14 de abril de 2011

DCLXXXIV.- Cambucha Chico



¡Ya no puedo creer lo que pasa!
¡Este cabro se me enoja en serio!
Y, parado en el umbral de mi casa,
de brazos cruzados, hace pucheros.

No ha fumado ni bebido un solo trago.
Ha metido sus cuadernos en mi viejo velador.
Se la lava con el agua que yo pago
y sacó mi foto vieja del verano anterior.

Mechón celosito, macaquero y culón,
que se instala en el quincho a leer
y transcribe enamorado esa horrible canción,
la de Arjona, que le canta a mi mujer.

Mas no sabe con la chicha que se cura.
No conoce ni siquiera a su mamá.
Ese amor que sólo dura lo que dura dura
me la mete hasta atrás, Nicolás.

11 de abril de 2011

DCLXXXIII.- Vanidosa Pecas Pagas



La descubrí medio calipso, rubia:
y sorprendí el rubor acrílico del aire,
para no ser febril,
para olvidarte,
como un raquítico termina
casi todo es fraude,
y me perdí.

Soy fascinante,
soy un amor, ¿verdad?
Soy delirante.
No existe nadie en este mundo
que tal vez me alcance,
y su fatídica mentira que perfuma,
latido mágico es santito que arde,
vacía lúgubre y desnuda parte
a la minera calavera ya tarde,
de mi descuido demasiado bemol,
para reírse de mi tonta carne,
de mi fulgor sentimental,
de mi arte.

Para llenarse la barriga de nosotros,
porque ha logrado maricona alejarnos,
porque me ha dado bofetadas de miel,
y me ha embaucado tantas otras veces,
que yo he venido a dar la cara porque sé
que anda buscando más idiotas que comer,
que no minino clandestino y cobarde,
que no camina sin besar la piel.

El agua amarga de saber decir te quiero
no se ha dignado alguna noche ni siquiera a llorar
por no haber dicho dignamente doy la vida
y no me importa lo que digan los demás'.

DCLXXXII.- Mientras Dormía



Hay algo más allá de no morirme nunca,
y que, a mi juicio, me apartó de vivir:
esa rara savia culpa que uno tanto busca
en la mirada del dolor, y te perdí.

¿Y cuántas veces volveré a sanar
de mi sopor fundamental, de mi arrebato?
Donde una sola maravilla cuesta mucho más
que mil millones de aventuras por un rato.

Soy el panal de los errores inconclusos,
el himno viejo de una raza en extinción,
que desfigura su emoción, que dice mucho,
pero te juro que algún día volveré.

Y cantaré por no quedarme dormido
sin desearle al viejo Puerto, muy feliz,
el año nuevo del futuro, arrepentido
de no haber sido un angelito para ti.

DCLXXXI.- ¡Ups!



Te prometo, por mi vida, prodigarte pronto
la promesa prometida del eterno compro mil.
Me juré solemnemente no dejar de amarte nunca,
y no te amé siquiera un solo instante.

No he querido defraudarte, amiga:
no he sabido dedicarte a mí.
Prometí 18 veces caminar detrás de ti,
y no he dado ni siquiera un paso.

La primera vez no fue mi culpa.
La segunda amargamente me caí.
La tercera fue la mala suerte.
Desde entonces, casi siempre te mentí.

Soy el índigo animal, el prometido,
el esposo que no sabe salvo sólo jurar.
Yo quería ser gigante, divertido,
el mejor amante, y ser feliz.

Pero nada, Amor, estoy arrepentido.
Yo te juro que no volveré a jurar.
Como todo en esta vida se ha perdido.
Yo quería simplemente mantener la conexión.

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