Es hermosa la felicidad,
como ciertas cosas
que son hermosas,
y pasan a veces
frente a nosotros,
sin ser reconocidas.
Pero a otras, la reconocemos,
le tocamos las manos
y nos sentamos juntos,
con esa felicidad que es siempre pasajera,
aunque se baje en la ultima estación.
¡Qué brioso niño hermoso,
mi lector!
Cual primogenitor
y miel de abeja.
Mas yo lo llevo nuevo
en m interior.
Mi trigo amigo, y digo
que se aleja.
Se llevan tan aparte
mi estandarte.
Mi lágrima bandera
y fuera cruz.
Y tengo que guardarme,
mi desarme.
Callado amado mudo
y sin la luz.
Periplo y maratón,
felona tuerta.
Fue sólo la maldad,
y sin valor.
Sin alma calma palma,
tala muerta.
Que un día lloverá
y será la flor.
¡Y Grito, Chito y Lucho,
yo por ti!
Yo rezo el oro lloro,
Dios te guarde.
Y me diga cuál error
yo cometí
es fuerte verte: amor:
Castillo Grande.
El frío no es para siempre,
que penas se lleva el mar
y déjalas pa mañana,
que el dia ya terminó.
La escarcha parece lana,
la mugre, el color marrón
que tiñe su abrigo fucsia
y alegra mi corazón.
Respira la lluvia ácida
y acepta la invitación.
Apaga el dolor intenso,
la noche va a terminar.
Haciendo la fila juntos,
buscando un hostal feliz,
tomando la misma micro
y yendo al verde limón.
¡Los treiles vienen volando!
Despierta, ya amaneció,
y pisa los charcos negros
que yo voy a estar ahí.
