se lo lleva el viento.

11 de agosto de 2009

DCVIII.- Surrealí


Yo digo que no hay luz
ni lluvia ni esperanza
iguales a Kalú:
botón de las alianzas.

¡Oh, Sinforosa!
Pequeña y cautelosa,
genuina sinfoní:
cazuela provechosa.

Prefiero ir a vagar
desnudo por la arena,
amar como en el mar
se besan las morenas.

Dar nombres a las cosas
que nadie imaginó
y así llamarte yo..
¡Oh, Sinforosa!

DCVII.- Fábula del Rey Candor


Todo va a salir muy bien.
Algo que no vemos.
Flor de anacoreta.
Cálido Hare Krishna
cuida de nosotros dos.

Buscan en el alma mundos,
duendes amigables,
ánima fecunda,
todo lo agradable
que viene con el bailarín.

Voy a convocar
a la serpiente y la colora,
para que me digan,
tal y como ahora,
si hay entre la gente
otra mentirosa mayor.

Tu caballo puede ser
mi perdición, mamita.
Mis peones ya no quieren trabajar.

Subo hasta la torre.
Miro desde lo alto
y canto la parábola mayor,
porque todo va a salir bonito.

Porque nunca he fabricado nada,
nuestra vida resultó como salió.

No hubo modo de evitar
la mascarada bendita
y ahora quiero demostrar
que no sabemos nadar.

No podrás adivinarme
porque tengo un nazareno,
que me dijo lo que no le dijo Dios.

10 de agosto de 2009

DCVI.- Kalú


Yo voy detrás de peces, en acuático feliz,
y sigo más de prisa picoteando el agua fría,
que nadie se me arranca, que nadie lo sabía:
mi boca ha iluminado todo a costa de marfil.

Profunda nieve lauca en el umbral de mi niñez:
volar de mil parinas en el techo del mundo.
La mar inmensa va al acantilado iracundo
de espuma y noctiluca, que mojaba mis pies.

El faro abandonado primitivo en que dormí,
la vieja ropa blanca que estilaba todavía,
detrás de las cornisas donde niño subía.
¡Me he visto tantas veces en el iris de ti!

8 de agosto de 2009

DCV.- ¡Sacaste Bueno!



¡Qué le vamo a hacer! La pobre
viuda del que no se ha muerto.
Págole aunque no me cobre.
Sigue con los niños. ¿Cierto?

Dicen que hace un gran esfuerzo:
tiene un doctorado en zapping,
sale por la tarde al shopping.
Van en el mejor colegio.

Ama las pequeñas cosas:
yates diminutos, viajes
a la micronesia y trajes.
Joyas, pero no valiosas.

Sabe dar el golpe bajo,
para que nadie le estorbe.
Ella es la famosa Barbie.
Kent ya se marchó al carajo.

7 de agosto de 2009

DCIV.- Soy todo ojos


Preferí el amargo pus del fuego
y una lágrima sombría o la pereza,
a quedarme aquí encerrado todo el día
como náufrago dormido en esta pieza.

No perder ese placer donde me enredo,
abrazado y consentido, hablando cosas.
Para ti yo no, jamás. ¡No puedo!
¡No estaré ocupado nunca, Mariposa!

Fui el calor a la llegada de tus pies,
su fulgora peregrina y la pasión
con que siento que de pronto me ves,
o el aloe candoroso de tu oculta flor.

Tu risita dedicándola creyente querría
alcanzar con afanoso y decidido pulular,
que por ti yo aquí estaré, para que rías,
al amparo de ese dulce inmenso mar.

6 de agosto de 2009

DCIII.- El Vertiginoide



Usa el abanico
de manera que las manos
atan las miradas
con eléctrico desdén.

Cúrvase el espacio
alrededor de cada plano:
yo la sigo prístino,
soñante y fiel.

Nadie podrá nunca
aquilatar el brillo quanto,
ese que le cubre
con acrílico mantel.

Dase en ala presta
casi vértigo y zumbando:
sígola ferviente
porque quiero ser su piel.

4 de agosto de 2009

DCII.- Bocado Directo Bendito


Hace poco la llamé. Cortito.
Sin pensarlo fui y marqué, por Ana.
No sabía bien qué hacer. Repito:
el placer de oír su voz me gana.

Una y media: sigo en pie, la invito
a perdernos en la misma cama,
como unidos en lo más bonito
de un abrazo y despertar mañana.

Esta noche, a lo mejor, he escrito
otra mínima canción sin trama:
ese amor que les parece un mito,
algún día alcanzará la fama.

3 de agosto de 2009

DCI.- Amor de Pendejos


Aquello todo es mi vetusto salón,
mi pretensión de conocer y madurar,
mi organigrama familiar y el nubarrón
de la más pura y cardinal serenidad.

Como el anhídrido folklórico camastro
que fue la vida más rural y el frenesí
de la mayor operación, sin dejar rastro,
o la decencia que escogí para mí.

En la carencia que es tan clásica y mundana,
de donde nace la riqueza del que nada ganó,
por escribir y equivocarse, por la vida liviana
en el verídico historial de lo morboso, digo no.

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