31 de diciembre de 2009

DCXXXIV.- El mágico tesoro del adiós


La misma rara danza
pudimos haber sido
de amores repentinos,
con éxito entre tantos:
la flor de la esperanza,
palomas en el nido
y un nuevo claro trino
sumar a nuestro canto.

¿Acaso en otra vida?
La única que queda..
El ángel que nos cuida,
el mismo que se lleva
amores tan fecundos,
suspiros que agonizan,
acaso en otro mundo
su muerte va deprisa

Del viejo derrotero
creía ser el hijo:
de fábulas aladas,
yo nunca estuve lleno.
Oímos su llamada
que pisa nuestro freno
de tiempo carroñero
y péndulo acertijo.

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