23 de septiembre de 2020

MLXXII.- Luz de Gas


No importa lo mucho que hagas,
ni menos todavía lo que no,
es tuya la culpa y, si la tragas,
permanece, aunque pidas perdon.

Se te enojas, eres causa de todo.
Si te alegras, es que piensas sólo en ti.
Si te callas, habla incluso por los codos.
No hay remedio, dile a todo que sí.

Si se equivoca, es que no la quieres.
Si no te quiso, es porque no lo merecías.
Si no te ama, es porque ya no eres
su alma gemela, como aquellos días.

Y no tiene sentido tratar de entender,
ni de explicarlo, para que esté segura.
Ella nunca fue realmente tú mujer.
Te buscó, te vacío y te tiró a la basura .

20 de septiembre de 2020

MLXXI.- Gloria Andrea

 

 

 

Ella llegó para cambiarme la vida,
para volverme nuevamente amigo
de mi propia vida y sanar conmigo
mi dolor de soledad y sus heridas.

Fue Yeye mi primera voz de guagua
y mi primera gran amiga y compañera.
Cuando se llevaron a mi viejo a Pisagua,
cuando se acabó de golpe la primavera.

Y le entregamos cada uno a su amante
el amor y el desamor, lloramos solos
tuvimos casas, navidades y pololos
y el destino nos ha unido en Talagante.

Sólo quería hoy celebrar su existencia,
su persistente lucha diaria y compañía,
su luz amable y la bendita paciencia
con que me hace tan feliz cada día.

13 de septiembre de 2020

MLXX.- La mujer perfecta



Dos selfies por semana.
Tres series de amazon.
Si muerdes su manzana,
te roba el corazón.

Recuerda fechas clave.
Denuncia la injusticia.
Se cuida porque sabe
que el miedo la desquicia.

No pierde ni un detalle.
Atenta a lo que pasa.
Es candil de la calle
y oscuridad de la casa.

Hay gente que la adora.
La encuentran impecable,
perfecta, cumplidora.
No me pidan que hable.

Yo sé que la conocen.
Defiende al oprimido.
Mas todo es una pose.
Lo sabe su marido.

10 de septiembre de 2020

MLXIX.- Natalia


En el fondo más oscuro
de su faro corazón de niña parva,
que una noche descuidada fue olvidada,
abandonada y luego sobreprotegida,
quedan cruces,
quedan almas tuertas
y vestigios olvidados
de una lúgubre fantasma ausente,
de una gorda teta muda y vacía,
y la roja sorda coja que ella siempre amó.

Y es que ahora estoy seguro
que en su nido de canguro había una larva,
una tórrida tormenta desatada:
detrás de la almohada, su colcha más querida
y hubo luces,
aún detrás de la puerta,
en su dolor anestesiado,
el que la hizo sentirse diferente,
porque la madre se ha marchado un día
y su padre nunca más volvió.

Desde entonces se rodeó de un muro
que su mano adolorida escarba,
por la dicha que le fuera negada,
por ver de nuevo alguna luz en su vida
y quiere dulces!
Polluelos en su huerta
y tres niños amados,
o sentir que la mirada de la gente
descubre en sus ojos la risa perdida
y en el fondo de su pecho, la palabra Yo.

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