22 de febrero de 2006

XXI.- Alegril



Dulce flor alegre llena
de súbito mis ojos grilces
con felices perdurables sentimientos:
zigzaguear presentimiento sin sufrir.

Soy huracán abanico colegial
empinado decidido hacia ti.
Caleidonauta campanario y beso:
labio live you love you parir.

Luminar alegoría travieso
celestial farandulino que imprudente fui!
Arrecife transparencia las antillas
pululando bullicio merodeaba feliz.

Descongelado culinario borracho
pendenciero querubino viril:
olegario balazo proeza,
neptuniano rio loa la nariz.

No me intentes detener,
que voy cayendo,
desde arriba
y hacia arriba vivir.

No camines volantín a mi lado,
que pueril desaparezco y crezco,
y apetezco, Capuleto enamorado:
Yo soy el lado delicado y febril.

9 de febrero de 2006

XX.- Sótano y Modorra




De modo que por siempre todo
era la fragua simplemente y el dolor,
la criatura de la tosca mentira,
la nauseabunda leche, y no era amor?

Por dar a luz la madrugada que en el viento
amanecieron en lo mismo una vez más,
y dejar abandonados santuarios:
cruces iguales por igual maternidad.

Pero nunca lo abandona la cigüeña
ni ese mesías que algún día le curó.
Si se olvidaba, le quitaba la magia:
el nilo de oro en que mirábalo Dios.

Verde como anduvo donde idiota,
lo que la calle se llamando Libertad,
el peregrino caminaba atrayente,
el penitente en indolencia arrepentido y pan.

Qué sangre vino que llevaba su nombre
y su ardorosa caravana, meretriz?
La puta loca que le fuese ajena,
desconocida, el universo y la dorada puñal.

Nací de siete puercos que maldita parió
y del planeta, que el poeta no fui yo,
porque yo nada, porque nunca fui!
Mi flor abierta maravilla, pero no por ti.

Porque en el alma prostituta desierta
como ninguna abandonada, la modesta flor,
porque era ella, casi mía y como muerta,
olvidaré que lloraría su perdón.

1 de febrero de 2006

XIX.- Calmohada


Águila sosiégate un segundo
para darnos la mirada delirante
vuelvete del ancho y crudo mundo
en oscilante desplegar amando.

Detén el insistente pendular
y mírate pisar los pies,
tal vez nos trague el mar,
por nadar detrás de lo que es.

Pero no deja de tener su belleza
sentarse en rato y ver pasar a la gente,
tan diligente, descuidada y pendiente
del puesto que ocupan en la mesa

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